La acuicultura contra el cambio climático en el Caribe

Jimmi Jones elige una tilapia para preparar filetes para sus clientes. Crédito: Zadie Neufville/IPS.
Jimmi Jones elige una tilapia para preparar filetes para sus clientes. Crédito: Zadie Neufville/IPS.

Jimmi Jones y su esposa Sandra Lee tienen en la capital de Belice una granja piscícola muy original. El estanque provee de agua y nutrientes a la huerta, la que deja filtrar el líquido que posteriormente se recicla y se vuelve a usar para los peces.

Jones muestra su estilo de cultivo orgánico “Acuaponia JimSam” en reuniones en toda la región para apoyar al Mecanismo Regional de Pesca del Caribe (CRFM, en inglés) a promover la acuicultura como una opción para garantizar la seguridad alimentaria y combatir los efectos del cambio climático.

A medida que el recalentamiento planetario aumenta la temperatura del mar, la pesca puede llegar a disminuir hasta 50 por ciento, alertó el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).[pullquote]3[/pullquote]

Se estima que el aumento de la temperatura del mar devastará la pesca regional al modificar la ruta del pez pelágico y la distribución de especies de alto valor, a la vez que causará la muerte de otras populares especies marinas.

Un estudio, divulgado en septiembre por la Universidad de Columbia Británica, señaló que la mayor temperatura de los océanos puede alterar la distribución de especies marinas y empeorar los efectos de la contaminación, la sobrepesca y degradar el hábitat, lo que tendría consecuencias económicas negativas en todo el mundo.

Para fomentar la seguridad alimentaria, el CRFM, el órgano regional encargado del uso responsable de los recursos, promueve la acuicultura como parte de las iniciativas para consolidar una pesca resiliente a la variabilidad climática.

La Secretaría del CRFM elaboró un plan de cinco años y creó un grupo de trabajo para guiar el proceso.

La estrategia del CRFM está comprendida en las actividades que el Centro Técnico para la Cooperación Rural y Agrícola propuso para disminuir el impacto del cambio climático en los pequeños productores.

Con modificaciones, la acuicultura puede aplicarse a operaciones a mayor o menor escala; reduce el uso de agua en 90 por ciento, así como permite que los agricultores produzcan hasta 10 veces más verduras que las parcelas terrestres con la misma huella y elimina la necesidad de pesticidas y de otros químicos.

Además, los sistemas de energías renovables pueden contribuir a reducir más los costos de producción

“En resumen, alimenta a los peces, que producen desperdicios, los que mediante un proceso bacterial se descomponen, del amoniaco al nitrato, que básicamente es alimento para las plantas, junto con otros procesos”, explicó Jones.

“Cultivas peces y verduras con la misma infraestructura; el agua circula por un sistema de filtros y cultivas las plantas sin usar tierra”, precisó.

A pesar de que parece una emprendimiento bastante fácil, la acuicultura está en declive en el Caribe. En 2012, la producción cayó de entre 5.000 o 6.000 toneladas a 500, cuando la industria piscícola se desplomó a raíz de las importaciones baratas.

La acuicultura en Jamaica, que supo ser un gran productor en la región, cayó de 11.000 toneladas, en 2010, a poco más de 7.700 toneladas, en 2011, y siguió la caída en los últimos años.

El piscicultor jamaiquino Vincent Wright señaló a las políticas gubernamentales que les dificultaron la competencia.

“La crisis económica mundial, el elevado costo de la energía, el robo y la falta de suministro adecuado de agua empeoraron más las cosas”, detalló.

El director ejecutivo de CRFM, Milton Haughton, reclamó a los gobiernos de la región la implementación de sistemas y normas que ayuden a los inversores a “superar los impedimentos” que afrontan los acuicultores.

“Necesitamos proveer el marco legislativo y normativo necesario, apoyar las políticas y ofrecer incentivos a nuestros piscicultores y a los inversores privados para que puedan desarrollar el sector y aumentar la producción, no solo para el consumo local, sino para exportar”, remarcó.

Wright, quien también es científico, dijo que las granjas piscícolas jamaiquinas se construyen en tierras marginales, propensas a las inundaciones y con limitado acceso al agua.

Dada su ubicación y las condiciones particulares de las granjas locales, es probable que el cambio climático aumente las inundaciones y enfermedades, a la vez que reduzca la disponibilidad de agua durante las sequías, indicó.

La incorporación en 2014 de Martinica y Guadalupe a la familia del CRFM, de 18 miembros, compensa la falta de investigación en la industria a través del Instituto Francés de Investigación para la Explotación del Mar (Ifremer), una organización con décadas de estudios y desarrollo de experiencias en la piscicultura tropical, nutrición, enfermedades y mortalidad de las especies cultivadas.[related_articles]

Los científicos pronostican grandes pérdidas para el Caribe, pero también sugieren que hay suficiente información como para que los gobiernos desarrollen políticas para ayudar a la industria a adaptarse a los cambios pronosticados.

Para Jones, la acuicultura es una forma de adaptación al cambio climático. Este año amplió su invernadero de 111,5 metros cuadrados a 557 para duplicar la producción a corto plazo con la posibilidad de multiplicarla por cinco en el pico de máxima producción agrícola.

Jamaica, y el Caribe en general, sufrió el impacto de la sequía generalizada en los últimos dos años, la que obligó a Wright y a otros a reducir su producción. Sin embargo, el invernadero y la pecera de Jones no se vieron afectados.

El sistema perdió alrededor de uno por ciento, entre 379 y 750 litros, de los 53.000 litros de agua que normalmente circula por el sistema, indicó.

“La acuicultura es la alternativa si queremos ofrecer suficientes proteínas a nuestra población”, remarcó Jones.

Y, de hecho, su argumento cuenta con apoyo de estudios de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en su informe Estado de la Pesca y la Acuicultura, de 2014.

“Según la dinámica de los últimos 30 años, con capturas bastante estables, es probable que el futuro crecimiento del sector pesquero derive principalmente de la acuicultura”, señala el documento.

Según la FAO, entre 1990 y 2000, la producción global pesquera aumentó 9,5 por ciento al año, de 32,2 millones a 66,6 millones de toneladas, con un promedio de 6,2 por ciento al año entre 2000 y 2012.

El crecimiento regional, sin embargo, se mantuvo estable.

Independientemente del método empleado, la acuicultura “ofrece a esta región las mejores oportunidades de garantizar el suministro de alimentos saludables y sanos para nuestra población”, insistió Jones.

Traducido por Verónica Firme

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