¿Un «triángulo colombiano» para el Estado Islámico en Libia?

Los campos de petróleo, oleoductos, refinerías y centros de almacenamiento de crudo, en el mapa libio. Crédito: NordNordWest/Creative Commons
Los campos de petróleo, oleoductos, refinerías y centros de almacenamiento de crudo, en el mapa libio. Crédito: NordNordWest/Creative Commons

Asediado en Siria e Iraq por los cazabombarderos de Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Siria y, hasta ahora también Rusia, el autoproclamado Estado Islámico (EI) se lanzó en búsqueda de una nueva base de operaciones en Libia, en lo que fuentes locales consultadas han dado en llamar el «triángulo colombiano».
Situada en la región suroccidental del país, la nueva base se instalaría en las fronteras de Argelia, Níger y la propia Libia, que conforman un triángulo al que hace referencia el análisis.

La zona está actualmente controlada por grupos extremistas, narcotraficantes y traficantes de armas, un tipo operaciones que representan, según los especialistas en la zona, una fuente importante de financiación para el EI, pero no la única, pues el petróleo constituye otro importante recurso para obtener ingresos.

La calificación de colombiano obedece a una asociación que ha marcado la proyección –y también los estereotipos- de Colombia en círculos internacionales,  como un país con parte de su territorio fuera del control del Estado, dominado por carteles de la droga, mafias del contrabando o grupos guerrilleros.

Según fuentes libias, tal «triángulo colombiano» no era, sin embargo, la primera opción del Daesh, el acrónimo árabe por el que también se conoce al EI.

De hecho, todo comenzó en 2015, con ese grupo extremista extendiendo su campo de acción  en la región de Sirte, en el norte de Libia, que alberga las mayores reservas de petróleo del país.

Allí, el Daesh llevo a cabo varios ataques militares y llego incluso a ocupar y controlar refinerías y depósitos de petróleo, allí y en otras zonas productoras de crudo.

El EI tuvo que rehacer sus planes iniciales que apuntaban a instalar su nueva base en las regiones ricas en petróleo del norte de Libia.

Ello se debió a una serie de acontecimientos tales como los esfuerzos de la Organización de las Naciones Unidas, llevados a cabo por su exenviado especial, el español Bernardino León y, mas tarde, por su sucesor, el alemán Martin Kobler, para formar un nuevo gobierno de unidad nacional encabezado por el empresario libio Fayyez al Sarraj.

Mapa de Libia con sus principales puntos urbanos. Crédito: ONU
Mapa de Libia con sus principales puntos urbanos. Crédito: ONU

Este nuevo gobierno de unidad nacional ha sido, de hecho, anunciado como resultado de un acuerdo patrocinado por la ONU en la ciudad de Skhirat, en Marruecos, a mediados del pasado diciembre.

Los temores del Daesh a que el nuevo gobierno recibiría un fuerte apoyo, militar y de inteligencia, por parte potencias extranjeras, principalmente la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), liderada por Estados Unidos, en especial en las zonas norteñas de Derna, Sirte, Trípoli y Sabratha, obligaron al grupo a cambiar de planes.

De hecho, los cielos en estas regiones son controlados por aviones no tripulados. Las fuentes consultadas por IPS no pudieron confirmar si estas operaciones de vigilancia son realizadas por las Fuerzas Armadas libias, dirigidas por el general Khalifa Haftar, o por otros estados que supervisan la actividad de los extremistas en el país.

De todos modos, desde el asesinato de Muammar Gaddafi, en 2011, quien lideró Libia entre 1969 y su muerte, los sucesivos nuevos gobernantes del país norafricano fracasaron en constituir una autoridad central fuerte y estable. En consecuencia, el control de Libia se fragmentó entre el ejército y varias milicias rivales.

Fuentes del primer gobierno instalado en Trípoli después de la intervención militar de 2011, encabezado por las fuerzas de la OTAN y sus aliados, estimaron que habría en Libia hasta 25 millones de armas fuera del control del Estado.

Consecuentemente, la creciente fragilidad de las autoridades centrales de Libia permitió a las organizaciones extremistas, entre ellas el EI, tomar el control de varias ciudades e incluso regiones.

De acuerdo con un comandante militar libio retirado, la ciudad del sur de Traghan ya sirve como centro para el “triángulo colombiano», ya que esta rodeada de montañas y altas dunas de arena por así todos lados.

La zona ha sido elegida por los contrabandistas gracias a la facilidad que ofrece para los  envíos de drogas a través de la frontera, según las fuentes locales, lejos de las miradas de las autoridades de los países vecinos, Argelia y Níger, con Malí como primer destino.

Así Malí se habría convertido en los últimos años en un refugio seguro para los grupos extremistas, incluidos el grupo proDaesh de Nigería, Boko Haram. La región se habría convertido también en un arsenal de equipos militares, armas y misiles que robado de los enormes depósitos militares del régimen de Gaddafi.

Así también esta región montañosa y agreste seria ya la nueva sede de grupos extremistas de Libia y África.

Mientras tanto, diferentes fuentes bien informadas han estado especulando con los desarrollos que deben venir de ahora en adelante.

Algunos hablan insistentemente de una amplia operación contra el Daesh en Libia, a realizar por una coalición militar liderada por Estados Unidos y la OTAN. Otros hablan en cambio de «intervenciones quirúrgicas» militares contra objetivos específicos.

En los últimos días, ha circulado una nueva versión, que cita informes de los servicios de inteligencia libios que confirmarían la presencia de agentes de inteligencia de algunos países que apoyan las milicias y actúan en coordinación con el terrorismo en Libia.

De todos modos, de  conseguir el EI instalar su base en el «Triángulo Colombiano» en Libia, ¿qué y quién podría evitar que reforzara sus enlaces con Boko Haram en Nigeria y otros grupos terroristas, como las ramas de grupo islamista Al Qaeda, por ejemplo?

Editado por Estrella Gutiérrez

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