Inclusión en el deporte de las mujeres compite en Juegos de Río

La brasileña Kaillana de Oliveira Donato, de 14 años, jugadora de baloncesto de la Villa Olímpica de Mangueira, un barrio pobre de Río de Janeiro, y participante activa del programa "Una victoria lleva a otra", de ONU Mujeres. Crédito: Mario Osava/IPS
La brasileña Kaillana de Oliveira Donato, de 14 años, jugadora de baloncesto de la Villa Olímpica de Mangueira, un barrio pobre de Río de Janeiro, y participante activa del programa "Una victoria lleva a otra", de ONU Mujeres. Crédito: Mario Osava/IPS

A sus 14 años, la brasileña Kaillana de Oliveira sabe que no será tan alta como la mayoría de las jugadoras profesionales de baloncesto, debido a la genética familiar, pero no tiene dudas sobre el sueño de destacarse en ese deporte.

“Soy armadora y esa función que no exige tanto tamaño”, explicó a IPS esta alumna de la Villa Olímpica de Mangueira, donde se formaron tres jugadoras de la actual selección brasileña de baloncesto, que compite en los Juegos Olímpicos Río 2016, que se celebran en esta ciudad desde el día 5 y hasta el 22 de agosto.

Entrena por lo menos cuatro días por semana, “durante tres horas, a veces más”. Despierta a las cinco de la mañana para asistir a clases en una escuela lejana que le ofreció una beca por ser deportista prometedora. Disciplinada, se acuesta a las nueve de la noche.

Ya participó en muchos torneos para niñas de hasta 13, 14 o 15 años. “El baloncesto es un juego movido, dinámico, de contacto físico”, por eso lo eligió hace cinco años, entre otros varios deportes que probó en un centro deportivo vecino a la “favela” (barrio pobre y hacinado) de Mangueira, donde vive.

Su opción cuenta con el apoyo de su familia, pero enfrenta prejuicios sociales, como los de sus condiscípulos, por ejemplo. “Dicen que lo que hago es de ‘zapatones’ (lesbianas)”, lamentó.

“Quiero ser una buena jugadora, si no lo logro, seré abogada”, aseguró convencida la adolescente durante una conversación en la cancha donde se entrena.

Ella participa en el programa “Una victoria lleva a otra”, promovido por ONU Mujeres, la agencia de las Naciones Unidas que promueve la equidad de género, y el Comité Olímpico Internacional (COI), destinado a empoderar niñas y adolescentes mediante el deporte, como legado de los primeros Juegos Olímpicos que acoge América del Sur.

Talleres temáticos semanales sobre autoestima, liderazgo, derechos sexuales, violencia, educación financiera y planificación del futuro, además de la práctica deportiva, componen el programa, basado en la experiencia de la organización no gubernamental holandesa Women Win.

Comenzó en Río de Janeiro y hasta 2017 operará como un proyecto piloto, con la meta de capacitar para una vida con autonomía y autoconfianza a 2.500 niñas y adolescentes de 10 a 18 años, más 300 madres adolescentes que abandonaron la escuela.

Las actividades tienen lugar en 16 centros polideportivos denominados Villas Olímpicas que la municipalidad instaló en barrios pobres de la ciudad. Después, adaptándola a las condiciones locales, la actividad se extenderá a otras ciudades brasileñas y latinoamericanas.

Las niñas Kaillana de Oliveira Donato, Marcelly de Mendonça y Adrielle da Silva, deportistas del programa "Una victoria lleva a otra", de ONU Mujeres y el Comité Olímpico Internacional, junto con Juliana Azevedo, vicepresidenta de la compañía transnacional Procter & Gamble, socia de la iniciativa, durante su presentación en Río de Janeiro, en Brasil. Crédito: Mario Osava/IPS
Las niñas Kaillana de Oliveira Donato, Marcelly de Mendonça y Adrielle da Silva, deportistas del programa «Una victoria lleva a otra», de ONU Mujeres y el Comité Olímpico Internacional, junto con Juliana Azevedo, vicepresidenta de la compañía transnacional Procter & Gamble, socia de la iniciativa, durante su presentación en Río de Janeiro, en Brasil. Crédito: Mario Osava/IPS

Women Win, socia de ONU Mujeres, desarrolló el programa original y ya lo llevó a 25 países.

Una encuesta mostró que de las 217.000 participantes, las que se reconocen como líderes aumentaron de 46 a 89 por ciento y las que saben cómo evitar el embarazo temprano o enfermedades de transmisión sexual se triplicaron para situarse en 79 y 77 por ciento, respectivamente.

La iniciativa busca también ampliar el acceso de las adolescentes a los beneficios del deporte. En el mundo, 49 por ciento de las niñas abandonan la práctica deportiva al arribar a la pubertad, seis veces la proporción masculina, agravando la inequidad de género, según ONU Mujeres.

Ese desbalance “es injusto”, ya que “el deporte tiene el poder de cambiar vidas”, con autoconfianza y capacidad de iniciativa, destacó Phumzile Mlambo-Ngcuka, directora ejecutiva de ONU Mujeres, en la presentación de “Una victoria lleva a otra”, que se realizó en esta ciudad el 6 de agosto.

Uno de los grandes desafíos del programa es “igualar el campo de juego para hombres y mujeres. En los Juegos Olímpicos de Río las mujeres son 46 por ciento de los competidores y no hay modalidades sin mujeres, pero la diferencia de recursos es escandalosa”, afirmó a IPS la representante en Brasil de ONU Mujeres, Nadine Gasman.

“En 10 comités olímpicos nacionales no hay mujeres y son pocas las que componen el Comité Olímpico Internacional”, restándoles peso en la gestión de los deportes, señaló. “Además las mujeres son menos visibles en los canales deportivos de la televisión, donde la exposición masculina gana 10 a uno, con la excepción de las olimpíadas”, acotó.

La historia de los Juegos Olímpicos refleja bien la lucha femenina por la inclusión. Las mujeres estuvieron ausentes en su primera edición de la era moderna, en 1896 en Atenas. En la siguiente, en París, ellas si fueron admitidas, pero limitadas a 2,2 por ciento del total, 22 entre 997 varones, jugando solo tenis y golf.

Su participación solo pasó de 10 por ciento desde 1952 y creció hasta alcanzar 44,2 por ciento en 2012, cuando finalmente pudieron competir en boxeo.

Pero la desigualdad persiste. La suma destinada por la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) a las selecciones nacionales que participaron en la Copa Mundial masculina de 2014, que también acogió Brasil, fue 40 veces la de la Copa Mundial femenina de 2015, comparó Gasman.

Jugadoras adolescentes de baloncesto entrenan en la Villa Olímpica de Mangueira, un centro deportivo de la alcaldía de Río de Janeiro para la población pobre y vulnerable de esa ‘favela’, muy cercana a las instalaciones donde se celebran los Juegos Olímpicos. Crédito: Mario Osava/IPS
Jugadoras adolescentes de baloncesto entrenan en la Villa Olímpica de Mangueira, un centro deportivo de la alcaldía de Río de Janeiro para la población pobre y vulnerable de esa ‘favela’, muy cercana a las instalaciones donde se celebran los Juegos Olímpicos. Crédito: Mario Osava/IPS

Su participación solo pasó de 10 por ciento desde 1952 y creció hasta alcanzar 44,2 por ciento en 2012, cuando finalmente pudieron competir en boxeo.

Pero la desigualdad persiste. La suma destinada por la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) a las selecciones nacionales que participaron en la Copa Mundial masculina de 2014, que también acogió Brasil, fue 40 veces la de la Copa Mundial femenina de 2015, comparó Gasman.

La selección campeona recibió como premio menos que la que quedó de última en la Copa FIFA masculina, reflejando la discriminación que sufren las deportistas, añadió.

En el ámbito olímpico el desequilibrio tiende a reducirse más rápidamente. En el COI se creó, desde 1995, la Comisión Mujer y Deporte, que asesora al presidente y el Comité Ejecutivo para ampliar la participación femenina en las decisiones.[related_articles]

Desde 2004, hay mujeres que ocupan la vicepresidencia del COI, cuyas comisiones de trabajo tienen desde marzo de este año por lo menos un tercio de representación femenina.

Pero en la sociedad y en la cultura sobreviven prejuicios que obstaculizan avances hacia la igualdad de género en la práctica y en la administración deportiva. La adolescencia es un período crítico, en que las transformaciones físicas agravan las restricciones a su autonomía sobre el cuerpo y las presiones sociales.

Por ello es clave intervenir en ese momento, como hace “Una victoria lleva a otra”, para que las niñas “permanezcan en el deporte a la vez que se habilitan para la vida”, sostuvo Gasman.

En Brasil el abandono femenino a la práctica deportiva en la pubertad es inferior al promedio mundial apuntado por ONU Mujeres y el COI, pero aun así resulta preocupante.

Un sondeo hecho por el Ministerio de Deportes en 2013 registró que 34,8 por ciento de las niñas abandonan la práctica deportiva antes de los 15 años, contra 19,3 por ciento de los niños.

En las Villas Olímpicas de Río de Janeiro no se dan esas deserciones. “Tenemos más niñas que niños y ellas permanecen durante la adolescencia, pero prefieren ballet, jazz o gimnasia rítmica”, observó Norma Marinho, asistente social del Centro Deportivo Miécimo da Silva, de Campo Grande, un populoso barrio del oeste de la ciudad.

El estigma de “deporte masculino” aleja a las niñas del atletismo y muchas otras disciplinas. “Ellas se apiñan en las clases de ballet, aunque el profesor sea un hombre”, ironizó Marilda Veloso, profesora de balonmano de ese centro, que cuenta con unos 13.000 usuarios y alumnos en 28 modalidades deportivas.

“Vergüenza del cuerpo, tareas domésticas, prejuicios” son factores del abandono por las niñas, que ahora ya no es tan numeroso, según destacó a IPS esta entrenadora, quien trabaja en el centro hace 30 años.

Editado por Estrella Gutiérrez

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