Religión afrocubana crece en números y retos ambientales

Víctor Betancourt, un reconocido babalawo, sacerdote del culto afrocubano Regla de Ocha-Ifá o santería, se apresta a oficiar una ceremonia religiosa en el patio de su casa del barrio La Cuevita, en la periferia de La Habana. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS
Víctor Betancourt, un reconocido babalawo, sacerdote del culto afrocubano Regla de Ocha-Ifá o santería, se apresta a oficiar una ceremonia religiosa en el patio de su casa del barrio La Cuevita, en la periferia de La Habana. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

Calles maltrechas, árboles y jardines se entremezclan rumbo a la casa del reconocido babalawo Víctor Betancourt, como se conocen en Cuba los sacerdotes del culto afrocubano Regla de Ocha-Ifá o santería, quien organizó una ceremonia de sacrificio en el patio trasero de su vivienda.

Betancourt trasladó gran parte de sus actividades del municipio de Centro Habana, en el corazón de la capital, a una casa con amplios terrenos que compró en el barrio periférico La Cuevita, donde abunda la naturaleza y hasta un riachuelo corre en las inmediaciones.

“Hoy no tenemos espacio… ¿Dónde pongo una ofrenda? ¿Dónde le puedo rendir pleitesía a la madre naturaleza?”, dijo a IPS el sacerdote sobre cómo la pérdida de zonas verdes en la ciudad afecta a las religiones afrocubanas, que adaptaron sus orígenes y se sincretizaron con el catolicismo para sobrevivir cuando esa era la fe obligatoria.

Calificado por especialistas como un grupo creciente y de fuerte incidencia cultural en Cuba, un país oficialmente laico de 11,2 millones de habitantes, las y los santeros enfrentan retos ambientales, que van desde el poco acceso a entornos naturales hasta evitar  prácticas contaminantes en las urbes, donde surgen estos conflictos.

Este sistema religioso surgió en América como resistencia de los esclavos y esclavas de la tribu yoruba, originaria del oeste de África, a olvidar su cultura tradicional.

La diáspora se vio forzada a mezclar sus creencias con el catolicismo, se adaptó a los nuevos paisajes y sus descendientes enriquecen hasta hoy el legado de sus antepasados.

En la actualidad, cuenta con grandes comunidades de creyentes en Cuba, además de en Brasil, Colombia, México, Panamá, Puerto Rico, República Dominicana, Venezuela y ciudades de Estados Unidos con elevada población latina.

También se observan seguidores en Alemania, España, Francia, Gran Bretaá y Holanda, entre otros países con emigrantes latinoamericanos.

Vestido con un jean (pantalón vaquero) y una camiseta negros, el gorro ceremonial de tela y un grueso collar de cuentas en el cuello, Betancourt dialogó con IPS después de presidir un culto especial para confirmar la fe de 20 babalawos, la mayoría jóvenes, de La Habana y las ciudades orientales de Holguín y Santiago de Cuba.

El grupo de hombres afrocubanos, mestizos y blancos se reunió alrededor de una ceiba, el árbol sagrado de esta creencia animista. Al ritmo de los tambores y cantos y rezos en lengua yoruba, uno de ellos sacrificó un pollo a Oggún,  el dios de la guerra.

“Compré esto (la casa) para poder brindarle un sacrificio al árbol, porque tengo la naturaleza aquí. Pero hay quién no tiene esa posibilidad”, explicó el babalawo, o babalao, como se dice en otros países.

Betancourt, quien preside la institución Yourba Ifá Iranlowo e integra la no gubernamental Asociación Cultural Yoruba de Cuba, prepara a sacerdotes de Ifá, aconseja a las y los practicantes respetar la sanidad pública en las ciudades.

La iyalaosha (sacerdotisa) María Cuesta, la primera mujer ordenada en Cuba como sacerdotisa del culto afrocubano de Ifá o santería, con las ofrendas que acaba de colocar a los orishas (divinidades) detrás de ella. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS
La iyalaosha (sacerdotisa) María Cuesta, la primera mujer ordenada en Cuba como sacerdotisa del culto afrocubano de Ifá o santería, con las ofrendas que acaba de colocar a los orishas (divinidades) detrás de ella. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

“Ante todo, se debe ir a los textos sagrados e interpretar lo que plantean”, conminó, para quien en la actualidad existen muchos sacerdotes falsos que desconocen la religión y la usan como vía de lucro. “Debemos mandar las ofrendas a los lugares que realmente las necesitan pero al mismo tiempo contribuir a la ecología”, propuso.

“No puedo poner en una esquina (el cadáver de) un animal a que se pudra porque estaría en contra de la sanidad pública”, dijo Betancourt, entre Cuba y México, mientras viaja a menudo también a Estados Unidos, para actividades vinculadas con su sacerdocio.

Con dedicación y cuidado, María Cuesta preparó en platos de barro numerosas comidas especiales para los orishas (divinidades), antes de hablar con IPS.

Ella es la primera mujer ordenada en Cuba como Iyaonifá o sacerdotisa de Ifá, algo que durante siglos solo les fue permitido a los hombres y revolucionó en los pasados años 80 la comunidad de creyentes.

“La ecología la rompe más la humanidad con los desechos de sus casas que con la religión, aunque no quito que haya religiosos que también afecten”, valoró Cuesta, que hoy es la guía espiritual de 36 personas.

La sacerdotisa lamentó que muchos trabajadores de la higiene pública y la población en general no suelen recoger los “ebbó (ofrendas)” por falsos temores.

Los restos de una gallina arrojados en la esquina de una céntrica calle del municipio de Playa, en la capital de Cuba. Estas prácticas negativas para la salud y el ambiente con las ofrendas de los cultos animistas afrocubanos es criticado por los propios sacerdotes yorubas y por ambientalistas. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS
Los restos de una gallina arrojados en la esquina de una céntrica calle del municipio de Playa, en la capital de Cuba. Estas prácticas negativas para la salud y el ambiente con las ofrendas de los cultos animistas afrocubanos es criticado por los propios sacerdotes yorubas y por ambientalistas. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

“No sé por qué a esta altura la gente le tiene miedo… piensa que le va a hacer daño a quien lo recoja… Se puede colocar una ofrenda hoy en una esquina y mañana mismo quitarla”, propuso.

El cuidado ambiental salió en 2017 y 2018 entre las recomendaciones a los seguidores de la Santería, que anualmente emiten sacerdotes cubanos a través de la llamada Letra del Año, una especie de oráculo que determina las divinidades (orishas) que regirán durante los 12 meses y los consejos y tareas a realizar en ese período.

La última edición, publicada el 3 de enero, indicó que Yemayá, la divinidad del mar, gobierna 2018 junto con Eleguá, un pequeño niño con el poder de cerrar y abrir los caminos. Por primera vez, el oficial y nacional diario Granma replicó el texto, un signo de avance en el trato igualitario a las religiones, según especialistas.

Justo la protección del mar centra el trabajo de la bióloga Ángela Corvea, que coordina desde hace 15 años el proyecto de educación ambiental Acualina.[related_articles]

“Las ofrendas forman parte de la contaminación marina junto a las múltiples basuras mal depositadas”,  lamentó la activista verde, que organiza recogidas masivas de desechos en las costas del oeste de La Habana, conformada por zonas rocosas llamadas localmente diente de perro, por ser puntiagudas y con oquedades.

“Todo lo que se bota mal en tierra, cuando llega al mar se transforma en desecho marino”, explicó esta partidaria de lograr un acuerdo entre el respeto a las creencias religiosas y la naturaleza. “Muchas personas suelen dejar las ofrendas en bolsas de plástico, que no se biodegradan y van a parar al mar”, apuntó.

La científica explicó que las frutas y los cadáveres de los animales lanzados al mar son devueltos a las costas por las olas y corrientes marinas. “Todo eso se pudre en las costas y playas… donde coinciden zonas de baño de la población”, continuó.

A su juicio, “las autoridades tienen que velar por encontrar la solución a un problema ambiental, de educación y salud”.

Ambientalistas consultados por IPS también lamentan la ausencia en el país de una ley de protección animal, que permita regular y llegar a acuerdos sobre los sacrificios. Y especialistas añadieron que tampoco se ha promulgado una ley de culto, que beneficiaría a todo el campo religioso.

“El factor religioso tiene que ser tenido en cuenta a la hora de estructurar las políticas en los complejos asuntos ambientales”, valoró Enrique López Oliva, experto en sociología de las religiones. “En el caso de las afrocubanas, están más insertadas en los problemas por su vinculación histórica con la naturaleza”, concluyó.

Editado por Estrella Gutiérrez

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