Asesinato de Marielle Franco abate un liderazgo emergente en Brasil

Un grupo de mujeres con girasoles en sus manos participan en la sesión de homenaje que la Cámara de Diputados de Brasil rindió en la capital a la concejala Marielle Franco, asesinada el 14 de marzo junto con su chófer cuando se desplazaba en un automóvil por una calle de Río de Janeiro. Crédito: Lula Marques/Fotos Públicas
Un grupo de mujeres con girasoles en sus manos participan en la sesión de homenaje que la Cámara de Diputados de Brasil rindió en la capital a la concejala Marielle Franco, asesinada el 14 de marzo junto con su chófer cuando se desplazaba en un automóvil por una calle de Río de Janeiro. Crédito: Lula Marques/Fotos Públicas

Los brasileños no pueden evaluar la magnitud del impacto del asesinato de Marielle Franco, concejala de Río de Janeiro, el 14 de marzo. La pérdida para los sectores progresistas es incalculable.

A los 38 años, ella apenas despegaba en una carrera legislativa que le abría amplios horizontes y anunciaba la posibilidad de renovar la política local y quizás nacional, al hacerse representativa y articuladora de diversos segmentos populares.

Su asesinato conmovió Brasil y al mundo por donde se diseminó la noticia. Las manifestaciones de protesta y solidaridad se diseminaron por el país, con multitudes, especialmente de mujeres, asegurando continuar sus luchas.[pullquote]3[/pullquote]

Mártir, se hizo un símbolo movilizador. La muerte difundió sus banderas, su biografía ejemplar de mujer negra y pobre de una favela (barrio pobre y hacinado) de Río de Janeiro, que se superó graduándose de socióloga, con maestría en administración pública, y se convirtió en vehemente defensora de los derechos humanos de su gente.

“Ella tiene un significado simbólico muy potente, como expresión de la ebullición que viven las favelas y la periferia de Río de Janeiro, donde pueden surgir muchas Marielles. Ella mostró un nuevo modo de hacer política”, destacó para IPS Shirley Villela, coordinadora da la Casa de las Mujeres de Maré, el conjunto de favelas donde creció Franco.

Como heroína y ejemplo, las movilizaciones en respuesta a su asesinato indican que su memoria alentará las luchas feministas, especialmente de las mujeres negras, las de los pobres de las favelas y la defensa de los derechos humanos en general.

Franco fue acribillada a balazos mientras se desplazaba en un vehículo por una calle del centro de Río de Janeiro, en una acción de la que hasta ahora nada se sabe aún sobre los autores y motivos.

Las sospechas de sus partidarios y de activistas sociales cariocas se centran en la policía militar, porque ella había denunciado la violencia y abusos de uno de sus batallones, basado en Acari, un barrio del norte de la ciudad. Pero las investigaciones no han arrojado nada aún que apunte en esa u otra dirección.

Mientras su legado está sujeto a disputas y versiones sesgadas, incluso de sus propias compañeras de lucha o seguidores. Y también de las “falsas noticias” (fake news) de audiencia instantánea en las redes sociales.

“Es legítimo y comprensible que se ponga el énfasis en el hecho de ella ser mujer y negra, que las mujeres negras asuman el frente de la reacción al asesinato. Las luchas identitarias son una pauta ineludible, se nota claramente acá y en Estados Unidos”, comentó Daniel Aarão Reis, profesor de historia en la Universidad Federal Fluminense, en Niteroi, una ciudad vecina a Río de Janeiro.

“Pero el desafío de esas luchas es agregar y unir otros segmentos populares, articular sus luchas específicas, hacer de Marielle un símbolo más allá de los negros y mestizos”, destacó a IPS, después de comparar este crimen con el asesinato del estudiante Édson Luis Souto que desató masivas protestas en 1968 en Río.

Vigilia en memoria a la lideresa social y concejala carioca Marielle Franco en Curitiba, una ciudad a 830 kilómetros al sur de Río de Janeiro. Pese a no tener una importante población negra, la urbe se sumó a las movilizaciones que por todo Brasil que provocó asesinato de la lideresa política emergente. Crédito: Gibran Mendes/Fotos Públicas
Vigilia en memoria a la lideresa social y concejala carioca Marielle Franco en Curitiba, una ciudad a 830 kilómetros al sur de Río de Janeiro. Pese a no tener una importante población negra, la urbe se sumó a las movilizaciones que por todo Brasil que provocó asesinato de la lideresa política emergente. Crédito: Gibran Mendes/Fotos Públicas

“Las luchas identitarias tienen sentido y deben de seguir, pero necesita de una articulación incluso para fortalecerse. La fragmentación las debilita, en Estados Unidos si una manifestación la convocan mujeres blancas, las negras no concurren”, ejemplificó.

Como concejala, Marielle Franco probablemente iniciaba ese proceso de síntesis de las  luchas protagonizadas por los distintos grupos sociales, segmentados por etnia, género, función laboral, territorios e ingresos.

Ya era una lideresa política en ascenso, no solo la activista social, que sigue siendo su perfil más recordado en las manifestaciones de homenaje o de protesta por su muerte.

Ella disputó sus primeras elecciones en octubre de 2016, cuando resultó electa como concejala de Río de Janeiro con 46.502 votos, la quinta mayor votación en el municipio de 4,9 millones de electores y 6,5 millones de habitantes.

La mayor cantidad de votos no los obtuvo en el Complejo de la Maré, con 140.000 habitantes y que engloba 16 favelas no muy lejos del centro de la ciudad, visible en el camino al aeropuerto internacional de la metrópoli, donde creció y empezó su vida de activista.

Su gran votación provino de la Zona Sur de Río, donde se concentra la clase media de mayores ingresos y mejores condiciones de vida y escolaridad de la ciudad. Es donde cuenta con mayor apoyo electoral su izquierdista Partido Socialismo y Libertad.

Como política y sometida a la prueba electoral, naturalmente su mirada tenía que ser más amplia que la de una activista negra, feminista o “favelada”, con un discurso volcado a las diversas clases, territorios y etnias.

Mujer, negra, de origen pobre y bisexual según la definición de la prensa local por tener una hija de un matrimonio tradicional y más recientemente haber vivido con otra mujer, representaba en su misma persona a distintos sectores que componen la mayoría de la ciudad.[related_articles]

Es también un ejemplo de superación y producto de varios proyectos sociales que se multiplicaron en el Complejo de la Maré. Un curso preuniversitario, creado Redes de la Maré, una organización no gubernamental, le permitió a Franco graduarse en la Universidad Católica, gracias a una beca integral.

Desde la década pasada aumentó mucho la cantidad de pobres y afrodescendientes en las universidades, buena parte beneficiada por cuotas étnicas.

“Se trata de una nueva generación que se da cuenta de sus potencialidades y deberá producir nuevos líderes políticos y sociales”, vaticinó Villela.

Franco fue producto de ese proceso y también por eso “una expresión de la esperanza que no morirá con su asesinato”, concluyó.

Representantes de las fuerzas conservadores, sin embargo, intentan bloquear ese camino por medio de las ahora llamadas “fake news”, los bulos malintencionados.

El ataque más revelador vino de la jueza Marilia de Castro Neves Vieira, del Tribunal de Justicia de Río de Janeiro, que publicó en Facebook que la asesinada “estaba comprometida con bandidos” y ganó la concejalía con apoyo del Comando Rojo, un grupo de narcotraficantes que domina varias favelas locales.

Tratan de promover la “segunda muerte de Marielle Franco”, según sus seguidores y los medios de comunicación que desmintieron tales vínculos, incluso por medio de datos relevados por las agencias especializadas en averiguar esas “falsas noticias”.

Edición: Estrella Gutiérrez

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