Monzones, la nueva amenaza que se cierne sobre los rohinyás

La construcción de nuevos caminos se acelera antes del inicio de la temporada de monzones en el campamento de Kutupalong, en Bangladesh, donde residen los refugiados rohinyás. Crédito: Naimul Haq/IPS.
La construcción de nuevos caminos se acelera antes del inicio de la temporada de monzones en el campamento de Kutupalong, en Bangladesh, donde residen los refugiados rohinyás. Crédito: Naimul Haq/IPS.

Más de medio millón de rohinyás de Myanmar (Birmania) hacinados en 30 campamentos de refugiados en Cox’s Bazar, en el sudeste de Bangladesh, son extremadamente vulnerables a los ciclones y a la temporada de monzones que se avecina.

El gobierno de Bangladesh coordina los esfuerzos para ayudar a esa comunidad musulmana, que encontró refugio en este país, perseguida desde hace años en su territorio ancestral en el estado de Rakhine, en la vecina Birmania.

Se desconoce el número total de víctimas en Birmania, pero cientos de aldeas fueron incendiadas y por lo menos 6.700 rohinyás tuvieron una muerte violenta en Rakhine tras una arrasadora campaña militar, informó Médicos Sin Fronteras.

Según numerosos testimonios, muchas mujeres rohinyás padecieron la violencia sexual, utilizada como arma de guerra en forma generalizada para expulsarlos de sus hogares.

El éxodo de los rohinyás de Birmania generó la crisis de refugiados de mayor crecimiento en el mundo, que ya tiene a Bangladesh al límite de sus posibilidades, aunque se prepara para hacer frente a la temporada de monzones.

La mayoría de los rohinyás viven en refugios precarios, hechos de palos de bambú y lonas, que no aguantarán las ráfagas de viento ni las fuertes lluvias características de esta época del año.

“A medida que nos acercamos a la temporada de monzones y ciclones, la ya difícil situación humanitaria corre el riesgo de convertirse en catástrofe”, alertó a mediados de enero Edouard Beigbeder, representante del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), en Bangladesh.

“Cientos de miles de niños y niñas viven en condiciones horrendas, y deberán hacer frente a riesgos mayores de enfermedades, inundaciones, deslizamientos de tierra y más desplazamientos”, agregó.

“El agua contaminada, el saneamiento inadecuado y la falta de higiene pueden derivar en brotes de cólera y de hepatits E, una enfermedad mortal para las embarazadas y sus bebés; además del agua estancada que puede atraer el mosquito de la malaria (paludismo)”, detalló Beigbeder.

“Mantener sanos a los niños debe ser una prioridad absoluta”, remarcó.

Una refugaida rohinyá está en su casa de bambú a medio construir en el campamento de Kutupalong, en Bangladesh. Crédito: Naimul Haq/IPS.
Una refugaida rohinyá está en su casa de bambú a medio construir en el campamento de Kutupalong, en Bangladesh. Crédito: Naimul Haq/IPS.

El distrito costero, a unos 350 kilómetros de Daca, se prepara para la temporada monzónica.

Por lo menos 138.000 personas en las regiones costeras de Cox’s Bazar y Chittagong murieron por el ciclón que azotó la zona en abril de 1991, uno de los que dejó más personas muertas en el último siglo.

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) “ofrece entrenamiento en búsqueda y rescate, instala centros médicos de emergencia, crea bases para los trabajadores y maquinaria ligera y mejora los refugios para mitigar los desastres”, explicó Shirin Akhter, oficial de comunicación de la agencia, al ser consultada por IPS.

“La OIM también mejora la seguridad de la infraestructura y refuerza la resiliencia de los refugiados rohinyás y de la comunidad local”, apuntó.

“Eso incluye la creación de comités de seguridad y reducción del riesgo de desastres para alertar a los refugiados sobre qué esperar y cómo prepararse para el viento y la lluvia”, añadió.

La mayoría de los rohinyás viven en refugios precarios en laderas fangosas y resbaladizas. A diferencia del resto del país, el terreno en Ukhiya and Teknaf, donde están los campamentos, a lo largo de la costa, no es llano, sino ondulado.

El duro trabajo de este hombre ilustra lo difícil que puede resultar andar por el escarpado terreno de los campamentos de refugiados rohinyás en Bangladesh, aun con un clima favorable. Crédit: Naimul Haq/IPS.
El duro trabajo de este hombre ilustra lo difícil que puede resultar andar por el escarpado terreno de los campamentos de refugiados rohinyás en Bangladesh, aun con un clima favorable. Crédit: Naimul Haq/IPS.

En la temporada de los monzones, el agua que corre con barro y árboles arrancados de raíz causa estragos, como ya se vio en años anteriores.

“Perdí mi casa en 2011”, recordó Rehana Begum, una de las refugiadas rohinyás que viven en Kutupalong, el más grande de los campamentos.

“También vi a la gente morir por las fuertes lluvias. El agua baja y arrasa. Hasta niños han muerto en esas situaciones”, añadió.

Por su parte, Noor-e-Khatum, recién llegada al campamento de Balukhali, reconoció: “Me siento insegura de noche con el viento del mar, que sopla fuerte sobre mi techo. Da miedo dormir de noche con los niños que piden ayuda”.

Por lo menos 100.000 refugiados y pobladores de las comunidades locales vulnerables están en peligro por los deslizamientos de tierra y las inundaciones, según estudios de la OIM y sus socios.

Miles más, podrían ser víctimas de enfermedades y podrían no recibir ayuda si las inundaciones cortan el acceso a ciertas partes del campamento.

Pero con la enorme cantidad de refugiados, la falta de terrenos adecuados y las difíciles condiciones ambientales, será imposible trasladar a todo el mundo. La respuesta de emergencia rápida será fundamental para disminuir la pérdida de vidas humanas, subrayó la agencia.

El comisionado adjunto de Cox’s Bazar, Ali Hussein, dijo a IPS que 35 por ciento de los refugiados están en situación vulnerable frente a eventos climáticos extremos y planea trasladarlos de inmediato a un terreno de más de 202 hectáreas.

“También se elimina todo lo que obstruya el drenaje natural del agua y se cavan estanques para almacenar el agua y así evitar una inundación”, añadió.

Hussain aseguró que el gobierno tiene suficientes alimentos para los refugiados hasta el final de los monzones. Los soldados desplegados en los campamentos también construyen nuevos caminos asfaltados para facilitar la circulación de vehículos.

“Nos preocupan especialmente las aproximadamente 48.000 mujeres embarazadas que viven en los campamentos y son vulnerables, pero trasladarlas a lugares seguros en un lapso breve puede resultar difícil desde el punto de vista logístico”, explicó Hassan Abdi, coordinador de salud sexual y reproductiva de emergencia del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).[related_articles]

“En el marco de la preparación de emergencia, identificamos lugares estables que pueden usarse para acomodar mujeres embarazadas que están en fecha de parto (unas 16.000) o la tendrán en una semana”, apuntó.

“También nos aseguramos tener insumos de emergencia para el parto que se entregarán a las mujeres visiblemente embarazadas en los campamentos. Los equipos médicos móviles estarán disponibles para colaborar con los exámenes, los controles de embarazo y facilitar partos seguros”

Además, unas 650 personas reciben entrenamiento de la OIM, en colaboración con el Departamento de Protección Civil y Servicio de Incendios, en rescate y primeros auxilios.

Las personas que reciben entrenamiento actuarán de puntos focales en las situaciones de emergencia, distribuyendo mensajes de alerta temprana y asistiendo en la primera línea de respuesta de emergencia.

Como se prevén deslizamientos de tierra que bloquearán los caminos, se dispondrán máquinas livianas y equipos de rescate en 10 puntos estratégicos en los campamentos, en el marco del Proyecto de Ingeniería de Mantenimiento, una iniciativa conjunta de la OIM, el Programa Mundial de Alimentos y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.

Además habrán cinco centros médicos especializados en el distrito para atender posibles casos de diarrea aguda, previsibles a raíz de las inundaciones y el desborde de aguas servidas.

Los gobiernos de Bangladesh y Birmania acordaron la repatriación de 6.000 rohinyás, aunque el canciller bangladesí M Shahriar Alam aclaró el 25 de febrero que nadie será trasladado a la fuerza y contra su voluntad.

El flujo de refugiados que llegan a Bangladesh desde Birmania continúa, aunque en menor proporción, a raíz de las agresiones que sigue sufriendo esa comunidad musulmana, principalmente en la provincia birmana de Maungdaw, donde queman sus viviendas dejando pueblos fantasmas.

Traducido por Verónica Firme

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