Para emigrantes de Bangladesh, no hay como estar en casa

Golam Sarwar Habib se fue de Bangladesh a Bélgica en 1991, tras graduarse a los 27 años. Ahora es dueño del centro comercial que se ve en la fotografía, en Rangpur, entre otras inversiones. Crédito: Rafiqul Islam Sarker/IPS
Golam Sarwar Habib se fue de Bangladesh a Bélgica en 1991, tras graduarse a los 27 años. Ahora es dueño del centro comercial que se ve en la fotografía, en Rangpur, entre otras inversiones. Crédito: Rafiqul Islam Sarker/IPS

Muchos bangladesíes que emigraron de jóvenes a Europa, Australia o Estados Unidos, desde la norteña región de Rangpur, ahora regresan en su madurez e invierten en su país.

Con mucha conexión con sus familiares y su cultura, los emigrantes suelen regresar a su país a pesar de haber obtenido una segunda ciudadanía. Para ellos, la emigración es una cuestión económica, y por eso cuando les va bien, vuelven a su país.

Muchos están muy bien económicamente y pueden invertir en Rangpur o en Daca, como es el caso de Rakibuzzaman y Golam Sarwar Habib, entrevistados por IPS.

Los dos emigraron de jóvenes a Bélgica y ahora regresaron a Bangladesh.

Rakibuzzaman, de 54 años y originario de Senpara, en la ciudad de Rangpur, 330 kilómetros al norte de Daca, es dueño de un gran restaurante y de una tienda de ropa en el barrio de Dhap.

Pero cuando recién llegó a Bélgica la pasó mal lejos de su familia. Al ser el tercero de seis hermanos, Raki se crió en una familia extensa.

Su padre era un inspector de policía y él terminó la secundaria en la escuela en Rangpur, en 1982. Desde niño, soñó con ir a Europa para hacer dinero.

“Ir a un país europeo no era tan difícil en los 90 como es ahora”, comentó en diálogo con IPS.

De Bangladesh se fue a Alemania en 1986 con una visa de visita y se quedó un año. Luego se mudó a Bélgica y trabajó en una fábrica química en la noroccidental ciudad portuaria de Ghent durante casi cuatro años.

“Tener un negocio me resultó más rentable que el empleo en Ghent y entonces abrí una tienda en la ciudad, que tuve durante 17 años”, relató.

“Difícilmente pasaba un día en Bélgica sin pensar en mis dulces recuerdos de Bangladesh”, apuntó.

“No teníamos conexión telefónica con mi casa en Bangladesh y la comunicación con mis familiares desde Bélgica era muy escasa. Podía hablar con mi mamá por teléfono una sola vez por semana”, recordó.

Su mamá esperaba ansiosa la llamada de su hijo en la casa de un vecino todos los fines de semana.

Siempre quería tener noticias de su país, pero en Bélgica no había diarios bangladesíes.

Las autoridades belgas le dieron la ciudadanía cuatro años después de haber llegado. Y una vez que obtuvo su pasaporte, volvió a Bangladesh para visitar a sus padres y otros familiares.

“No puedo explicar lo que sentí el día que llegué desde Bélgica en 1996. Al llegar al aeropuerto de Saidpur, deseé poder besar el suelo”, añadió Rakib.

“Me quedé un mes, y la alegría de mi familia fue inmensa. Fue un mes de fiesta. En cuanto me fui, sintieron un profundo pesar. Para mí también fue difícil dejar Bangladesh. Pero a pesar del dolor, nunca perdí de vista lo que era mi vida en Bélgica”, apuntó.

Rakib no pudo enterrar a su padre ni a su madre en Rangpur, los que fallecieron con 10 años de diferencia, en ambos casos llegó después.

En Bangladesh, como en muchos países musulmanes, los fieles tienen que enterrar a sus muertos en las primeras 24 horas. Y la culpa lo persigue hasta hoy.

“Mi hermana mayor, abogada en un tribunal de Rangpur, también murió mientras estaba en Bélgica. Tampoco pude ir al funeral porque entonces tenía mucho trabajo en Ghent”, añadió.

En 1998, se casó con Momotaz Zaman, también de Rangpur, y logró que viajara a Bélgica tres meses después. Ahora tienen dos hijos, Sayeduzzaman Rayan y Raina, que si bien nacieron en Bélgica, se criaron en Bangladesh.

“Mi hijo terminó el nivel A con la mejor nota en tres materias en la Escuela Internacional Noroccidental, con el método inglés, del British Council, este año, y la niña, Raina, hace el nivel O”, explicó.

El varón ahora busca una universidad en Europa para ir a estudiar.

“Mi deseo es que regresen a Bangladesh después de obtener un título, porque Bangladesh mejoró económicamente”, destacó.

“Si el gobierno mantiene el crecimiento nacional como ahora, se convertirá en un país rico en los próximos 20 años”, observó

“Ahora necesitamos buenas políticas y una buena gobernanza”, subrayó.

Según la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), unas 500.000 personas emigran de Bangladesh al año.

Las remesas de los trabajadores emigrantes contribuyen a entre siete y ocho por ciento del producto interno bruto, un aporte significativo para el crecimiento y el desarrollo del país.[related_articles]

Un estudio de la OIM, concluyó en 2016 que solo 31 por ciento de los emigrantes consiguen un empleo calificado, pues la mayoría no tienen capacitación, y muy pocos tienen habilidades reconocidas en los países anfitriones.

Según la OIM, la Política Nacional de Desarrollo de Capacidades, de Bangladesh, de 2011, atendió muchos de esos problemas haciendo que los institutos de capacitación tuvieran una oferta orientada al mercado con calidad, evaluaciones estandarizadas y certificaciones, además de adoptar un Marco Nacional de Calificaciones Vocacionales y Técnicas, con niveles claros, que se traducen en calificaciones reconocidas en los países anfitriones.

Por su parte, Golam Sarwar Habib, de 56 años y originario de Khalipara, en Rangpur, se fue en 1991, tras graduarse de la universidad a los 27 años, directo a Bélgica.

“Al principio y durante casi cinco años hice trabajos raros”, relató. “Luego puse un negocio en Ghent”, prosiguió.

Habib se casó con una belga a los 35 años y obtuvo la ciudadanía por estar casado con una ciudadana belga. Tiene dos hijos, pero no quiso revelar sus nombres.

“Mi esposa y mis dos hijos visitan seguido Bangladesh, pero no se quedan más de dos semanas seguidas”, relató.

Habib compró un centro comercial llamado Complejo Empresarial Jahaj en 2007, ubicado en medio de Rangpur, con 120 comercios en sus tres pisos, y vive de la renta del alquiler de las tiendas.

“El centro comercial no es rentable en comparación con la inversión. Pero me mantiene ocupado cuando vengo a Bangladesh”, explicó.

Habib pasa seis meses en Bangladesh todos los años y los otros seis en Bélgica, donde todavía tiene su negocio.

“La tecnología de la información avanzó tanto que puedo supervisar mi negocio en Bélgica desde Bangladesh”, apuntó.

Al igual que Rakib, Habib comentó que el bienestar de sus padres y el de su familia es muy importante, y también le entristece profundamente cuando fallece un ser querido y él no está en su país.

Traducción: Verónica Firme

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