Redes sociales ponen a prueba nuevas libertades de Sri Lanka

Los medios de Sri Lanka estuvieron bajo presión durante la pasada década y recién lograron respirar un poco tras las elecciones presidenciales de 2015. Crédito: Amantha Perera/IPS.
Los medios de Sri Lanka estuvieron bajo presión durante la pasada década y recién lograron respirar un poco tras las elecciones presidenciales de 2015. Crédito: Amantha Perera/IPS.

Periodistas y defensores de la libertad de los medios advirtieron sobre la situación real de la libertad de prensa, conseguida hace poco en Sri Lanka, en la cuenta regresiva para las elecciones de 2020.

Distintos incidentes a los que no les faltaron discursos de odio contra la minoría musulmana, y la consiguiente clausura de plataformas de redes sociales, además del acoso de reporteros críticos, hizo que muchos analistas se cuestionaran si la independencia de los medios lograda en los últimos años puede llegar a revertirse.

En las últimas clasificaciones de países según el estado de la libertad de prensa, elaboradas por Reporteros Sin Fronteras, Sri Lanka quedó en el lugar 131 entre 180, una muy pequeña mejoría respecto a su ubicación de 2014, en el sitio 165.

El inesperado triunfo electoral en 2015 del actual presidente Maithripala Sirisena, quien durante su campaña abogó por una mayor libertad de prensa, es responsable de esa mejoría.

Pero Shan Wijethunge, director del Instituto de Prensa de Sri Lanka, el principal centro de capacitación de medios, se mostró preocupado al hacer el balance de lo ocurrido en los últimos seis meses.

El gobierno perdió en febrero las elecciones locales frente a una oposición emergente encabezada por el expresidente Mahinda Rajapaksa, quien alentó a la oposición a redoblar esfuerzos para impulsar la campaña contra el gobierno actual.

Hubo muchas críticas contra el diario The New York Times (NYT) y sus periodistas locales, quienes informaron que Rajakapsa habría recibido fondos de compañías chinas.

En un contexto político nacional delicado, los periodistas que escribieron el artículo fueron acusados de tener una agenda favorable al gobierno, poniendo en duda su independencia.

“Los periodistas recibieron críticas personales y burlas, en vez de cuestionamientos al contenido del artículo porque lo que importa ahora estar en los titulares”, dijo Wijethunge a IPS.

Familiares y amigos de los periodistas de NYT en Sri Lanka dijeron que quedaron impactados por los ataques personales y observaron que no hubo pedidos de retractación.

“Se sintieron muy vulnerables, como si las cosas regresaron de repente a lo que eran hace tres años, y muestra la rapidez con que las cosas pueden deteriorarse”, comentó un colega de los periodistas acosados, quien pidió mantener su anonimato.

Fue hace menos de una década cuando asesinaron al jefe de edición del Sunday Leader, Lasantha Wickrematunge, unos meses antes de que terminara en 2009 la guerra civil de 26 años. Y un año después, desapareció el caricaturista Prageeth Eknaligoda.

En los últimos tiempos, se vieron señales de mejoría en lo que respecta a la libertad de prensa en este país insular.

En 2016, cuando la respetada revista regional Himal Southasian sufrió una creciente presión burocrática en Nepal, donde operaba desde 1996, Colombo se convirtió en su evidente nueva sede, y en marzo, abrió sus puertas en un barrio de la capital srilankesa.

Y Amnistía Internacional también tiene ahora una oficina en Colombo.

Pero a muchos analistas les preocupa que si en las próximas elecciones de 2020 hay poco margen entre los presidenciables, aumente la presión sobre los periodistas.

Y no solo eso, la clausura de plataformas de redes sociales en el país también hizo temer por la libertad de expresión.

En marzo, zonas de la Provincia Central registraron una serie de disturbios contra la comunidad musulmana que motivó la desconexión de plataformas como Facebook, Whatsapp, Instagram y Viber durante una semana.

El gobierno atribuyó la propagación de comentarios de odio contra esa minoría en las redes sociales a los perturbadores. Tras una reunión con representantes de Facebook, dueño de Whatsapp y de Instagram, las autoridades desbloquearon las plataformas.[related_articles]

“Fue una respuesta precipitada, pero es una reacción que podría volver a ocurrir en el futuro, en especial cuando nos acercamos a los comicios”, alertó Wijethunge.

Según él, arremetieron contra las redes sociales porque es donde la población tiende a expresar sus opiniones con mayor libertad y difundir noticias.

Los datos de Facebook señalan que hay entre cinco y seis millones de cuentas de origen srilankés, lo que genera 1.000 millones de publicaciones en Facebook, Whatsapp e Instagram al mes.

Incluso dirigentes políticos como el presidente Sirisena, el expresidente Rajapaksa y su hijo, Namal Rajapaksa, usan Facebook y Twitter como instrumentos para su campaña y para llegar a su electorado.

Sanjana Hattotuwa, investigador del Centro para Alternativas Políticas, estudió de forma exhaustiva el impacto de las redes sociales en los votantes.

Su investigación concluyó que para una cuarta parte de los votantes, los que tienen entre 18 y 34 años, las redes sociales son la principal plataforma de interacción política.

“La información errónea y la falta de información se conciben claramente para aumentar su ansiedad y malestar”, explicó Hattotuwa, refiriéndose a las noticias falsas.

El estudio también concluyó que el discurso de odio, las burlas y las noticias falsas estaban bastante a la vista en cuentas y en organizaciones de Sri Lanka mucho antes de los disturbios de marzo.

El asunto debió atenderse de forma mucho más organizada y profesional recurriendo al trabajo humano y a la tecnología. Hattotuwa también señaló que teme que ciertos viejos juegos políticos encuentren un lugar en esos nuevos foros.

“El crecimiento de las redes sociales y el mayor acceso a Internet en Sri Lanka no puede equipararse con la solidez de la democracia ni con el fortalecimiento de un gobierno liberal. El uso de las redes sociales como arma debe considerarse una de las últimas estrategias de un antiguo juego político”, explicó.

Con su creciente popularidad, Wijethunge cree que las redes sociales son ahora el principal vector de sentimientos y noticias políticas.

Como no hay forma de combatir los contenidos falsos ni la difusión de información errónea más que mediante el bloqueo, las plataformas “serán el terreno de prueba en el que veremos si todas las libertades conseguidas en los últimos tres años y medio se sostienen realmente o son solo una ilusión”, apuntó.

En especial, cuando aumentan las críticas contra el gobierno.

Traducción: Verónica Firme

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