Se necesita agricultura sostenible para erradicar el hambre

La vulnerabilidad de los pobres agricultores y los cultivos con pocos nutrientes han sido hasta ahora algunos de los frenos de la agricultura eficiente. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS.
La vulnerabilidad de los pobres agricultores y los cultivos con pocos nutrientes han sido hasta ahora algunos de los frenos de la agricultura eficiente. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS.

Se necesitan mayores inversiones para sacar a cientos de millones de campesinos de la pobreza y para que la agricultura sea sostenible, insistió Rob Vos, director de la división mercados, comercio e instituciones del Instituto Internacional de Investigación en Políticas Alimentarias (IFPRI).

Con una creciente población mundial, el hambre y la malnutrición aumentan, y los gobiernos buscan alianzas privadas para aliviar la situación.

En el marco del Foro Político de Alto Nivel sobre Desarrollo Sostenible, realizado en julio en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York, el IFPRI organizó un encuentro paralelo sobre “Investigación para rediseñar los sistemas alimentarios”.

Entre los oradores del panel estuvieron Claudia Sadoff, directora general del Instituto Internacional de Gestión de Agua, Nichola Dyer, del Programa Mundial de Agricultura y Alimentación del Banco Mundial, Gerda Verburg, coordinadora del Movimiento para Ampliar la Nutrición (SUN); y Chantal-Line Carpentier, jefa de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo.

Todos subrayaron la urgencia de invertir en agricultura sostenible, definida por el Centro Barilla para Alimentación y Nutrición como “la producción eficiente de productos agrícolas seguros, saludables y de alta calidad”.

La población mundial llegará a ocho mil millones de personas en 2025, pero la superficie de tierras cultivables permanecerá igual. Debido a pesticidas, técnicas agrícolas no sostenibles y aguas servidas, será cada vez más difícil acceder a nutrientes saludables.

El asunto, además del desperdicio de alimentos (20 por ciento de la comida comprada se desperdicia), es un gran problema para Verbug, quien subrayó la necesidad de repensar los sistemas alimentarios y de dejar de culpar a la agricultura.

La relación entre el sector privado y la agricultura no es nueva. Al contrario, muchos agricultores, en especial los más pobres, se desempeñan en el sector privado.

“La mayoría de los pequeños agricultores pobres y con hambre, de hecho, pertenecen al sector privado, por lo que son los más débiles. Y algunas inversiones corporativas en la agricultura podrían perjudicarlos”, explicó John Coonrod, vicepresidente ejecutivo de Hunger Project, en diálogo con IPS.

Los agricultores pobres más débiles y los cultivos con bajos nutrientes han sido, hasta ahora, algunos de los frenos para el desarrollo de la agricultura eficiente.

“El mundo ha invertido en exceso en cultivos básicos con pocos nutrientes, elevando el precio relativo de los alimentos con muchos nutrientes. Las calorías vacías constituyen el sistema alimentario de las personas pobres”, explicó Coonrod.

“Para superar la malnutrición, necesitamos diversificar la dieta de los más pobres para incluir muchas más frutas y verduras, lo que implica aumentar la producción local y reducir el precio para los consumidores locales”, añadió.

¿Cómo puede la inversión privada hacer para desarrollar la agricultura sostenible?

Vos, de IFPRI, señaló que la prioridad debería ser ofrecer incentivos para inversiones más allá del campo “en infraestructura como caminos, electricidad y transporte refrigerado y procesar productos agroalimentarios”.

“Eso ayudará a ofrecer mejores condiciones de mercado más estables para los agricultores, crear muchos puestos de trabajo y limitar los riesgos de invertir en la propia agricultura”, precisó.

“La segunda prioridad es ofrecer incentivos para invertir en prácticas sostenibles y en la diversificación de cultivos, que incluyan las frutas y las verduras”, acotó Vos.

“Áreas clave para invertir capital en sistemas alimentarios incluyen infraestructura rural, acceso a mercados, conocimiento y tecnología y mejorar los almacenes y la capacidad de transporte para reducir las pérdidas de productos cosechados”, coincidió Bogart, asesor de programa del Programa Mundial de Alimentos en Sudáfrica.[related_articles]

¿Y qué hay de los gobiernos?

En el encuentro, Verburg, de SUN, señaló la importancia del compromiso político y de las autoridades de los países para reducir el hambre y rediseñar los sistemas alimentarios.

“Los estados miembro tienen la responsabilidad de encabezar los esfuerzos generando asociaciones efectivas con el sector privado e impulsando un entorno propicia para las inversiones”, explicó.

“Con la reducción de la inversión pública en la agricultura, la cuestión es cómo las asociaciones público-privadas pueden destrabar oportunidades para que la inversión privada complemente los recursos públicos y su capacidad de generar una mejor seguridad alimentaria, en particular para las poblaciones más vulnerables”, añadió.

Según el informe sobre los Progresos en los Objetivos de Desarrollo Sostenible del secretario general de la ONU, el gasto estatal disminuyó de 0,38 a 0,23 por ciento del producto interno bruto entre 2001 y 2016. Asimismo decayó 20 por ciento la asistencia para la agricultura entre mediados de la década de los años 80 y 2016.

Algunos países ya lo hacen.

El Índice de Alimentos sobre agricultura sostenible del Centro Barilla para Alimentación y Nutrición, que clasifica a 25 países según 58 indicadores, revela que Alemania y Canadá están entre los mejor ubicados en materia de agricultura sostenible.

Pero la responsabilidad no recae solo en los Estados, sino también en la sociedad civil.

Según Coonrod, Hunger Project promueve “la buena nutrición a través de la educación, de mejores métodos agrícolas, de mayor procesamiento local de alimentos y, en las comunidades indígenas de América Latina, nos opusimos a la comida chatarra y ayudamos a las comunidades a reclamar sus nutritivos alimentos tradicionales”.

Finalmente, Vos subrayó la importancia de la investigación en la reducción del hambre.

“Realizamos investigaciones para mejorar la comprensión de las causas subyacentes de las deficiencias en los actuales sistemas de alimentos y probamos la efectividad de las intervenciones que apuntan a superar esas deficiencias”, precisó.

“Sabemos muy poco sobre qué provoca el cambio de los sistemas alimentarios, no solo en la agricultura, sino en todas las etapas de la cadena alimentaria, del campo a la mesa”, añadió.

Traducción: Verónica Firme

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