Cambio climático perjudica acciones contra el hambre

A pesar del objetivo de la Organización de las Naciones Unidas de erradicar la extrema pobreza y el hambre en el mundo, vastos sectores de los adultos mayores en África se sienten arrinconados por la miseria. Crédito: Jeffrey Moyo.
A pesar del objetivo de la Organización de las Naciones Unidas de erradicar la extrema pobreza y el hambre en el mundo, vastos sectores de los adultos mayores en África se sienten arrinconados por la miseria. Crédito: Jeffrey Moyo.

“Si no cambiamos el curso para 2020, podremos llegar a un punto en el que no podamos evitar un cambio climático descontrolado con consecuencias desastrosas para las personas y todos los sistemas naturales que nos sostienen”, alertó el secretario general de la ONU, António Guterres.

Las declaraciones de Guterres coinciden con la publicación del informe anual de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que señala al recalentamiento planetario como uno de los principales factores responsables del aumento del hambre por tercer año consecutivo en 2017.

Además de los conflictos militares y de las crisis económicas, el cambio climático es una fuerza responsable del aumento del hambre, mientras eventos extremos como la degradación del suelo, la desertificación, la escasez hídrica y el aumento del nivel del mar, socavan los esfuerzos globales para erradicar el hambre.

En ese contexto, la ONU (Organización de las Naciones Unidas) tiene un papel activo en esta “Semana del Cambio Climático”, que terminará el 30 de este mes, en paralelo al 73 período de sesiones de la Asamblea General, en la que más 125 gobernantes se dirigirán al plenario esta semana.

Uno de los principales temas que se destacarán en la Semana del Cambio Climático, es el número de desastres causados por eventos climáticos, pues se duplicaron desde principios de la década de los años 90, con 213 eventos al año entre medianos y grandes, ocurridos entre 1990 y 2016, explicó Cindy Holleman, jefa de economía de la FAO, en diálogo con IPS.

Los desastres climáticos representan más de 80 por ciento de todos los desastres del mundo, y afectan a la producción agraria de regiones tropicales, apuntó.

“La variabilidad climática y los eventos extremos no solo ocurrirán en el futuro, ocurren ahora y contribuyen al aumento del hambre en el mundo”, alertó.

La sequía es uno de los eventos extremos más difíciles de afrontar en muchas partes del mundo, y causa más de 80 por ciento de los daños y de las pérdidas en la agricultura, en especial para los subsectores ganadero y de producción agraria, indicó Holleman.

En los casi 36 por ciento de países que experimentaron un aumento de la malnutrición desde mediados de la década de 2000, coincide que sufrieron graves sequías, observó.

“Lo más sorprendente es que casi las dos terceras partes de los casos (19 de 28) ocurrieron a raíz de las graves condiciones de sequía creadas por El Niño entre 2015 y 2016”, precisó.

Durante el Fenómeno de El Niño – Oscilación del Sur en ese período, eso cambió en muchos países, se revirtió a la prevalencia de malnutrición a escala global, señaló.

En el informe de este año de “El Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo”, la FAO señaló que el número absoluto de personas malnutridas, las que sufren privación crónica de alimentos, aumentó a casi 821 millones personas en 2017, por encima de las 804 millones personas del año anterior, los que equivale a los niveles registrados hace casi una década.

La prevalencia de personas malnutridas en la población mundial, podría haber ascendido a 10.9 por ciento en 2017, señala el documento.

La situación empeora en América del Sur y la mayor parte de África, observó la FAO. Este último sigue siendo el continente con la mayor prevalencia de personas malnutridas, con 21 por ciento de la población afectada, más de 256 millones de personas.

La situación también se deteriora en América del Sur, donde el número de personas malnutridas aumentó de 4,7 por ciento, en 2014, a cinco por ciento, en 2017. Y la tendencia a la baja de la malnutrición parece volverse significativamente más lenta.

La prevalencia proyectada para Asia en 2017 es de 11,4 por ciento, lo que representa más de 515 millones de personas afectadas. Si no se redoblan los esfuerzos, el mundo no podrá alcanzar la meta de erradicar el hambre para 2030, como prevén los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU informó que unas 893.000 personas se vieron afectadas por el tifón Mangkhut, que dejó una considerable devastación en Filipinas el 15 de este mes, entre ellas había 280.000 productores.

Además, unas 236.000 personas debieron abandonar sus hogares, 70 por ciento de las cuales siguen en refugios temporales, pues el tifón dejó casi 1.500 casas destruidas.

El documento también estima que se perdieron 1,22 millones de hectáreas de arroz y maíz, con pérdidas estimadas en 267 millones de dólares.

Y sin embargo, todavía hay personas expertas en cambio climático, como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien llegó a decir que se trataba de “un complot chino”.

El secretario general de la ONU prevé una Cumbre Climática para septiembre de 2019 con el fin de ubicar en lo más alto de la agenda internacional a la necesidad de tomar medidas.

El encuentro se realizará un año antes del plazo previsto por los países para mejorar sus compromisos nacionales en el marco del Acuerdo de París, aprobado en 2015.

Kristen Hite, de Política Climática de Oxfam Internacional dijo a IPS que el cambio climático es un elemento que los gobernantes deben tomar en cuenta cuando el mundo trata de alcanzar de forma colectiva las metas fijadas en los ODS.

Para las personas más pobres, puntualizó Hite, las consecuencias implican también un aumento del precio de los alimentos, inseguridad alimentaria y hambre, la pérdida de recursos con los que se ganan la vida, y el desplazamiento de personas debido a inundaciones y a olas de calor.

“Hay una gran diferencia entre 1,5 y dos grados centígrados, en especial en lo que respecta a la agricultura en África subsahariana, África oriental, Asia sudoriental y América Central y América del Sur”, explicó.

“Las personas más pobres se llevan la peor parte, y la agricultura que depende de las lluvias es especialmente vulnerable”, añadió Hite.

Mientras aumentan las emisiones contaminantes, aumenta la presión para desplazar la agricultura alimentaria y reemplazarla por una con mayor emisiones de carbono, precisó.

Pero no tiene que ser de esa forma, si los grandes contaminantes controlan sus emisiones y todos nos sumamos la revolución de energías renovables, todavía hay tiempo de contener la crisis, acotó Hite.

En la 24 Conferencia de las Partes (COP24) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), que se realizará en diciembre en Polonia, se intentará concluir el reglamento para el Acuerdo de París, para que cumpla con sus promesas.

Holleman, de FAO, dijo a IPS que las consecuencias directas del cambio climático se sienten en la disponibilidad de alimentos, dada la sensibilidad de la agricultura frente a la variabilidad climática y al papel del sector como fuente de alimentos y de ingresos para la población rural.[related_articles]

Otra consecuencia es el aumento del precio de los alimentos y la volatilidad de los mismos.

Los compradores netos de comida, como las personas más pobres de las ciudades, son los que más sufren, además de los pequeños productores, trabajadores rurales y los más pobres del campo.

Las personas que dependen de la agricultura y de los recursos naturales pierden ingresos, pero también bienes y acceso a alimentos, señaló Holleman.

Los cambios en el clima también tienen graves consecuencias en términos de nutrición, como mala calidad y falta de diversidad en la dieta, lo que supone un riesgo para la salud, explicó Holleman.

Terminar con el hambre y todas las formas de malnutrición es un objetivo ambicioso, pero creemos que puede alcanzarse, aseguró.

“Necesitamos reforzar nuestros esfuerzos y trabajar para hacer frente a las causas subyacentes del hambre y la malnutrición, así como atender de forma urgente los principales factores responsables del aumento del hambre”, remarcó Holleman.

“La pobreza extrema, la desigualdad y la marginación están en el origen del hambre, y es necesario atenderlas. Es universal, es casi tautológico”, acotó.

Otros aspectos a atender, son el sistema alimentario y la protección social. “Tenemos que lidiar con los desafíos adicionales creados por conflictos, la variabilidad climática y la recesión económica”, añadió Holleman.

Para atender las causas de raíz se necesitan estrategias humanitarias, de desarrollo y para la construcción de la paz, que cumplen con las necesidades inmediatas, mientras se realizan las inversiones necesarias para construir resiliencia para una paz duradera, seguridad alimentaria y nutricional para todos, apuntó Holleman.

“Necesitamos programas, prácticas y políticas integradas, no disociadas, de gestión y reducción del riesgo de desastres y de adaptación al cambio climático, con perspectiva de corto, mediano y largo plazo”, añadió.

En forma paralela, en lo que se considera una “asociación global sin precedentes”, la ONU, el Banco Mundial, el Comité Internacional de la Cruz Roja, Microsoft, Google y los Servicios de Internet de Amazon anunciaron un plan para evitar futuras hambrunas, mediante un Mecanismo de Acción contra hambrunas.

“Las intervenciones podrían salvar más vidas y reducir el costo humanitario en 30 por ciento”, informó la alianza el lunes 24 de este mes. “La iniciativa usará el poder de predicción de datos para conseguir fondos mediante instrumentos adecuados, colaborando de forma estrecha con sistemas existentes”, precisó.

Traducción: Verónica Firme

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