Soluciones climáticamente inteligentes por la paz en Sudán del Sur

Un excombatiente rebelde de Sudán del Sur empaqueta semillas mejoradas de sorgo en Yambio. Más de 1.900 excomabtientes son beneficiarios de programas de reinserción social. Crédito: Isaiah Esipisu/IPS.
Un excombatiente rebelde de Sudán del Sur empaqueta semillas mejoradas de sorgo en Yambio. Más de 1.900 excomabtientes son beneficiarios de programas de reinserción social. Crédito: Isaiah Esipisu/IPS.

Cuando falta casi un mes para el inicio de la estación de lluvias en el estado de Gbudue, unos 430 kilómetros al oeste de la capital de Sudán del Sur, numerosos pequeños agricultores comenzaron a arar la tierra y a prepararla para plantar semillas más puras y tolerantes a la sequía.

“Preparamos nuestra tierra desde ya porque nunca estamos seguros cuándo puede llover, y no podemos permitirnos perdernos el programa de producción de semillas, que es nuestra nueva fuente de ingresos”, explicó Antony Ezekiel Ndukpo, padre de 19 niños y niñas de esta región de Yambio.

Este país, el más joven de África, no cuenta con servicios de información climática confiables, lo que obliga a los agricultores a confiar en métodos tradicionales para pronosticar lluvias y sequías, pero ya no pueden depender de ellos por la gran variabilidad causada por el cambio climático.

Pero se enseña a los productores el proceso para multiplicar semillas tolerantes a la sequía a través de una nueva iniciativa que busca promover la paz en este país.

La Alianza para una Revolución Verde en África (AGRA), en colaboración con el estado de Gbudue y el gobierno de Holanda, trabajan con una compañía local que vende semillas y con un grupo de pequeños agricultores para producir semillas de rápida maduración de variedades tolerantes a la sequía, que los miles de jóvenes excombatientes, hombres y mujeres, retornados a su región tras el conflicto, podrán plantar en la próxima estación.

Desde 2013, Sudán del Sur vive un conflicto por el enfrentamiento de fuerzas regulares del gobierno contra las de jefes opositores, que dejó miles de personas muertas y a cientos de miles desplazadas.

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), desde entonces “más de 2,2 millones de refugiados huyeron del país, hay hambruna en algunas áreas y la economía quedó devastada”.

Los agricultores aprenden a obtener versiones puras de semillas de fundación y originales con el fin de producir variedades certificadas.

Las semillas originales se obtienen a partir de semillas puras, las que se reproducen bajo ciertas condiciones de supervisión para obtener semillas de fundación con el fin de certificarlas.

“Por más que busquemos la paz, debemos hacer frente a la realidad y utilizar técnicas climáticamente inteligentes para lograr un cambio significativo, en especial para un país que solo ha estado en guerra”, explicó Jane Ininda, especialista en reproducción de plantas en AGRA.

“Necesitamos dar a los agricultores semillas tolerantes a las sequías porque nunca sabemos las condiciones climáticas, y necesitamos variedades de maduración rápida para escapar a la sequía en caso de que la estación lluviosa resulte muy corta”, explicó Ininda en diálogo con IPS.

En los últimos seis años, se suscribieron varios acuerdos de paz, gracias a lo cual muchos jóvenes reclutados por grupos rebeldes comenzaron a regresar a sus casas. Con el fin de reintegrarlos a una vida normal, el gobierno quiere que comiencen a realizar actividades que generen ingresos.

Antes, “el gobierno capturaba y encarcelaba a los excombatientes que regresaban de la selva”, explicó Pia Philip Michael, ministro de Educación, Género y Bienestar Social del estado de Gbudue, en entrevista con IPS.

“Pero descubrimos que la mayoría tenía entre 12 y 17 años, y la mejor forma de ayudarlos era diseñar una propuesta para su reinserción e implementarla”, subrayó.

Según el ministro, casi todos los retornados confesaron que se unieron a grupos rebeldes porque les prometieron un salario de unos 200 dólares al mes, y eso “apunta a la cuestión de generar ingresos”, observó Michael.

Como dijo el gobernador de Gbudue, Daniel Badagbu, las armas no se pueden usar para ganar la guerra.

“Lo único que necesitamos es crear empleo, en especial para los jóvenes, introduciéndolos en la agricultura y dándoles formación a través de capacitaciones, explicó Badagbu a una misión de la ONU que visitó este estado sursudanés en febrero.

Solo en Gbudue, más de 1.900 excombatientes participan del programa de rehabilitación y fueron liberados para participar en capacitaciones vocacionales y laborar en la agricultura, mientras otros se incorporaron a las fuerzas regulares.

“Crear fuentes de ingreso y empoderamiento económico es la única forma de crear paz”, insistió Badagbu.

“Todo comienza con una semilla”, puntualizó Ininda. “Si queremos marcar la diferencia, entonces tenemos que ofrecer semillas certificadas a todos los agricultores, y deben ser compatibles con las condiciones climáticas preponderantes”, explicó.

Lamentablemente, este país no cuenta con un sistema de certificación de semillas. AGRA y sus socios tuvieron que importar semillas de fundación y originales de la Organización Nacional para la Investigación Agrícola (NARO), de Uganda.

Con esa semilla, la empresa local GAIS (Global Agriculture Innovation and Solutions) capacitó a unos 7.200 pequeños agricultores en los estados de Gbudue y Lagos en la multiplicación de semillas.[related_articles]

Para la multiplicación, es necesario plantar la semilla en un lugar aislado y evitar que se contamine con el polen de otras variedades de maíz para que mantenga la pureza. Los cultivadores también aprenden prácticas agrarias y les enseñan las que funcionan mejor para elevar la calidad de la semilla y cómo regarla cuando llueve poco para mantener el crecimiento.

“En ambos estados, nos concentramos en mejorar las semillas de variedad de maíz de maduración rápida, maní, sorgo y caupí, las más apreciadas”, indicó Rahul Saharan, director ejecutivo de GAIS.

Los agricultores ya produjeron su primera estación de semillas de fundación.

En la mayoría de los países, esos procesos están bajo la supervisión de agencias certificadas, pero como no hay ninguna en Sudán del Sur, GAIS se puso la tarea al hombro.

El objetivo del proyecto es tener suficientes semillas para distribuir entre los agricultores para mejorar su cosecha. Este país depende mucho de la asistencia alimentaria, lo que es evidente en los aeropuertos de Yuba, donde los numerosos aviones de la ONU superan a los comerciales.

“Estamos felices de poder producir mejores semillas en nuestro propio suelo. Creo que tendrán un mejor rendimiento que las semillas que venimos plantando, cultivadas en distintos lugares y con diferentes condiciones ambientales”, se alegró el agricultor Ndukpo.

Solo con acciones prevalecerá la paz en Sudán del Sur, aseguró la directora de Cooperación Internacional de Holanda, Reina Buijs, en diálogo con IPS.

“Es bueno ver al gobierno, al sector privado, a la sociedad civil, a religiosos y al pueblo unidos por la paz”, observó Buijs.

“Se pueden decir o escribir muchas palabras lindas, pero si no se traducen en acciones concretas, la gente no puede creer más”, observó.

“Es genial ver que el apoyo de los donantes se traduce en esperanza de futuro para el pueblo y en la implementación de un acuerdo de paz”, apuntó. Holanda estará orgullosa de seguir apoyando esas iniciativas en Sudán del Sur, añadió Buijs.

Traducción: Verónica Firme

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe