Sri Lanka sigue en alerta tras la cadena de atentados de abril

Uno de los templos católicos atacados en Sri Lanka, en los atentados el 21 de abril, en el domingo de la Pascua cristiana. Crédito: Flickr
Uno de los templos católicos atacados en Sri Lanka, en los atentados el 21 de abril, en el domingo de la Pascua cristiana. Crédito: Flickr

Sri Lanka permanece en alerta de seguridad 11 semanas después de la devastación causada por una serie de atentados el domingo de la Pascua cristiana de este año, que el 21 de abril causaron 290 muertos y más de 500 heridos en este país insular del sur de Asia.

Raisa Wickrematunge, editora del portal digital srilanqués  Groundviews, dijo a IPS que desde aquella jornada “ha habido un endurecimiento de la seguridad. Ahora se están llevando a cabo controles de seguridad fuera de los hoteles y centros comerciales, ya sea a través de escáneres o revisiones  de carteras y de los propios cuerpos de las personas».

«En la (católica) Iglesia de San Antonio, donde ocurrió la primera explosión, se revisan a los fieles y lo que lleven encima antes de que puedan entrar al templo, y los bolsos que poten los feligreses se dejan fuera de las instalaciones.  Muchas iglesias y algunas escuelas también han aumentado su seguridad», explicó desde Colombo.

Los ataques con explosivos del domingo 21 de abril se produjeron contra tres templos cristianos y cinco hoteles de lujo en Colombo y otras localidades de Sri Lanka y dos días después el radical grupo islamista Estado Islámico se atribuyó los atentados, perpetrados por un grupo seguidor local.

Desde entonces, el gobierno estableció toques de queda y promulgó temporalmente el boicot al acceso a las redes sociales, para evitar que se difundieran las crudas imágenes de los atentados.

Cientistas sociales destacan que son muchas las secuelas sicológicas que estos atentados dejaron en la población srilanquesa, más de 21 millones de personas, que apenas se ha repuesto del trauma de la guerra civil que vivió el país por un cuarto de siglo, hasta 2009.

Estos ataques resultaron inesperados para la minoría cristiana de Sri Lanka y también para el propio gobierno, pese a que había recibido alertas sobre su preparación que no fueron atendidos por descoordinación interna.

Rohan Dominic, sacerdote de la congregación misionera católica de los Claretianos, dijo a IPS que «durante bastante tiempo, hubo ataques contra minorías musulmanas y cristianas por parte de budistas extremistas. En lugares, donde los budistas eran la mayoría, los cristianos vivían con miedo».

Por eso dejó en shock que fuera uno de esos grupos religiosos minoritarios, el de un grupo extremista ligado a la religión musulmana, el que perpetró los ataques del domingo de Pascua.

Los siete detenidos por realizar los ataques pertenecían a un grupo islamista local, National Thowpheeth Jama’ath, según destacaron autoridades gubernamentales.

Como reacción, se ha establecido la prohibición de que las mujeres musulmanas vistan burkas (vestimenta que cubre completamente su cuerpo) o niqabs (velos que cubren el rostro) y se ha negado la entrada a diferentes establecimientos de las que porten cualquier prenda que tape parcialmente el rostro, e incluyo el hiyab, que es un velo o pañuelo que no lo hace.

Aunque la religión predominante en Sri Lanka es el budismo también hay una gran población que sigue la religión hindú, a la que siguen las minorías cristianas y musulmanas.

El padre Dominic dijo también desde Colombo que «la Iglesia católica en Sri Lanka pudo recuperarse del ataque rápidamente y ayudó a los sobrevivientes y las familias de las víctimas a consolarlos y cuidarlos”.

“La Iglesia también ha guiado a la comunidad cristiana en momentos de enojo y violencia», para aplacar sus ánimos, afirmó.

«Buscamos manejar su frustración, controlar sus emociones y no culpar a los musulmanes. Esta posición de la Iglesia ha ayudado a prevenir reacciones de violencia y ha creado un entendimiento común y una armonía religiosa», tras la dramática jornada del 21 de abril.

Según la periodista Wickrematunge, ha habido mucha asistencia para ayudar a la comunidad a adaptarse a la vida después de los ataques y para reconstruir todo lo destruido y dañado.

Otros esfuerzos han sido liderados por organizaciones humanitarias como la Cruz Roja y congregaciones católicas y de otros credos cristianos, con base en Sri Lanka o en otros países de Asia e incluso de América del Norte.

Es Estado, por su parte ha brindado apoyo financiero a los afectados, que comenzó a entregarse el 21 de junio.

Además,  se ha establecido un fondo fiduciario para los niños que perdieron a sus padres u otros familiares en los atentados.

Algunas de las industrias afectadas, como la del turismo, han recibido préstamos subsidiados para que puedan mantener su nómina de empleados.

También se proporciona a los ciudadanos afectados apoyo sicológico y recursos educativos y de otras características para ayudarles a recuperar sus vidas.

Aunque la tranquilidad no ha vuelto al país del golfo de Bengala, 11 semanas después los pasos hacia la recuperación de la normalidad ciudadana se consideran firmes por parte de los especialistas, aunque muchas vidas y familias quedaron rotas aquel 21 de abril.

T: MF

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