La acción ciudadana es fundamental para la respuesta global a covid-19

Los ciudadanos deben preguntarse si las medidas implementadas por sus gobiernos para dar respuesta a la covid-19 son suficientes y adecuadas. La acción ciudadana y de las Organizaciones de la Sociedad Civil tiene un papel muy importante que desempeñar para garantizar que los gobiernos responden a las personas.
Una favela de la ciudad de Río de Janeiro, en Brasil. En estos barrios pobres y hacinados el distanciamiento físico recomendado para contener la propagación del coronavirus resulta difícil de poner en práctica.

La pandemia de covid-19 ha creado una crisis humana y económica sin precedentes. Los gobiernos están tomando medidas enérgicas, instaurando cuarentenas para reducir los contagios, haciendo tests masivos, construyendo unidades de cuidados intensivos de emergencia.

Los gobiernos también han lanzado grandes planes de estímulo fiscal para proteger los empleos y la economía, así como programas temporales de protección social como ayudas económicas/alimentarias, subsidios a servicios públicos y asistencia social.

Pero en muchos países, se necesitan aún más medidas para proteger vidas y empleos. Los estados deben responder adecuadamente a esta emergencia pública. Los ciudadanos deben preguntarse si las medidas implementadas por sus gobiernos son suficientes y adecuadas.

Las siguientes son cuestiones cruciales que los ciudadanos y las organizaciones de la sociedad civil (OSC) deben vigilar a nivel de país:

Isabel Ortiz
Isaberl Ortiz
  1. Es hora de invertir en salud pública universal, no solo en cubrir la emergencia. Dada la covid-19, se aconseja a los gobiernos que incrementen los gastos de salud pública. Claramente los tests, respiradores y mascarillas son necesarios, pero los países necesitan más que solo apoyo de emergencia. Existe el riesgo de que, a medida que los gobiernos se endeuden, se continúe con los recortes de austeridad y las privatizaciones que han estado erosionando los sistemas de salud pública en los últimos años, volviendo a una situación en la que millones de personas están excluidas de la atención médica.
  1. Estimular la economía y el empleo. Es muy necesario apoyar a las empresas generadoras de empleo durante el confinamiento. Sin embargo, los ciudadanos deben estar atentos a que el estímulo fiscal no vaya a manos equivocadas, a la corrupción, a las grandes corporaciones que evaden impuestos, al sector financiero libre de impuestos. Si se otorgan fondos públicos a las empresas, debe ser bajo condiciones estrictas para eliminar la evasión fiscal y las recompras de acciones por las compañías, aceptar una regulación adecuada, reducir las primas y los sobresueldos exorbitantes de la gerencia, pagar salarios dignos y preservar el empleo.
  1. Proporcionar protección social, apoyo económico y alimentario. Estas medidas son extremadamente urgentes si la población debe mantenerse en cuarentena y no puede teletrabajar. En los países en desarrollo, la mayoría trabaja precariamente en la economía informal y el aislamiento no es posible; sin ingresos, los hogares sufrirán hambre. Dadas las bajas condiciones de vida en la mayoría de los países en desarrollo, los gobiernos deberían considerar establecer pisos de protección social universales.
  1. Los gobiernos necesitan más poderes ejecutivos para implementar estas medidas. Los estados y las políticas públicas han sido debilitados en las últimas décadas debido a desregulaciones, privatizaciones y recortes presupuestarios. Se necesita una mejor planificación, mejores recursos y mejores políticas públicas para todos los ciudadanos, pero es importante prevenir que los líderes de derecha radical y autoritarios no utilicen estos poderes ejecutivos para sus propios fines (por ejemplo, Brasil, Estados Unidos, Filipinas, Hungría, India).

Además, es importante para los ciudadanos y las OSC impulsar las siguientes medidas a nivel global:

  1. Apoyar la salud pública mundial, está en juego la supervivencia del planeta. La pandemia de coronavirus ha revelado el frágil estado de los sistemas de salud pública, generalmente sobrecargados, con escasos fondos e insuficiente personal, debido a las políticas de austeridad y privatizaciones anteriores. La gobernanza mundial de la salud debe mejorarse, incluido el fortalecimiento de la OMS y las agencias de las Naciones Unidas que apoyan la extensión de los sistemas de salud pública, así como las OSC monitoreando progreso.
  1. Presionar a las instituciones financieras internacionales como el FMI y los bancos de desarrollo, para que sus políticas apoyen sistemas de salud pública universales, empleos y pisos de protección social, tanto ahora como después de la emergencia covid-19, incluido facilitar recursos y espacio fiscal para financiarlos.

    Walden Bello
    Walden Bello
  1. Dados los altos niveles de deuda pública, continuar presionando para que se condone o reduzca la deuda de los países y que así dispongan de la financiación necesaria; o al menos una moratoria, y luego una reestructuración/reducción del servicio de la deuda.
  1. Vigilar que la nueva deuda y déficits fiscales creados por los programas para paliar la covid-19 no resulten en una nueva ronda de recortes de austeridad con impactos sociales negativos, socavando los sistemas de salud pública, reduciendo el empleo y la protección social.
  1. Instaurar controles de capital. La capital está volando hacia el norte, a lugares más seguro como Estados Unidos o Europa. La fuga de capital, la caída de los precios de las materias primas y otros van a afectar duramente a los países en desarrollo. Los controles de capital son fáciles de implementar, con resultados inmediatos.
  1. Un Plan Marshall Global, o un New Deal Verde Global. Los problemas globales requieren soluciones globales; después de la Segunda Guerra Mundial, Estados unidos implementó un Plan Marshall para reconstruir Europa. Esta vez, ningún país solo puede o debe financiar un plan global, pero puede construirse a través de un multilateralismo progresivo. Hay muchas formas de financiarlo, los impuestos solidarios a la riqueza podrían ser la mejor manera de reducir las desigualdades y nivelar el desarrollo mundial. Podría complementarse con otras medidas, como la emisión de más derechos especiales de giro en las organizaciones internacionales.

La pandemia del coronavirus ha evidenciado las debilidades e injusticias extremas de nuestro mundo. No debemos volver a la «normalidad», a un mundo donde la mitad de la población vive por debajo del umbral de pobreza de 5,50 dólares por día.

Debemos alejarnos de un modelo desigual basado en las finanzas no reguladas y el poder corporativo, ciego a impactos sociales y ambientales nocivos. Debemos dejar atrás un sistema que ignora el trabajo del personal de salud, de limpieza, de recogida de basuras, de los agricultores y, en cambio, que recompensa con grandes salarios a los gerentes corporativos, jugadores de fútbol y otros que no realizan ninguna actividad esencial.

Ahora los ciudadanos tienen la oportunidad de avanzar y cambiar las cosas.

A medida que los países y las empresas se recuperan de la crisis, tendrán que repensar su modelo económico, incluidos menos vínculos con las cadenas de suministro global, y más vínculos nacionales.

Será un momento importante para que los ciudadanos y las OSC presionen a favor de la «desglobalización«, haciendo que el mercado interno vuelva a ser el centro de gravedad de la economía, preservando la producción local con empleos decentes e inversiones ecológicas, y cuestionando las cadenas de suministro global basadas en aprovecharse de salarios más bajos, menores impuestos y regulaciones ambientales en otros lugares.

Ahora es el momento de que los ciudadanos presionen a los líderes mundiales para que respondan correctamente a la crisis de covid-19, de acuerdo con los derechos humanos.

Esta vez no puede ser como otras experiencias de crisis, donde se proporcionó un apoyo insuficiente a la población, o terminó en las manos equivocadas, rescatando a bancos y no a la gente. Los ciudadanos y las OSC tienen un papel muy importante que desempeñar para garantizar que los gobiernos responden a las personas.

Isabel Ortiz es directora del Programa Global de Justicia Social en la Iniciativa para el Diálogo de la Universidad de Columbia, y exdirectora de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y Unicef.

Walden Bello es analista sénior en Focus on the Global South, con sede en Bangkok, y profesor adjunto internacional de Sociología en la Universidad Estatal de Nueva York en Binghamton.

RV: EG

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