Coronavirus pone en jaque a migrantes en México

“La pandemia no sólo va a traer una crisis económica, sino también una crisis migratoria sin precedente alrededor del mundo. La tendencia va a ser migrar, cuando aprieta la economía en los países subdesarrollados, y en el caso de Centroamérica, seguro que habrá una mayor necesidad de migrar, porque se va a agudizar la pobreza y la hambruna”, advierte Rubén Figueroa, integrante del Movimiento Migrante Mesoamericano (MMM).
Foto: Cortesía de Rubén Figueroa

Por primera vez en más de 10 años, el tráfico masivo de migrantes centroamericanos por México paró. No obedeció a una mayor presión de Estados Unidos a México ni a una mayor presencia de la Guardia Nacional, sino al impacto de la pandemia de covid-19.

Apenas dos meses atrás, las estaciones migratorias del norte y sur de México estaban abarrotadas. Ahí se encontraban quienes desde hace años intentan pasar el territorio mexicano para llegar a Estados Unidos, así como los nuevos migrantes haitianos y cubanos que, por miles, pedían refugio en México por causas sociales o políticas.

Con la pandemia del coronavirus, ese oleaje de migrantes ha frenado. Rubén  Figueroa, integrante del Movimiento Migrante Mesoamericano (MMM) advirtió de este freno.

Tsunami a la vista

Sin embargo, anticipa que esto se trata de un impasseuna pausa. Y una vez que termine la cuarentena decretada en la mayoría de los países del mundo, sobrevendrá una crisis migratoria peor que la que se vivía en los meses previos a la propagación de la covid-19.

“La pandemia no sólo va a traer una crisis económica, sino también una crisis migratoria sin precedente alrededor del mundo. La tendencia va a ser migrar, cuando aprieta la economía en los países subdesarrollados, y en el caso de Centroamérica, seguro que habrá una mayor necesidad de migrar, porque se va a agudizar la pobreza y la hambruna”, advierte Figueroa.

“Todo es cuestión de que los países regresen a una normalidad económica cruel y desesperada, y en la que, desde luego, también se incrementará la migración de mexicanos a los Estados Unidos”, añade.

Por lo pronto, las imágenes de vagones con migrantes encaramados, caravanas o de estaciones del gubernamental Instituto Nacional de Migración (Inami) copadas se han desvanecido.

La última que llamó la atención en medio de la pandemia, fue hace un mes, en la estación de Tenosique, en el estado de Tabasco, del que es capital Villahermosa. El 1 de abril, los migrantes se amotinaron por temor a contagiarse de covid-19. Fue un hecho en el que uno de ellos perdió la vida asfixiado, tras haberse perpetrado un incendio.

Desde entonces, el Inami optó por desocupar sus estaciones migratorias, al grado de que para el 27 de abril, en un comunicado presumió que sólo quedaban 106 de un total de 3653 que se encontraban tramitando alguna “situación jurídica” y que los regresó vía terrestre en el caso de los de Guatemala, y en avión, a los de Honduras y El Salvador.

El 28 de abril, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) difundió las declaraciones que formuló en una rueda de prensa en el Palacio de las Naciones, en Ginebra, en las que reconoce a México, al haber “puesto en libertad” a los cientos de migrantes que mantenía en sus estaciones, en tanto tramitaban sus solicitudes de asilo o refugio.

“El anuncio por parte de las autoridades de inmigración mexicanas sobre la puesta en libertad de todas las personas migrantes y solicitantes de asilo constituye un paso importante. Es una medida coherente con las recomendaciones emitidas por el subcomité para la Prevención de la Tortura y otro Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes”, expuso.

La agencia de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) señaló que, mientras que varios países en América Latina y han cerrado sus fronteras, México sigue recibiendo nuevas solicitudes de asilo de “personas que huyen de la persecución y de situaciones de violencia brutales. Lo que les permite encontrar un lugar seguro”.

Además, la ONU reconoció a México por mantener abiertas sus ventanillas del Inami, al considerar su operación como una actividad esencial.

Foto: Cortesía de Rubén Figueroa
Foto: Cortesía de Rubén Figueroa

“Prácticas como esta demuestran que se puede seguir cumpliendo con los principios de la legislación internacional sobre refugiados; incluso en momentos en los que los gobiernos adoptan medidas dirigidas a salvaguardar la salud pública”, consideró la agencia.

Acnur expuso que aunque las autoridades mexicanas han suspendido los plazos legales para la tramitación de las solicitudes de asilo –debido a la pandemia–, están apoyando a la estatal Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) para la transición hacia un sistema de registro y tramitación en remoto de las solicitudes de asilo.

Además, informó que ha colaborado con las autoridades mexicanas para “facilitar la salida de solicitantes de asilo desde centros de detención (estaciones migratorias). Una tarea que resulta crítica por el peligro que supone la covid-19 para personas detenidas”.

Acnur aseguró que ha apoyado la salida de 434 personas solicitantes de asilo de los centros de detención. Se les aloja en alguno de los 93 albergues organizados por la sociedad civil o por la iglesia católica y en algunos casos, se les arrenda un alojamiento.

Por su parte, Figueroa, quien también es fundador del albergue “La 72”, localizado en Tenosique, Tabasco, acusó que el Inami cometió atropellos con los migrantes al preferir darles un documento.

Así, el Inami, con ese “engaño” los trasladó a la frontera o de plano, les abrió de las estaciones para “sacarlos a las calles”.

Y ante tal situación, Figueroa dice que no sólo está sorprendido por la menor afluencia migratoria en los últimos años, sino que también que los migrantes opten por regresar a sus países.

Lo hacen para hacer frente a la vulnerabilidad en la que se encuentran ahora en México. No tienen posibilidad de trabajar ni subsistir de limosnas, ante la ausencia de gente.

Figueroa afirma que no hay solo los 106 migrantes que reporta el Inami en sus estaciones. Son cientos que aún están dispersos en carreteras y calles de las ciudades de la frontera sur, como Tapachula y Palenque (en el sureño estado de Chiapas), Tenosique y Villahermosa (Tabasco).

Son aquellos que no han acudido a Migración, como los que, según testimonios, fueron expulsados de las estaciones.

“En el caso de los guatemaltecos, muchos agarraron transporte para Tuxtla y luego, para Comitán, y así hasta, llegar a La Mesilla. Otros hondureños y salvadoreños buscaban forma de llegar a Tenosique, para luego irse a El Ceibo.

Para Pierre Marc-René, oficial de información pública de Acnur en México, la disminución del flujo migratorio en la frontera sur ha sido “bastante grande”.

Según sus datos, también bajó la cantidad de solicitudes de asilo en 90 por ciento, en comparación a las que se registraron en el periodo enero-febrero.

Foto: Cortesía de Rubén Figueroa
Foto: Cortesía de Rubén Figueroa

Un refugio para pasar la pandemia

Detalla que ante la pandemia de covid-19, Acnur apoyó tanto a estaciones migratorias, como albergues de oenegés, con la entrega de gel antibacterial, y con la renta de casas para desahogar ambos tipos de espacios  y evitar mayor riesgo de contagio.

“Aquí en México lo que hemos hecho es un incremento de la asistencia humanitaria para que justamente las personas puedan rentar sus propios lugares y responder a las reglas de sana distancia, así como reducir el número de personas en albergues. Justamente, responder a las medidas sanitarias que hay, porque al final de cuentas, es para proteger a todos, tanto a nosotros como a ellos, a que se contagien”, refiere Marc-René, quien tiene la base de la agencia en Tapachula.

Advierte que los migrantes que recién han ingresado a territorio nacional enfrentan el riesgo de discriminación, por creer que pueden traer consigo la covid-19.

Xenofobia, la nueva vulnerabilidad del migrante  

Acnur emprendió una campaña, con carteles y spots en radio, con el fin de concientizar a los mexicanos que de los migrantes no deben ser discriminados.

En los dos spots que recién salieron al aire en estaciones radiofónicas de los estados fronterizos y de la Ciudad de México, la Acnur recalca que en medio de la pandemia por covid-19, los solicitantes de asilo y refugio tienen derecho a la salud y no deben ser discriminados, por lo que clama a los mexicanos.

“No dejemos que el miedo viralice la xenofobia”, dicen.

Y rematan: “Su salud, es la nuestra. Multipliquemos la solidaridad con quienes se encuentran en mayor vulnerabilidad”.

Estas advertencias sin embargo, según Marc-René, no son preventivas, sino reactivas a una actitud discriminatoria que los mexicanos han asumido en contra de los migrantes, sobre todo a partir del impacto del coronavirus.

“Hay muchos medios que están difundiendo la xenofobia y el odio contra los migrantes y las personas refugiadas; eso lo hemos visto en muchas notas, en muchos mensajes que también ha pasado”, comenta.

¡Hay un incremento de percepción de xenofobia, en cierta forma, de manifestaciones de personas en contra de los migrantes y refugiados. Eso sí lo hemos notado las últimas semanas y meses por esta situación”, añade.

Afirma, incluso, que hasta el 29 de abril, Acnur no tenía reporte de migrante alguno que estuviera enfermo de la covid-19.

Recalca además que las personas refugiadas y los solicitantes de asilo tienen el derecho a ser atendidas por el sistema de salud en México, una vez que cuentan con su CURP, la Clave Única de Registro de Población.

Y mientras el compás de espera puede acelerarse hacia una nueva crisis migratoria, el vocero del Acnur, Marc-René, manifiesta que esa agencia de ONU continuará apoyando a la Comar.

Sin embargo, este organismo ha sufrido deterioro en su presupuesto. En lugar de que se le aumentara el presupuesto en el 2020 a 124 millones de pesos, se le redujo a 47 millones, por lo que enfrentó una crisis todavía peor de trámites ante el oleaje de migrantes que se desató entre finales del 2019 y principios de este año.

El principal talón de Aquiles de la Comar es la demora para otorgar el refugio a los migrantes solicitantes. Se trata de un trámite que debería tomar 45 días. Pero por el cúmulo de miles de expedientes, dilatan de tres a seis meses.

“(La Comar) ya mejoró mucho en cuanto al proceso y el tiempo, pero realmente con tanta gente que ha recibido en los últimos años, pues no ha podido hacer todo al mismo tiempo. Se está prolongando el proceso, pero en general se tiene que mantener en los 45 días hábiles que marca la ley con la posibilidad de prolongarse esos 45 días, y eso va como entre tres y seis meses”, lamenta el representante de la agencia de la ONU.

Acnur estima que, aun con el descenso drástico, a la pandemia de covid, antecede un oleaje de migrantes sin precedentes, el de un 33 por ciento más en el periodo enero-marzo, en comparación al del año pasado, con cerca del 17 800 solicitudes de refugio, principalmente de Honduras, Haití, Cuba, El Salvador y Venezuela.

Marc-René advierte que en el momento más álgido de la crisis migratoria acentuada el año pasado, la dinámica varió. Y esto se debió a los nuevos problemas políticos de los países de origen, así, como en los puntos de entrada.

Este artículo fue publicado originalmente por Pie de Página, una publicación de la mexicana red de Periodistas de A Pie.

RV: EG

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