Miles de niños mueren en áreas de conflicto armado en el mundo

Un niño camina por una calle destrozada en medio de la guerra civil que vive Libia. Miles de niños y niñas resultan muertos, mutilados, secuestrados, violados o forzados a combatir en los conflictos armados que persisten en varias regiones del mundo, denuncia la ONU. Foto: Giovanni Diffidenti/Unicef
Un niño camina por una calle destrozada en medio de la guerra civil que vive Libia. Miles de niños y niñas resultan muertos, mutilados, secuestrados, violados o forzados a combatir en los conflictos armados que persisten en varias regiones del mundo, denuncia la ONU. Foto: Giovanni Diffidenti/Unicef

Más de 10 000 niños resultaron muertos o mutilados durante 2019 y suman millones los atrapados en áreas que soportan conflictos armados en el mundo, reveló un informe de la ONU divulgado este lunes 15.

El informe anual también reveló que se verificaron 25 000 violaciones graves contra niños, es decir, unas 70 diarias, un número similar al de 2018.

Otro dato alarmante es que se quintuplicaron los obstáculos para entregar ayuda a esos niños y sus comunidades, con 4400 incidentes registrados cuando organismos humanitarios intentaron entrar con auxilios a las zonas de conflicto.

El mundo “atestigua que la infancia de estos niños y niñas ha sido reemplazada con dolor, brutalidad y miedo. Es imperativo instrumentar ceses de hostilidades y procesos de paz”, dijo Virginia Gamba, representante especial de las Naciones Unidas para Niños y Conflictos Armados, al presentar el informe.

La cifra de niños muertos y mutilados en 2019 es menor a la de 12.014 víctimas en 2018 “pero aun así es un número demasiado alto”, y los casos más numerosos se han registrado en los conflictos de Afganistán, Siria y Yemen, dijo Gamba.

Una cuarta parte de las muertes de menores se debieron a explosivos improvisados o remanentes de guerra y minas, lo que destaca la responsabilidad de todas las partes enfrentadas, incluyendo a los gobiernos, de limpiar el terreno de esas armas.

Las partes que contienden en más de 20 conflictos “no cumplen su obligación de proteger a los menores durante las hostilidades y les niegan la ayuda vital que necesitan desesperadamente”, deploró Gamba.

El documento también recoge la falta de respeto al carácter civil de las escuelas y hospitales, que en 2019 sufrieron 927 agresiones confirmadas, principalmente en Afganistán, Israel, Palestina y Siria.

A eso se sumó el cierre y uso con fines militares de esas infraestructuras, lo que privó a millones de niños de educación y servicios de salud.

Además, hubo un alto nivel de impedimentos y violencia contra los trabajadores humanitarios, se saquearon sus provisiones, se les restringió el movimiento y se les impuso todo tipo de dificultades en su tarea de brindar asistencia a los niños.

La ONU verificó 735 denuncias de violencia sexual, pero resaltó que ese dato seguramente no refleja la realidad, ya que muchísimas violaciones no se reportan, sobre todo por la impunidad de la que gozan los agresores, la falta de acceso a la justicia, a servicios para las víctimas, y por el temor al estigma.

Los países con más casos documentados fueron la República Democrática del Congo, Somalia y la República Centroafricana.

Más de 7000 niños fueron reclutados o utilizados para el combate, sobre todo en la República Democrática del Congo, Siria y Somalia, y la mayoría por “actores no estatales”, es decir, las  fuerzas irregulares en lucha contra los gobiernos.

Continúa el secuestro de niños y niñas para servir como soldados o esclavos sexuales, y además 2500 niños fueron detenidos acusados de asociación con las partes en conflicto, incluidas agrupaciones terroristas.

El informe recuerda que los menores deben ser tratados como víctimas y su detención, como último recurso, debe ejercerse por períodos breves.

Gamba hizo un llamado “a todas las partes que combaten, a dar prioridad inmediatamente al acceso de ayuda humanitaria para los niños y las poblaciones vulnerables en los sitios de conflicto, así como a permitir el trabajo de los expertos en protección de menores y asistencia vital”.

Pero sobre todo, destacó, para reducir las violaciones contra los niños y niñas “la paz sigue siendo el instrumento más poderoso”.

A-E/HM

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