Chile vive una revolución energética, pero con talón de Aquiles

Las comunidades rurales desean la revolución energética chilena, ya que podrían acceder a diversos servicios a los que no tienen acceso o son limitados.
Pequeñas comunidades rurales de la precordillera de Los Andes, en el norte de Chile, como esta en el municipio de Ovalle, demandan su ingreso a la transición energética, con la instalación de paneles para aprovechar la abundante energía solar, rebajar los costos de la electricidad y potenciar el regadío de sus huertas usando bombas para acumular agua, un recurso escaso y racionado en la zona. Foto: Orlando Milesi/IPS

La gigantesca reserva solar del desierto de Atacama es el ariete de la transformación emprendida por Chile para descarbonizar su matriz energética, en un país con enormes perspectivas en fuentes renovables no convencionales. Pero sus ventajas aún no aterrizan en la gente común ni alteran el modelo exportador de materias primas, plantean especialistas en el sector.

La capacidad instalada del sistema eléctrico nacional (SEN) alcanza, según datos de septiembre, los 26 124 megavatios (MW). De ese total, la térmica –incluido el carbón- alcanza a 13 094 MW y representa 50,1% del total, mientras la proveniente de energías renovables no convencionales (ERNC) llega a 6733 MW, 25,8 por ciento del total.

En particular, la energía solar fotovoltaica aporta 12,3 por ciento del total y la eólica 8,5%, mientras el resto la aportan geotermia, biomasa, biogás, hidráulica de pasada y almacenamiento de energía respaldado por baterías inteligentes (BESS, en inglés).

En 2013, la potencia neta instalada de ERNC era de solo 1010 MW y en apenas siete años creció hasta los 6733 MW, siempre encabezadas por la solar y eólica.

También en septiembre, la generación de energía en el SEN fue de 6000 gigavatios hora (GWh), de los cuales 20%, correspondió a ERNC. La máxima participación de ERNC llegó a 50,4% de la generación a las 15:00 horas del 27 de septiembre.

Y la tendencia continuará porque en ese mismo mes la capacidad de ERNC en construcción era de 5769 MW, de los cuales 59% son proyectos solares fotovoltaicos y un 36% eólicos, informó la Asociación Chilena de Energías Renovables y Almacenamiento.

El ministro de Energía, Juan Carlos Jobet, subrayó en octubre que en la última década el costo de la energía solar cayó en este país nada menos que 80% y destacó que Chile podría construir hasta 70 veces más la capacidad renovable instalada en la actualidad.

Los actuales proyectos en construcción y en desarrollo de ERNC superan los 20 000 millones de dólares en inversión.

Sara Larraín, directora de la organización Chile Sustentable, dijo a IPS que “Chile perfectamente puede llegar a un 70% de ERNC en 2040 y probablemente 80%, 90% o más en el año 2050”.

Será entonces cuando este país sudamericano, con 19,5 millones de habitantes y cuyo largo y estrecho territorio discurre entre los Andes y la costa del Pacífico, podría alcanzar la neutralidad en carbono.

La experta calificó de “infinita” la riqueza energética del desierto de Atacama y destacó que a ello se suma “el tema de la acumulación de energía en baterías que están bajando el precio: se podrá generar y alimentar la red en el día y acumular y almacenar para en la noche entregar la energía desde las baterías”.

El desierto de Atacama, considerado el más árido y con mayor radiación del mundo,  abarca unos 105 000 kilómetros cuadrados, distribuidos en seis regiones del norte de Chile, y con una población que no llega a los 10 millones de habitantes.

El talón de Aquiles de las ERNC

Pero… hay un talón de Aquiles.  Hasta ahora los beneficios económicos los gozan grandes compañías mineras que pagan precios de energía más bajos. Y las propias generadoras que usan un “combustible” sin costo.

Los beneficios no llegan a la gente común, destacó Larraín.

“Chile debiera utilizar las ERNC en resolver los problemas de pobreza energética”, propuso.

“En el mundo rural hay gente que todavía no tiene luz, así como no tiene agua potable. Los sectores más precarios en campamentos y poblaciones no tienen buenos servicios eléctricos. Chile debiera preocuparse de la energización de los sectores más precarios porque el acceso a la energía es un derecho”, sostuvo.

Gracias a la energía capturada por paneles solares, los habitantes de Quebrada Santander pueden bombear el agua que extraen desde napas subterráneas hasta el estanque en la imagen, instalado en una altura que permite distribuir el agua potable a 45 familias de pequeños agricultores que viven en esta comunidad de las laderas andinas, en el norte de Chile. Foto: Orlando Milesi/IPS
Gracias a la energía capturada por paneles solares, los habitantes de Quebrada Santander pueden bombear el agua que extraen desde napas subterráneas hasta el estanque en la imagen, instalado en una altura que permite distribuir el agua potable a 45 familias de pequeños agricultores que viven en esta comunidad de las laderas andinas, en el norte de Chile. Foto: Orlando Milesi/IPS

Un pequeño ejemplo lo pone Francisco Santander, tesorero del Comité de Agua Potable Rural (APR) en Quebrada Santander, en la precordillera del interior de la comuna (municipio) de Ovalle, en el norte de Chile. Ese Comité abastece de agua potable para su consumo a 45 familias.

Allí una instalación de paneles solares genera la energía eléctrica para impulsar el agua desde el pozo de captación hacia los estanques construidos en la zona alta del cerro.

El Comité, asesorado por técnicos, toma periódicamente muestras de agua y las envía a laboratorios en el hospital de Ovalle para asegurarse de cumplir las normas sanitarias.

Gracias a los paneles, los campesinos de Quebrada Santander ahorran anualmente el equivalente a unos 450 dólares que antes pagaban por energía eléctrica.

El proyecto fue financiado por el gobierno que luego replicó la experiencia en tres comunidades rurales en la ribera del vecino río Limarí.

“Hay que prestarle plata (dinero) a otras comunidades agrícolas que necesitan agua. Tienen terreno para paneles solares y estanques, pero están inactivas sin poder producir”, demandó el dirigente campesino en entrevista con IPS.

Santander criticó que “no hay incentivo para el pequeño. Las comunidades tratan de asociarse con los grandes porque no hay bonificaciones. Ojalá se replique la iniciativa porque las  comunidades pagan una barbaridad por el agua y la luz”.

Una posible respuesta la brindó Ignacio Santelices, director ejecutivo de la fundación privada Agencia de Sostenibilidad Energética que impulsa el Plan Comuna Energética.

Contó que en septiembre la fundación convocó a un concurso por unos 712 500 dólares para cofinanciar 50% de proyectos de inversión en eficiencia energética con ERNC por parte de las comunas, dentro de sus iniciativas para apuntalar el desarrollo sostenible del sector.

Importante paso a favor de generación ciudadana

Otro talón de Aquiles comenzó a desmantelarse en septiembre, con un nuevo reglamento de generación distribuida, que finalmente faculta a las pequeñas comunidades que produzcan electricidad fotovoltaica para su autoconsumo, a que puedan inyectar y vender sus excedentes a la red.

Daniela Zamorano, coordinadora de proyectos del Instituto de Ecología Política (IEP), explicó durante el lanzamiento de una Guía para Cooperativas de Generación Distribuida en octubre, que la carencia de un reglamento era un gran freno a la también llamada generación descentralizada o ciudadana.

Manuel Baquedano, presidente del IEP, sostuvo a IPS que la energía ciudadana va a ser vital en el futuro. “Sin ella no va a haber descarbonización de la matriz energética. La gente no es solo cliente sino también gestora y la energía solar es un instrumento de democratización y combate a la desigualdad”, aseguró convencido.

La multiplicación de la generación eléctrica gracias a las ERNC, destacaron los especialistas consultados por IPS, será clave para bajar costos y, a mayor escala, abordar la grave contaminación del aire en grandes ciudades.

Contaminación y modelo económico

La ex secretaria ejecutiva de la gubernamental Comisión Nacional de Energía, María Isabel González, citó una reciente encuesta nacional que reveló que el principal problema en las grandes ciudades chilenas es la polución.

Según González, que ahora es gerente general de la consultora Energética, esta contaminación del aire “se puede enfrentar exitosamente con la electrificación de los consumos”.

Ello apunta a eliminar la leña para cocinar y para calefacción y avanzar hacia que todas las viviendas cuenten con paneles solares.

La creciente generación a partir de ERNC permitiría también afrontar un tercer gran tema: el modelo exportador chileno basado en materias primas y alimentos.

“Chile tiene que ir a un proceso de valor agregado. No puede seguir exportando materias primas. Si industrializas la madera en vez de celulosa exportas papel;  en el cobre en lugar de concentrados, cañerías. Eso implica energías”, planteó Larraín.

Para la directora de Chile Sustentable,  “el desarrollo energético pasa por una visión de cuál será la mirada de desarrollo general del país en el cual la energía es uno de los factores”.

“En la temporada de riego, es tremendo el costo de las cuentas de la luz. Para el packing (embalaje) de fruta, para el almacenamiento de granos  es muy relevante la energía¨, detalló.

El ministro Jobet coincidió al declarar que actualmente “se puede visualizar a Chile como un país exportador de energía renovable a través de sus productos: cobre verde, hidrógeno verde, celulosa verde, alimentos y por qué no, nuevos productos que tendrán la ventaja comparativa de ser fabricados acá sin huella de carbono”.

El exministro de Energía Andrés Rebolledo, por su parte, comentó a IPS que Chile ha vivido “una suerte de revolución energética” y ahora este sector es “mucho más competitivo, con un precio de energía de los más baratos y un suministro seguro en el tiempo”.

“Sin duda estamos todavía viviendo una transición 2.0 hacia un modelo mucho más sustentable”, indicó quien dirigió la política energética durante los dos últimos años del segundo gobierno de Michel Bachelet (2014-2018), que fue el que emprendió un decidido camino hacia una transición energética en el país con la neutralidad del carbono como meta.

Rebolledo añadió que a partir de las ERNC “se electrifican otros consumos, la electromovilidad  da pasos importantes y hay desarrollo no solo asociado al litio y a las baterías sino al hidrógeno y, por cierto, todo el desarrollo tecnológico”.

El exministro coincidió que persiste “un desafío muy relevante, que es urgentísimo como política pública”. Se trata de modificar la ley de distribución eléctrica vigente desde 1982 para que la ERNC “se traduzcan en rebajas a los usuarios finales, a las casas y a los pequeños comercios”.

También calificó de insuficiente el avance en generación distribuida, que espera que con el reglamento se supere.

“Chile tiene un tremendo potencial”  y puede invertir en el recurso energía que “es muy productivo, pero requiere una inversión inicial muy relevante donde el Estado tiene que jugar un rol más activo”, resumió.

ED: EG

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