Retórica presidencial aviva violencia contra mujeres en México

México sufre una epidemia de violencia de género, en la cual proliferan los feminicidios, abusos sexuales y desaparición, como la de la ingeniera bioquímica Viviana Elizabeth Garrido Ibarra, quien desapareció a los 32 años de edad el 30 de noviembre de 2018 en un barrio del sur de Ciudad de México y a quien honra el mural de la fotografía. Foto: Emilio Godoy /IPS
México sufre una epidemia de violencia de género, en la cual proliferan los feminicidios, abusos sexuales y desaparición, como la de la ingeniera bioquímica Viviana Elizabeth Garrido Ibarra, quien desapareció a los 32 años de edad el 30 de noviembre de 2018 en un barrio del sur de Ciudad de México y a quien honra el mural de la fotografía. Foto: Emilio Godoy /IPS

Las organizaciones mexicanas de defensa y promoción de los derechos de las mujeres sienten que las críticas del presidente izquierdista Andrés Manuel López Obrador fomentan la violencia de género en un país donde cada día más de 10 mujeres son asesinadas y otras 26 mujeres y niñas desaparecen.

Tania Reneaum, directora de la oficina mexicana de la no gubernamental Amnistía Internacional (AI), cuestionó la actitud presidencial de menospreciar las violencias padecidas por las mujeres a través del micrófono más importante del país.

López Obrador, conocido popularmente por sus iniciales AMLO, “no considera las experiencias individuales y, por lo tanto, no ve importante que las mujeres y los temas que conciernen a una vida sin violencia, libertad e integridad, tengan que ver con políticas de Estado y no de muestras de buena voluntad”, afirmó a IPS la defensora humanitaria.

“Genera una reafirmación de una narrativa que luego se reproduce en los gobiernos locales”, dijo.

Para Reneaum, es “muy preocupante” que los mensajes del presidente impliquen “un permiso explícito de poder desdeñar los problemas de las mujeres y no darles relevancia en la política publica”.

AI divulgó el día 3 la investigación “México: La era de las mujeres. Estigma y violencia contra mujeres que protestan”, que concluyó en que las autoridades mexicanas reprimieron a mujeres que protestaban pacíficamente en contra de la violencia de género en cinco manifestaciones en 2020, violando sus derechos a la libertad de expresión y reunión pacífica mediante el uso innecesario y excesivo de la fuerza, detenciones arbitrarias e incluso violencia sexual.

Desde que asumió el cargo en diciembre de 2018, López Obrador, de 68 años, ha estigmatizado con sus comentarios, generalmente proferidos en sus conferencias diarias matutinas de prensa, en contra de mujeres periodistas y organizaciones que lo interrogan por sus políticas, aunque su gabinete tenga nueve de 19 secretarías (ministerios) ocupadas por mujeres.

El 24 de marzo de 2020, el gobernante repitió el estereotipo del rol de hombres y mujeres, al decir que “es un hecho, es conocido que sobre todo las hijas cuidan a los padres; los hombres podemos ser más desprendidos”. Varias agencias de Naciones Unidas han recomendado medidas para cambiar esas deformaciones sociales.

Luego, el 20 de julio de ese año, AMLO desdeñó los cuestionamientos de la periodista Frida Guerrera sobre los feminicidios y a los cuales respondió con que “es el gobierno que más protege a las mujeres, a las niñas y a los niños, a la familia”, a pesar de que los datos disponibles contradicen esa afirmación.

El gobernante suele también mezclar esos señalamientos con afirmaciones sobre su respeto a los derechos de las mujeres, como lo hizo el domingo 7, en vísperas del Día Internacional de la Mujer.

El último choque ha resultado del respaldo del mandatario a Félix Salgado, precandidato del gobernante Movimiento de Renovación Nacional (Morena) como gobernador del sureño estado de Guerrero en las elecciones legislativas y regionales.

Cinco mujeres, hasta ahora, acusan a Salgado de violencia sexual, con denuncias de violación en dos de los casos. A pesar de esos señalamientos, López Obrador y Morena decidieron que se elegirá a su candidato en ese estado con una encuesta, que incluirá a Salgado.

Los datos disponibles enseñan la epidemia de violencia de género en México, un país de 126 millones de habitantes y en donde nació el término “feminicidio” a causa de los asesinatos de mujeres por su condición de tal que en los años 90 asolaron la norteña Ciudad Juárez, en la frontera con Estados Unidos.

Violencia en aumento

En 2020, los delitos de violencia de género aumentaron 27 por ciento en comparación con 2019, agravados por la pandemia de coronavirus que llegó a México en febrero de 2020, según estadísticas del gubernamental Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Desde 2015, la tendencia va en ascenso.

En este país de 130 millones de habitantes, los reportes de violencia familiar también crecieron, de 210 158 casos a 220 028 en 2020, un crecimiento de cinco por ciento.

Entre enero de 2015 y el mismo mes de 2021, los feminicidios tienden a crecer, al pasar de 411 en ese año a 939 en 2020. En enero último, 67 mujeres fueron asesinadas, en comparación con 74 muertes en ese mismo mes del año pasado, casos concentrados en 59 municipios, de un total de 2466.

La cantidad de víctimas de homicidio doloso también ha aumentado, de 1735 en 2015 a 2791 en 2020. En enero pasado, 240 mujeres fueron ultimadas, para una disminución de nueve por ciento frente al mismo mes de 2020.

Esas cifras han llevado a 45 declaratorias de alertas de violencia de género, 21 de las cuales han ocurrido en 18 estados. Esas alertas son un conjunto de acciones gubernamentales en los tres niveles de gobierno dirigidas a enfrentar y erradicar la violencia contra las mujeres en un sitio específico.

Pero la mayoría de esas medidas no se han aplicado y se desconoce su impacto, según el reporte de diciembre último “Violencia feminicida en México. Retos y avances de las declaratorias de alerta de violencia de género contra las mujeres”, elaborado por cuatro organizaciones de la sociedad civil.

En 2019, el movimiento #MeToo explotó en México con docenas de denuncias de violencia de género en contra de escritores, funcionarios, periodistas y profesores universitarios, sin que repercutiera en cambios institucionales o legales para castigar esas conductas y evitar su repetición.

A los números que escalofrían se suman tres sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el máximo tribunal de América con sede en San José de Costa Rica, en contra de México desde 2009 y que no han incidido para detener la violencia de género, debido al cumplimiento parcial de sus preceptos.

A pesar de que en 2015 la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el máximo tribunal mexicano,  resolvió que toda muerte violenta de mujeres debe ser investigada desde el comienzo como feminicidio, las autoridades mexicanas se resisten a respetar ese dictamen.

Gadi Dircio, integrante de la Red por los Derechos Sexuales y Reproductivos, señaló a IPS que el caso de López Obrador es “un claro ejemplo de violencia institucional. Es la más impactante, especialmente para las ciudadanas de todo el país. Por eso, la violencia no va a ceder. La violencia feminicida está instalada en todo el país”.

Por su parte, Angie Palafox, activista de la Red de Jóvenes Activistas por los Derechos Sexuales y Reproductivos, denunció que la arenga presidencial refuerza la cultura de impunidad que caracteriza al sistema judicial mexicano.

Su discurso “repercute de manera negativa y le da fuerza a la negligencia e impunidad en delitos sexuales, para no hacer nada frente a la ola de violencia. Lo podemos ver en las víctimas de agresiones, que no denuncian porque no va a pasar nada, y a los agresores, por el mensaje de impunidad, para que sigan agrediendo a las mujeres y violentando sus derechos”.

El mensaje de López Obrador, prosiguió, se traduce en esas consecuencias que reafirman “la cultura machista y misógina en que vivimos”.

Uno de los tres objetivos prioritarios del “Programa Institucional 2020-2024” del gubernamental Instituto Nacional de las Mujeres, que consta de 65 acciones, consiste en coordinar y promover la ejecución de la política nacional de igualdad entre mujeres y hombres para contribuir al bienestar, la  justicia y a una vida libre de violencia para mujeres y niñas.

Ese instrumento asegura que México aplicará acciones para eliminar la violencia contra las mujeres y las niñas y que será “un referente de una política de igualdad exitosa”.

Pero las palabras del presidente parecen sabotear esas aspiraciones.

“Tiene enfoques simplistas. Hay que entender que las causas de las desigualdades son distintas para las mujeres que para los hombres. Para las mujeres, la pobreza es distinta y más profunda. Hay una debilidad estructural que hace que las mujeres ganen menos, que salgan menos a trabajar. Entonces, el presidente pierde una enorme oportunidad, no solo de que otros funcionarios le puedan escuchar, sino de transformar a este país”, analizó Reneaum.

La conclusión de Dircio fue lapidaria. “Mientras se siga criminalizando a los movimientos, no va a haber mucho avance para nosotras las mujeres”, aseguró.

ED: EG

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