Lo que para Donald Trump era un insulto, para Joe Biden es un reconomiento: el nuevo presidente de Estados Unidos es el estáblismenten estado puro. No se recuerda otro caso similar de haber llegado a la presidencia con mejor preparación. Se ha pasado casi medio siglo “dentro del beltway”. Se trata del sector ocupado por el Distrito de Columbia, que reclama ser reconocido como estado, rodeado por una enorme autopista. Biden sería perfectamente aceptado como guardia de tráfico, sin pasar por el examen.
Igual que tantas planicies en la parte del mundo que está sobre el nivel del mar, en las planicies que están bajo las olas también crecen pastos, y los pastizales marinos son igual de importantes que los terrestres.
La historia del país como sinónimo de estorbo es una cuota común en los gobiernos populistas, especialmente cuando sus liderazgos no necesitan una preparación o moralidad notorias en entornos políticos naturalmente caóticos como el de El Salvador.
A lo largo de los últimos cuatro años, el presidente saliente de Estados Unidos, Donald Trump, ha tenido en Twitter su herramienta principal de comunicación política. A través de esta plataforma tecnológica, difundió mensajes que no eran del todo ciertos, insultó y descalificó a personas, despidió a sus colaboradores o se burló de ellos. Twitter fue un escenario para su suerte de reality show presidencial.
Twitter y Facebook bloquearon publicaciones de Donald Trump y suspendieron su cuenta. El aún presidente de Estados Unidos es antidemocrático, su trayectoria política no deja dudas. Sin embargo, la preservación de la democracia deben hacerla las instituciones públicas, no las corporaciones. En ese sentido, por más simpática y justa que parezca la censura a Trump en medio de una instigación al golpe de Estado, es un antecedente peligroso.
El caos en el Capitolio de Estados Unidos el miércoles 6 de enero no fue típico. Tampoco su cobertura.
Las imágenes transmitidas en vivo por los canales de noticias y las compartidas en redes sociales fueron impactantes. Una fotografía mostraba a un hombre con los pies sobre el escritorio de la oficina de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi. Un video mostraba a una multitud persiguiendo a un oficial de policía mientras este corría escaleras arriba.
La crisis asociada a la actual pandemia ha puesto de manifiesto las desigualdades estructurales de todos los ámbitos, especialmente las asociadas al género.
Para el año 2021, Italia ha recibido la presidencia del Grupo de los 20 (G20), que reúne a los 20 países más importantes del mundo. En teoría, representan 60 % de la población mundial y 80 % de su producto interno bruto (PIB). Si bien el inestable gobierno italiano llevará a cabo esta tarea de una u otra manera (en medio de la indiferencia general del sistema político), el hecho es que esta posición, aparentemente prestigiosa, es en realidad muy engañosa.
El desconcierto general producido por la toma del Capitolio en Washington el día 6 nos ofrece numerosos elementos de análisis. Desde un punto de vista estrictamente político, Donald Trump representa un modelo de liderazgo nacional populista que se nutre de las frustraciones de amplios segmentos de la población.
Mientras que el coronavirus ha concentrado, con toda razón, gran parte de nuestra atención, un reajuste geopolítico fundamental ha estado cobrando forma en el mundo y se hará más claro en este 2021. El reajuste es el comienzo de una segunda Guerra Fría, que esperamos no se convierta en una guerra «caliente».
La nueva Guerra Fría se producirá entre China y Occidente, pero debe ser muy diferente a la que tuvo lugar con la Unión Soviética. El mundo ha cambiado significativamente desde 1989, el año de la caída del Muro de Berlín.
El 31 de diciembre, para cerrar con una buena noticia este año tan duro, se publicó en el Diario Oficial de la Federación el decreto por el que se anuncia que “a más tardar en el primer semestre del año 2023” el gobierno federal promoverá las reformas legales relevantes “para evitar el uso de glifosato como sustancia activa de agroquímicos y de maíz genéticamente modificado en México”.
Seguidores de Donald Trump, azuzados por el propio presidente, asaltaron este 6 de enero el edificio del Capitolio e interrumpieron el trámite legislativo de certificación de la victoria electoral de Joe Biden. Miles de personas que enarbolaban pancartas pro Trump se abrieron paso a través de las barricadas y rompieron ventanas para entrar en el edificio donde se reunían los congresistas. Cuatro personas han muerto, y varios policías han tenido que ser hospitalizados. La sesión del Congreso se reanudó y cumplió con su misión, pero a puerta cerrada.
En el período previo a las elecciones presidenciales estadounidenses, el riesgo de violencia postelectoral era alto. Las predicciones se hicieron realidad este miércoles cuando miles de manifestantes pro Donald Trump irrumpieron en el Capitolio de Estados Unidos, en un acto sin precedentes, cuando el Congreso estaba a punto de ratificar la victoria del presidente electo Joe Biden.
Hace unas semanas, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) publicó su informe anual, donde se observa que el Índice Planeta Vivo (IPV) sigue disminuyendo. El IPV es un número que refleja la situación de 21 000 poblaciones animales representativas de la biodiversidad en todo el mundo. Estas poblaciones han sufrido una caída promedio de 68 % desde 1970.
Cuando ya se ha rebasado el final del “año en que vivíamos peligrosamente”, conviene hacer balance y preguntarnos acerca de las perspectivas de la “nueva era”, una vez se ha confirmado constitucionalmente la derrota de Donald Trump.
Domina el nuevo ambiente una incomodidad que está presidida por una pesada losa de incertidumbre. Este sentimiento está causado por la enormidad del daño causado por la presidencia de Trump. La única duda que rellena el ambiente es acerca de la permanencia del desastre causado por el cuatrienio que ahora termina.
El año 2020 termina con una crisis humana y económica sin precedentes. La pandemia ha contaminado a 75 millones de personas y matado a 1,7 millones. Con los confinamientos, la economía mundial ha sufrido la peor recesión en 75 años, causando la pérdida de ingresos para millones de personas.