Un presidente belicoso y belicista, con el dedo en el gatillo nuclear y que amenazó con atacar a Corea del Norte e Irán, salió de escena sin ceremonias de despedida en su país y en el mundo, el 20 de enero.
Y dos días después, este viernes 22, el mundo se regocijó por la entrada en vigor del Tratado para la Prohibición de las Armas Nucleares (TPNW, en inglés), un evento histórico recibido con regocijo por activistas antinucleares y por la paz de todo el mundo.
Ante una pregunta, Albert Einstein, el físico alemán que ganó el Premio Nobel de Física en 1921, predijo algo muy inquietante: "No sé con qué armas se librará la Tercera Guerra Mundial, pero la Cuarta Guerra Mundial se librará con palos y piedras".
Las armas nucleares, que superaban las 13 400 unidades acumuladas a principios de 2020, tienen al menos una cosa en común con los humanos: pasan “a retiro” cuando llegan a la vejez, aunque en su caso pocas veces lo hacen como se necesitaría.
La primera víctima entre las grandes reuniones multilaterales de las Naciones Unidas fue la 64 sesión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW), ahora la epidemia del coronavirus amenaza a la Conferencia de Revisión del Tratado sobre No Proliferación de Armas Nucleares (TNP), pautada para fines de abril.
La propuesta para crear una zona libre de armas nucleares (ZLAN) en el Medio Oriente, una de las regiones más conflictivas del mundo, lleva dando vueltas desde nada menos que 1974 por las salas donde se reúnen diferentes comités y otras instancias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El anuncio de Irán de que superó el límite de 300 kilogramos de reservas de uranio poco enriquecido, establecido por el acuerdo nuclear de 2015, es una respuesta esperada pero preocupante a la imprudente y mal concebida campaña de presión del gobierno de Estados Unidos para matar ese acuerdo, conocido como Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC).
Hace justamente un año, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que Estados Unidos se retiraría del Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC), que establece límites al programa nuclear de Irán para garantizar que no pueda producir armas nucleares.
Dos iniciativas de inspiración militar conducen al nuevo gobierno de Brasil, compuesto de numerosos generales, al camino de los megaproyectos de funestos resultados en las cuatro últimas décadas.
Es muy probable que el mes que viene, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dé el próximo paso para cumplir con su amenaza de poner fin a uno de los acuerdos de reducción de armas nucleares más exitoso y de mayor alcance.
Estamos profundamente decepcionados de la respuesta contraproducente dada por el gobierno de Donald Trump a las declaraciones de altos funcionarios saudíes sobre su intento de adquirir armas nucleares en flagrante violación de sus compromisos de no proliferación.
Con seis ensayos nucleares subterráneos entre 2006 y 2017, Corea del Norte parece desesperada por convertirse en la novena potencia nuclear, luego de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, China, Rusia, India, Pakistán e Israel.
Seis meses después de la asunción de Donald Trump, la guerra de palabras y de amenazas nucleares entre Estados Unidos y Corea del Norte escalaron hasta un punto en que parece más difícil que nunca lograr una resolución pacífica a la crisis.
Más de siete décadas después de que Estados Unidos tirara las dos bombas atómicas sobre Japón, la ONU aprobó un histórico tratado para prohibirlas. Pero la esperanza de vivir en un mundo libre armas nucleares se ve opacada por las dudas en torno al éxito del nuevo documento.
Los estados miembro de la ONU se reunirán en marzo para reanudar las negociaciones sobre “un instrumento legalmente vinculante que prohíba las armas nucleares con el fin de avanzar hacia su total eliminación”. Las conversaciones se continuarán en junio y julio.
Ban Ki-moon se apronta para terminar sus dos períodos al frente de la secretaría general de la ONU este 31 de diciembre. Tras 10 años en el cargo, su mayor decepción es la “falta de avances en la eliminación de las armas nucleares”.
El arsenal de armas nucleares del mundo sigue disminuyendo, pasó de 15.850 ojivas, a principios de 2015, a 15.395, en 2016, según los últimos datos divulgados por el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (Sipri, en inglés), pero el mundo sigue lejos de llegar a deshacerse de estas armas letales.
La Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (OTPCE), con sede en Viena, instalará dentro de poco dos estaciones de monitoreo en Ecuador, lo que mejorará su capacidad para registrar ensayos nucleares en cualquier parte del planeta.