Leonardo Padura, la voz cubana de la generación de los conflictos

Obsesionado con la memoria de su tiempo y autor de una obra traducida a más de 15 idiomas, el escritor cubano Leonardo Padura es visto también como un agudo representante de su generación, poco visible y llena de conflictos.

"Padura es quien mejor refleja el sentir de la gente de mi edad (en torno a los 50 años), que hemos tenido un rostro escondido porque nuestros problemas no se visualizan en la sociedad cubana", dijo a IPS la experta en letras Ana María de Rojas, quien celebró la entrega al escritor el domingo 17 del Premio Nacional de Literatura 2012, el máximo galardón en la materia del país.

Con 53 años, De Rojas define su grupo etario como muy "dirigido por la generación de sus padres", marcado por crecer en la intensidad de las primeras décadas de la Revolución Cubana, que llegó al poder en 1959, y golpeado en su juventud por la crisis económica, que azota el país desde los años 90.

"Ha sabido mostrar nuestra realidad y la de los últimos 20 años en el país", continúa una de las miles de seguidoras y seguidores que abarrotan las presentaciones de Padura. Su obra ocupa un lugar especial en la Feria Internacional del Libro Cuba 2013, que se desarrolla desde este mes hasta marzo y es el marco de la entrega cada año del reconocimiento nacional.

Autodenominado "un escritor cubano que vive en Cuba", este habanero se alzó a fines de 2012 con el mayor trofeo literario de su país tras el éxito de su novela "El hombre que amaba a los perros". Publicada en 2009 por la editora española Tusquets, el texto tiene ya más de 10 ediciones, un premio nacional y cuatro internacionales.
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Padura "ha seguido lo mejor de la tradición de la novela negra para ahondar en preocupaciones sociales y para crear un personaje (Mario Conde) que lo sobrevivirá", lo cual ha hecho que sea "uno de los más leídos y admirados escritores cubanos dentro y fuera de la isla", señaló el jurado del premio que otorga cada año el Instituto Cubano del Libro, dependiente del Ministerio de Cultura.

En "El hombre que amaba…", su autor mezcla ficción y la historia del asesinato del revolucionario ruso León Trotski (1879-1940), perseguido por el dictador José Stalin (1879-1953), la vida de su verdugo, el español Ramón Mercader (1913-1978) que terminó sus días en La Habana, y el joven cubano Iván Cárdenas, quien conoció a este último cuando ya era anciano.

Pero sus creaciones, sobre todo su personaje fetiche, el detective Mario Conde, constituyen la manera en que este representante de la nueva narrativa policial iberoamericana da, como él mismo comentó a IPS, "los pálpitos de una sociedad, no solo en los acontecimientos visibles, sino también en los que van por dentro de los individuos".

Padura, como otros escritores que comenzaron a destacarse en la década del 90, tiene en sus narraciones la necesidad de reflejar problemas sociales y humanos, que pocas veces se abordan en la prensa oficial o se encarna mal. De ahí resultó, una literatura que de alguna forma es crónica de estos tiempos tan convulsos y peculiares.

Por ello hizo viajar –y planea seguir haciéndolo– a Mario Conde, un detective simpático, borracho y mujeriego, por zonas de la vida cubana que muestran diversas aristas de la marginalidad, la corrupción, la prostitución, la pérdida de valores y esperanzas, los conflictos de la migración y los rigores de la crisis económica.

Este grupo literario estuvo antecedido y convivió en parte con la llamada "plástica cubana de los 80", integrada por artistas que se pusieron al día con las tendencias mundiales a esas manifestaciones en esta isla caribeña, tras el llamado "quinquenio gris", que en realidad se extendió por mucho más tiempo que la propia década del 70.

La imposición entonces de "parámetros" para la producción artística afectó a todas las esferas de la cultura y el pensamiento en este país, por el cierre de agrupaciones teatrales y la marginación de dramaturgos, poetas y narradores. Con el inicio de una nueva etapa, se articuló en los años 80 un movimiento plástico crítico y renovador.

Ese colectivo, que volteó el rostro hacia el universo cotidiano, popular y marginal de Cuba, fue un atisbo más de las maneras de pensar diversas de la generación de De Rojas y de Padura, quien a sus 57 años nunca ha abandonado el ejercicio periodístico.

Hace unos 20 años dejó la prensa local para convertirse en "un modelo de escritor profesional", que se estableció en el mercado editorial "sin traicionar sus esencias", dijo a IPS el escritor Rafael Grillo.

Sin embargo, mantiene colaboraciones con el servicio mundial de la agencia de noticias IPS (Inter Press Service) y su espacio web "La esquina de Padura".

En diálogo con IPS, Padura lamentó que su periodismo circule "aleatoriamente" en el país, donde existen limitaciones para acceder a Internet. Muchas de sus crónicas recientes se compilaron en los libros "Entre dos siglos" (2006) y "La memoria y el olvido" (2011), entregado este lunes 18 a todas las bibliotecas públicas.

Su retrato muy particular de la actualidad cubana, como gusta siempre destacar, constituye uno de los aspectos más apreciados por las y los seguidores de su literatura. El joven periodista Boris Leonardo Caro defiende que, "cuando se escriba la historia de los años 90 y los 2000 en Cuba, habrá que acudir a los libros de Padura".

En su comentario en la sección participativa Café 108 del sitio web de la Oficina de IPS en Cuba, el bloguero que hoy vive en Canadá, agrega que el autor de la tetralogía de ficción "Las cuatro estaciones" y guionista esporádico para el cine, se destaca por crear "un mundo de personajes muy cubanos, sin encallar en estereotipos".

La visión sobre lo cubano de los textos de Padura revela por qué llama la atención de lectores internacionales. "He tratado de encontrar en cada actitud, historia, personaje, una relación humana mayor que la de una circunstancia tan específica y peculiar como la cubana", explica.

Ese propósito lo sigue al escribir su próxima novela, "Herejes", que se centra en "los riesgos de asumir la libertad". "En ese sentido", aseguró en su discurso por la entrega del premio, "ser un hombre todo lo libre e independiente que puede ser una persona en un mundo y en una sociedad como esta en la que vivimos".

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