JAMAICA: Abren otro frente en la lucha por legalizar la marihuana

Muchos turistas que visitan Jamaica a veces son sorprendidos con la guardia baja cuando el ubicuo olor del humo de marihuana se escapa de sus bocas y la policía les informe que violaron las leyes de la isla.

"¿Cómo dijo? ¿La marihuana es ilegal? Seguro que es un chiste…" Esa es la reacción de muchos cuando las autoridades los arrestan.

Pero es cierto, aunque ellos no lo supieran. El consumo de marihuana ("ganja", en la jerga local) siempre fue ilegal en Jamaica, si bien las autoridades se la ven en figurillas para que esa norma se cumpla.

Ahora está en pleno desarrollo un fuerte movimiento para acabar con esas leyes y legalizar el uso de este controvertido vegetal. La Campaña por la Legalización del Ganja fue lanzada por nueve celebridades jamaiquinas y ya atrajo un amplio respaldo.

A inicios del mes próximo, el grupo se reunirá por primera vez en la ciudad de de May Pen, en el centro de Jamaica, el tercer centro poblado de la isla después de Kingston, la capital, y el enclave turístico Montego Bay.

"Estamos convirtiendo en criminales a jóvenes que simplemente tienen marihuana y la fuman. La ley es injusta y su abuso hace mucho daño. El problema acabaría con la legalización del ganja", dijo el empresario Paul Chang, uno de los pioneros de la campaña.

Muchísimos jamaiquinos han fumado esta droga, que se procesa de las hojas y flores del cáñamo, a lo largo de decenios.

Fumar marihuana, planta introducida por inmigrantes de India que se afincaron en la isla el siglo pasado, se convirtió en la dácada del 30 en ritual religioso de la mano de los rastafaris, quienes postulan una fuerte adhesión a las creencias africanas e interpretan la Biblia de forma radicalmente antioccidental.

Poco después del surgimiento del movimiento rastafari, la marihuana fue declarada ilegal en Estados Unidos. Después, todo el mundo siguió el ejemplo de Washington.

Los rastafaris, entonces, se vieron en conflicto con la policía, y esta planta con hojas puntiagudas agrupadas de a cinco se convirtió pronto en símbolo de rebelión contra los poderes establecidos en este país mayoritariamente cristiano.

Eso también sucedió en Estados Unidos, durante la marea contracultural de la década del 60. Entonces y en la década del 70, la marihuana era exportada ilegalmente de Jamaica al país norteamericano. Después, los traficantes cambiaron su mercancía hacia la cocaína y otras drogas duras.

La marihuana jamaiquina fue considerada en una época la de mejor calidad de todo el mundo, pero una variedad colombiana le quitó el puesto en la preferencia de los consumidores.

"El movimiento rastafari crece más fuerte cada día. Babilonia no puede mantener la opresiva prohibición contra la marihuana en perjuicio de las arrolladoras fuerzas del bien", dijo el líder religioso Ras Silver.

Para los rastafaris, el término "Babilonia" abarca el mundo occidental, las iglesias cristianas establecidas y el gobierno, a los cuales considera agentes del imperialismo. El capitalismo es considerado el sistema de Babilonia. Entre los más jóvenes, esta palabra también es sinónimo de fuerza policial.

"Impedir a los rastafaris fumar ganja es una limitación de la libertad de culto. El uso de marihuana es una parte inherente de sus rituales", dijo el doctor Barry Chevannes, sociólogo de la Universidad de Indias Occidentales (UWI) y uno de los pocos expertos en esta religión.

Los rastafaris son fácilmente distinguibles en todo el mundo por la peculiar geometría de sus cabellos, compuesta de "dreadlocks", unos intrincados y largos rulos generados por el rechazo de los religiosos al uso de jabón y champú procesados químicamente y al hecho de que no se peinan ni cortan el pelo.

La mayoría de ellos son vegetarianos o, al menos, evitan la carne de cerdo y los mariscos, tal como establece el Antiguo Testamento. Tampoco usan sal en sus comidas ni aceptan honores y galardones públicos.

El uso de marihuana como ritual religioso se remonta al origen de la fe rastafari y tiene la finalidad de inducir un estado de meditación.

Aquellos que defienden la prohibición de la droga se apoyan en sus supuestas propiedades adictivas.

"Nuestro último estudio sobre el ganja fue en 1991, cuando investigamos a escolares jamaiquinos de 11 o más años de edad. Descubrimos que 20 por ciento de aquéllos que la fumaron la continuaron usando", dijo Michael Tucker, director ejecutivo del Consejo Nacional sobre Abuso de Drogas (NCDA).

Tucker sostuvo que cuatro por ciento de los que usaron marihuana alguna vez consumieron luego cocaína, y otro tres por ciento fumaron crack. Como resultado, el experto calificó la marihuana de "droga de iniciación" cuyo hábito conduce a otras sustancias más duras.

"Los que lo consumen por motivos religiosos son una minoría. Básicamente, los niños que fuman ganja lo hacen por sus efectos. Por eso, algunos pasan a consumir drogas más duras para obtener un efecto mayor", sostuvo Tucker.

Pero numerosas autoridades médicas cuestionan estas afirmaciones.

Un informe del Panel de Investigación y Asesoramiento de California, Estados Unidos, recomendó en 1990 la despenalización del uso y el cultivo personal de la droga porque "la marihuana causa menos daño a la sociedad y los individuos que el alcohol y el tabaco".

Varios estudios de la UWI respaldan este informe y aseguran que la marihuana es menos perjudicial de lo que se pensaba antes, cuando se afirmaba que fumar la planta causaba defectos congénitos, daño cerebral, reducción de testosterona o graves problemas de drogadicción.

Un estudio efectuado en 1980 entre usuarios diarios de marihuana en Jamaica y Costa Rica no halló anormalidades en la fisiología cerebral.

Un estudio de 1988 reveló que los hijos de mujeres que fumaron marihuana durante su embarazo tenían mayor desarrollo cuando cumplían un mes de edad.

"Varios expertos estudian los datos existentes y haremos una declaración sobre la campaña el próximo mes. El Ministerio de Salud informará a la nación", anunció Tucker.

Chang sostuvo que las razones para ilegalizar la droga fueron "económicas".

"A comienzos de la década del 30, el cáñamo industrial, hecho de la planta de marihuana, estaba en ascenso y era de mejor calidad que el algodón. Todo hacía prever que los tejidos de cáñamo sustituirían a los de algodón", explicó el empresario.

"Además, el aceite de cáñamo era ampliamente utilizado, e incluso la industria maderera se vio amenazada. Todos esos intereses se aliaron y destruyeron a la industria del cáñamo", agregó Chang.

Pero también existen razones económicas para legalizar ahora el consumo de marihuana, según el Wolfang Grassi, profesor de la UWI.

"El costo de la ilegalidad incluye un mayor precio y una menor calidad para aquellos que desean consumir, grandes gastos de seguridad y creciente falta de respeto por la ley. La policía y los tribunales están dejando de lado su tarea de combatir crímenes que amenazan verdaderamente la sociedad", explicó.

A ello se suma que la ilegalidad beneficia a los traficantes.

"Los barones de la droga recaudan rentas gigantescas gracias a esta distorsionada estructura de precios. Cada vez que la policía quema una pila de ganja, aumentan los precios en el mercado y ofrece ganancias extra a los traficantes", explicó.

De todos modos, muchos defensores de la marihuana olvidan mencionar que, a pesar de que la planta no es tan peligrosa como el alcohol y el tabaco, tiene efectos colaterales perjudiciales.

El Centro Permanente Kaiser de Estados Unidos demostró que los fumadores diarios de ganja sufrían una incidencia 19 por ciento mayor de enfermedades respiratorias que los no fumadores, pues el humo de la sustancia contiene los mismos gases tóxicos y alquitranes carcinogénicos que el tobaco.

El estudio de Kaiser también reveló que los usuarios habituales tenían 30 por ciento más de riesgos de accidente que los no fumadores. De todos modos, estas cifras no son tan significativas como las que ilustran los riesgos de los alcohólicos o tabaquistas.

"Tanto la nicotina como el ganja son peligrosos y pueden provocar problemas de salud. Meter humo en los pulmones no es algo saludable", sentenció Tucker.

El abuso de marihuana puede provocar pérdida de la memoria de corto plazo, afectar la percepción del tiempo y los reflejos y trabar la concentración, agregó.

"El ganja afecta en forma distinta a personas distintas. Puede perdujicar el rendimiento en los deportes y provocar temor y pánico en algunas personas, y puede llegar a generar enfermedades mentales", según Tucker. (FIN/IPS/tra-en/ms/cb/mj/ip he/96

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