URBANISMO-ARGENTINA: Ciudad de los niños

En una de las urbes más pobladas de Argentina, la gestión infantil muestra el camino desde hace 10 años. Su presencia en el gobierno se nota, por ejemplo, en el aumento de espacios verdes, de bancos a la vera del río y de parques temáticos de gran atracción turística.

"El objetivo es que niños y niñas tengan participación activa en las acciones del gobierno municipal, discutiendo sus problemas, sus necesidades, proponiendo medidas y señalando qué cosas hay que modificar", explicó a IPS Leandra Bonofiglio, Coordinadora del Programa Ciudad de los Niños en Rosario.

El proyecto está inspirado en la pedagogía del italiano Francesco Tonucci, quien propone incorporar a los niños como asesores en la planificación y gestión urbanas.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia difundió la idea en Argentina y en 1996 la hizo suya el gobierno de esta ciudad en la oriental provincia de Santa Fe, que con 1,1 millones de habitantes es la tercera con mayor cantidad de habitantes del país después de Buenos Aires y la central Córdoba.

Tres años después, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura reconoció a Rosario como una de las "Ciudades por la Paz".

En 2002 sumó un premio de la Organización Panamericana de la Salud, por su gestión en hospitales, y en 2003 el galardón a la "Experiencia Ejemplar de Gobernabilidad Local", otorgado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.

Esta urbe, sede en 2004 del III Congreso Internacional de la Lengua Española, fue designada ahora central latinoamericana de la red de "Ciudades de los Niños", que se multiplican por todo el mundo. Rosario asesora y capacita en estas prácticas a funcionarios de otros municipios argentinos y de América Latina.

El secreto de esta gestión, con alcaldes del Partido Socialista desde 1991, está en los Consejos de Niños. Las escuelas primarias públicas y privadas eligen a un representante de cuarto y de quinto año —es decir niños y niñas de nueve y 10 años— para cada uno de los seis distritos en que está dividida la ciudad.

Los elegidos, que suman unos 180, integran los consejos distritales que delibera una vez por semana sobre los problemas de su zona y elabora propuestas a lo largo de dos años. Así surgió, por ejemplo, la idea de "plantar bancos" en veredas y espacios verdes, muchos frente al vecino río Paraná, uno de los más importantes cursos fluviales del país.

"Para que los adultos se puedan sentar a mirar como jugamos", dijeron los niños de esta ciudad.

La idea surgió de un debate sobre la seguridad urbana. Uno de los niños comentó que se sentía más seguro en su calle cuando su abuela salía con un banco a la puerta de su casa y lo miraba jugar, contó Bonofiglio. "Para sentirse más seguros, los niños no piden más policías sino más adultos que los miren y los protejan", remarcó.

Otro de los proyectos que salió de un consejo fue el de embellecer los espacios verdes de los barrios más pobres. Los niños se quejaban de que sus lugares de juego parecían terrenos abandonados, mientras que ahora se parecen a una plaza, con juegos bien mantenidos, bancos, y algunos con arcos de fútbol.

Hay un grupo adolescente de "ex consejeros" que siguen haciendo propuestas a través de una radio local, una oficina de jóvenes y ferias itinerantes de juegos en lugares públicos.

La ciudad adhirió al "Día de la Radio y la Televisión a favor de los Niños", con programas en los que ellos participan e instituyó el "Día Anual del Juego y la Convivencia", que se celebra en las calles el primer miércoles de octubre de cada año. Miles de vecinos de cada distrito se suman cada año a los festejos.

Para hacer realidad los sueños de niños, adolescentes y jóvenes existe una comisión intergubernamental integrada por funcionarios de todas las secretarías del Poder Ejecutivo local. "Este proyecto dio origen a toda una política hacia la infancia en nuestra ciudad", aseguró Bonofiglio, la coordinadora de todo este trabajo.

Rosario se ve limpia, con baños públicos bien provistos y múltiples cestos de basura forrados con bolsas plásticas, otra demanda de los pequeños, que exigen su "derecho a la belleza". La ribera del río Paraná tiene balnearios, sitios para practicar deportes náuticos, natatorios municipales y lugares para comer por precios bajos.

Los ciudadanos se apropiaron del espacio público y preservan en mayor medida sus monumentos, sus paisajes y sus bienes, asegura la coordinadora. "La nueva ciudadanía se construye mediante los consejos de niños, una herramienta de gran valor para orientar la acción del gobierno", añadió la funcionaria.

"Esta ciudad hace 10 años no miraba al río. Ahora se dio vuelta y eso atrae a muchos turistas", remarcó. Hay además recitales de rock gratuitos al aire libre a cargo de bandas muy populares en todo el país y en el exterior, como Ataque 77, y los conciertos se realizan de tarde, junto al río, con familias bailando y cantando hasta la noche.

"También el puente ayudó mucho", aclaró Bonofiglio, en referencia a la obra de casi 60 kilómetros que une Rosario con Victoria, una localidad ubicada en la vecina provincia de Entre Ríos, del otro lado del Paraná. La cinta de cemento atraviesa el río y su zona de delta, sólo 300 kilómetros al noroeste de Buenos Aires.

La apertura del puente convocó a Rosario a otros argentinos residentes del lado oriental del río y también a uruguayos y brasileños que ven facilitado el paso.

Pero sin dudas que el atractivo principal para los más pequeños son ahora sus nuevos parques temáticos, otra idea de los niños. Está la Granja de la Infancia, el Jardín de los Niños y La Isla de los Inventos, ubicados en distintos puntos de la ciudad.

Las entradas cuestan entre un peso (0,32 dólares) y dos pesos (0,65 dólares), pero el acceso es gratis para las escuelas y para quienes no puedan costearlas. Ninguna publicidad privada respalda los parques y no hay adentro venta ni de alimentos, ni de bebidas, ni de recuerdos. Sólo naturaleza, bancos, juegos, baños y bebederos.

En el Jardín de los Niños, el diseño reproduce en tamaño gigante algunos de los inventos de Leonardo Da Vinci, como la máquina de volar, la de sonar y la de trepar. En todos los casos, los niños reciben un casco de seguridad y los coordinadores del juego son estudiantes universitarios capacitados para la actividad.

El parque se completa con un edificio cerrado con múltiples áreas de juego para los más pequeños, cada una identificada con la cosmovisión de un pintor famoso.

Por su parte, la Isla de los Inventos está pensada como espacio de creación, con juegos, disfraces y talleres de producción de juguetes, de ropa, de papel reciclado, talleres de plástica, de periodismo, todos espacios donde los niños pueden jugar, y los adultos también con ellos.

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