La agricultura familiar, sometida a políticas adversas en Brasil desde 2016, sufre también los efectos de la covid-19, pero atenuados, mientras mantiene su especial papel de auxiliar a los pobres urbanos, particularmente castigados por la pandemia.
Un millar de campesinos hicieron realidad un modelo participativo de producción que rescató saberes ancestrales sumando tecnología y conocimientos para responder a la sequía y a la erosión. Sucedió en San Nicolás, una localidad rural de unos 15 000 habitantes que se declaró como la primera comuna agroecológica de Chile.
Todo comienzo suele ser difícil y a veces los obstáculos parecen insalvables, aunque luego logren sortearse. Así lo prueba la historia de la Finca Marta, en Cuba, que debió comenzar con la excavación de un pozo en búsqueda de agua y el duro desbroce de un terreno árido, pedregoso y cubierto de maleza.
Se han prendido las alarmas a nivel mundial en la segunda semana de diciembre, cuando
CME Group –una compañía internacional especializada en los mercados de derivados financieros–
comenzó a cotizar en bolsa derechos de uso del agua en California, específicamente en mercados de futuros. Sí, del agua.
“Estamos operando a pérdidas, apenas sobreviviendo”, lamentó Tone Feliciano da Silva, preocupado por la suerte de 115 familias campesinas de la asociación que dirige en Bom Jardim, en la región del Nordeste de Brasil.
Son las ocho de la mañana y Pascuala Ninantay está llevando en su carretilla dos grandes recipientes de agua para preparar con sus vecinas, agricultoras como ella, 200 litros de abono orgánico que luego se repartirán para fertilizar sus cultivos, en una localidad de las altiplanicies andinas de Perú.
En la pequeña parcela La Cañada, en la periferia de la capital de Cuba, participantes del VII Encuentro Internacional de Agroecología, Agricultura Sostenible y Cooperativismo se interesaron por cómo al productor Wilfredo Pérez elabora sus propios fertilizantes ecológicos.
El sol apenas ha salido cuando Phlida Kharshala sacude a su nieto de 8 años para que se levante. Luego, se coloca una cesta cónica de bambú en su espalda, fija la cinta tejida que la sostiene sobre su frente y sale con el niño agarrado de la mano.
Marta Cairo coloca una gruesa capa de ramas de almacigo sobre una caja de mangos, para que maduren rápido y puedan procesarlos en la pequeña fábrica de conservas La Ignacita, en el municipio de San Miguel Padrón, en la periferia de la capital de Cuba.
Jóvenes peruanos proyectan aprovechar los saberes adquiridos en el Semiárido brasileño para llevar agua a poblaciones que carecen del recurso, tras intercambiar experiencias en aquella ecorregión sobre los múltiples usos de las energías renovables en comunidades afectadas por fenómenos climáticos.
En cifras, no hay dudas del éxito. La soja, casi desconocida hace cinco décadas en Brasil, se convirtió en su principal producto de exportación. Pero su cultivo enfrenta un desafío crucial, su dependencia de agroquímicos bajo sospecha de provocar cáncer.
Las tierras que están disponibles actualmente en Cuba para entregar en usufructo a emprendedores agrícolas suelen estar apartadas de los asentamientos, las fuentes de agua y sin vías de acceso… Por si fuera poco, sus suelos tienen los niveles más bajos de productividad.
“Ahora vivimos bien”, repite la pareja de Givaldo y Nina dos Santos, después de mostrar a otros agricultores visitantes su finca de solo 1,25 hectáreas en una zona semiárida del nordeste de Brasil, pero con gran variedad de árboles frutales, gracias a innovadoras soluciones hídricas y productivas.
Brasil está entre los mayores productores y exportadores agrícolas del mundo, pero su alimentación sufre graves deficiencias por inseguridad, insostenibilidad y mala nutrición, según distintas evaluaciones.
Lograr que niños y adolescentes sustituyan la comida “chatarra” por alimentos locales orgánicos y nutritivos es el objetivo de un grupo de agricultoras, al mismo tiempo que superan el impacto de fenómeno de El Niño costero, en una zona rural de Piura, en la costa del norte de Perú.
A la entrada, la finca Tierra Brava se semeja a cualquier otra explotación familiar del municipio agrícola Los Palacios, en la provincia más occidental de Cuba. Pero en su interior faltan los tradicionales surcos y yerba recién cortada cubre la tierra.
La agricultura orgánica se abre creciente espacio en Argentina, el líder latinoamericano del sector y el segundo del mundo después de Australia, como parte de la reacción de un modelo que desilusionó a los productores y comienza a asustar a los consumidores.