Los corales, tenaces animales marinos que han existido por cientos de millones de años, desaparecerán si durante este siglo sigue elevándose e calentamiento global, advirtió un nuevo informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).
El 1 de agosto una inmensa mancha aceitosa llegó a las aguas caribeñas del golfo Triste, ubicado entre las poblaciones de Boca de Aroa, Tucacas y Chichiriviche, en el estado Falcón, en el occidente de Venezuela. La versión oficial responsabiliza a un buque carguero, mientras que académicos señalan a una planta refinadora estatal que ha tenido varios incidentes y derrames durante los últimos años.
Mientras la mayoría de arrecifes del mundo se enfrentan al blanqueamiento causado por el calentamiento global, los 450 kilómetros del arrecife mexicano en el mar Caribe batallan contra un enemigo mayor: el síndrome blanco, que consume sin piedad los corales.
Cuando un método de restauración de ecosistemas ayuda también a reducir la pobreza y a desarrollar la capacidad de recuperación económica de las comunidades, los gobiernos a menudo los respaldan como una solución “ganar-ganar”.
Tommy Remengesau, el presidente de Palaos, un país insular del Pacífico, creó una reserva marina gigante que beneficiará directamente a su pueblo al incrementar el turismo y asegurar la seguridad alimentaria, según sostienen los científicos.
Horace Walters viajó 6.903 kilómetros desde su natal Santa Lucía hasta París para entregar un mensaje sencillo pero urgente a la comunidad internacional, reunida en la 21 Conferencia de las Partes (COP21) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
Preocupados por el deterioro de los corales de Jamaica, que parecen tener los días contados, un grupo de científicos pasó a la acción para reconstruir los arrecifes y las defensas costeras. La iniciativa es fundamental, según las autoridades, para mitigar los efectos del cambio climático.
Granada, un pequeño país insular del Caribe oriental, sigue el ejemplo de dos de sus grandes vecinos, Belice y Jamaica, en la recuperación de sus arrecifes de coral, que sirven de barrera contra las olas gigantes causadas por las fuertes tormenta tropicales.
Henry Prince, de 67 años, vivió toda su vida en este pueblo de pescadores de Granada, y desde hace un tiempo nota que la captura es cada vez menor, lo que perjudica sus ingresos, así como los de sus colegas.
Las riquezas sin aprovechar de los océanos tendrían un valor cercano a los 24 billones de dólares, equivalente a varias de las mayores economías del mundo, según un informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) publicado el jueves 23.
El kilómetro y medio de arenas blancas de la playa Jabberwock la convierte en una de las favoritas de los visitantes y lugareños en la costa nororiental de Antigua y Barbuda.
Los países del Caribe comenzaron a trabajar en un plan para practicar una pesca climáticamente inteligente en el marco de sus esfuerzos para garantizar la seguridad alimentaria.