El 31 de diciembre, para cerrar con una buena noticia este año tan duro
, se publicó en el Diario Oficial de la Federación el decreto por el que se anuncia que “a más tardar en el primer semestre del año 2023” el gobierno federal promoverá las reformas legales relevantes “para evitar el uso de glifosato como sustancia activa de agroquímicos y de maíz genéticamente modificado en México”.
Nila Kispotta, una joven de 19 años del grupo étnico oraon, se ha convertido en un ejemplo por su excepcional logro para su pobre aldea, situada en el distrito de Thakurgaon, en el extremo noroeste de Bangladesh, donde nació y creció.
Los habitantes de Potrerillos, un caserío localizado en el noreste de El Salvador, trabajaron duro para lograr algo que muchos dudaban podían realizar: aprovechar las aguas del río Carolina para instalar una minicentral hidroeléctrica comunitaria, que les abastece de energía barata y en forma sostenible.
El desembolso más rápido en la historia de los fondos de emergencia de la ONU permitió a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) acudir en auxilio de campesinos en la inundada Bangladesh.
Con casi 5,5 millones de personas damnificadas por las peores inundaciones en dos décadas, los expertos humanitarios de Bangladesh están altamente preocupados de que millones de personas, ya muy afectadas por la covid-19, sean empujadas a la pobreza.
Las cooperativas de pequeños campesinos mayas que producen cardamomo orgánico contribuyen a sostener la cobertura forestal de Guatemala, a la vez que participan de la bonanza de precios y demanda de su producto en India y el Medio Oriente.
”Con esto de la pandemia, la globalización no cuenta. Los campesinos somos la salvación porque nosotros producimos la comida” dijo convencida Leticia Ramírez, presidenta del Consejo Regional Campesino de la región de Coquimbo, en el norte de Chile.
Imágenes desgarradoras de agricultores de India junto a una gran cantidad de verduras, frutas y granos descompuestos inundan estos días los diarios y las pantallas de televisión del país.
El nuevo coronavirus llegó al extremo noroeste de Brasil, en la Amazonia profunda, sonando la alarma de su arribo a comunidades donde viven numerosos indígenas, en un temor común en los países latinoamericanos.
Unos 113 millones de personas, en su mayoría dependientes de trabajos agrícolas estacionales en los países del Sur, ya presentaban una grave inseguridad alimentaria antes de aparecer la covid-19 y son de los más vulnerables ante la pandemia, advirtió este marte 7 un alto responsable de la FAO.
Desterrados de su comunidad en la región más remota de la selva del Petén, en Guatemala, cientos de hombres, mujeres y niños, entre ellos ancianos y embarazadas, sobreviven desde hace más 28 meses en las condiciones más precarias y primitivas, en chozas o champas.
Los casquillos de balas quedaron esparcidos en las calles del este pueblo del noreste de México. Un vecino cuenta que, al día siguiente de la balacera, los cartuchos se podían agarrar del piso a puñados, “como si fueran granos de maíz”.
El viento que sopla desde la costa se cuela por las puertas y ventanas abiertas de las humildes casas del barrio rural de Las Caobas, en el este de Cuba, donde sus habitantes dependen de una agricultura en condiciones climáticas adversas.
Rogers Hove blande orgulloso un desgastado papel con el título de la tenencia de un terreno de cinco hectáreas, que obtuvo del gobierno de Zimbabwe tras las caóticas apropiaciones de tierras en manos de granjeros blancos hace dos décadas, mientras asegura que le reconforta mucho “ver ese documento de la tierra en mi posesión”.
“Llevan a los trabajadores con engaños, les dicen que les pagarán bien y les pagan mucho menos. Los enganchadores (reclutadores) y los empleadores los engañan”, denunció Marilyn Gómez, una jornalera agrícola de México.
Desconsolado, Alberto Flores amontona a la orilla de un camino los pocos racimos de plátanos que logró salvar de una cosecha malograda por las copiosas lluvias que anegaron por completo su plantación en el centro de El Salvador.
La electricidad era una extravagancia inimaginable hasta hace seis años, en el caserío de Joya de Talchiga, en el oriental departamento de Morazán, El Salvador.