Agosto fue un mes en que, semanalmente, hubo masacres en Colombia. Treinta y un días de declaraciones confusas. Treinta y un días que marcarán a agosto de 2020 como el mes en el que regresó el terror al país y el gobierno no hizo nada.
La crisis climática que vive el mundo es igual de intensa que la violencia que enfrentan las personas y comunidades que defienden los territorios naturales, los bosques, los ríos, el agua, las selvas, la flora y la fauna. Un solo número lo muestra: 212 defensores de la tierra y del medio ambiente fueron asesinados durante 2019.
El racismo en Brasil es más mortal que en Estados Unidos, si se toma en cuenta la violencia policial contra los negros, pero tiene matices que hacen más compleja la lucha por su erradicación.
La condena del asesino confeso del periodista de investigación Jan Kuciak representa una luz de esperanza para sus colegas y activistas sobre derechos humanos en Eslovaquia, que ahora esperan que se haga justicia con otros involucrados en el crimen, especialmente su mandante.
Brasil vive un vuelco en la criminalidad que desafía los investigadores del tema. La tasa de homicidios cayó 10,8 por ciento en 2018 y el doble en el primer semestre de 2019. Pero, en tanto, la violencia contra mujeres sigue en aumento.
Brasil se mantiene como campeón mundial de homicidios, pero celebra una fuerte reducción de la criminalidad desde 2018, pese a las elevadas tasas de desempleo, producto de la recesión económica de 2015-2016 aún sin una recuperación plena.
El primer día de 2019, mientras Jair Bolsonaro asumía la presidencia en Brasil, el año se estrenaba con siete feminicidios y tres intentos frustrados. Unos cuchillos fueron el arma usada en ocho de los casos, con tres sobrevivientes. En otros dos, las mujeres fueron golpeadas hasta la muerte.
El desarrollo es un proceso desigual, acompañado de resultados heterogéneos entre sectores, entre regiones y entre grupos de ingresos. Dicho proceso, como fue elegantemente establecido por Albert Hirschman hace más o menos 60 años, genera tensiones frecuentes y exige la retribución de recursos y poder.
Más de lo mismo, endurecer las leyes y las normas penales, es la receta con que el nuevo gobierno de extrema derecha de Brasil comenzó una de sus batallas vitales para su futuro, la reducción de la criminalidad a niveles soportables.
“Retroceso” y “desilusión” son los términos con los que la mexicana Yolanda Morán, madre de un desaparecido forzoso, califica el plan de seguridad delineado por el presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, para afrontar como una prioridad cuando el 1 de diciembre asuma el cargo.
Brasil sufre un auge de la violencia urbana que se suma a la recesión económica, al alto desempleo y el deterioro político, pero los analistas no lo identifican aún como una tendencia permanente, pese a los factores que la fomentan.
Aimal Khan, de 27 años, aviador de la Fuerza Aérea de Pakistán, advierte que el país terminará en el caos si el gobierno no actúa contra el abuso de las leyes sobre blasfemia. "La gente las empleará para resolver rencillas personales", aseguró.
Era de madrugada, cuando el 19 de octubre el periodista Ricardo Matute, del noticiero matutino de la Corporación Televicentro, cubría su fuente de sucesos en San Pedro Sula, una de las ciudades más violentas de Honduras.
Una cancha de baloncesto se ha transformado, de un día para otro, en un albergue donde una veintena de familias desplazadas por la violencia de las pandillas encuentran cobijo y comida caliente, en el primer centro de su tipo en El Salvador.
Un hombre disfrazado de Charles Chaplin irrumpe en el centro de la capital de El Salvador y empieza a bromear con los transeúntes y comerciantes. El hombre trasforma la dinámica de un lugar donde la gente está acostumbrada a vivir entre pandillas y a la tensión de asaltos y asesinatos en sus calles. Cuando sale el imitador con bombín, la gente tiene que lidiar con un hombre de bigote kaiser pintado con lápiz que se mete con todos y del que todos se ríen.
A diferencia de la capital, Tegucigalpa, construida como una incómoda manta gris que cubre media docena de cerros -“Cerrocigalpa” le llaman- esta ciudad hondureña se extiende sobre un valle de casi 800 kilómetros cuadrados.
El primer ministro de Pakistán, Nawaz Sharif, vio recientemente “Girl In The River: The Price Of Forgiveness” (Una chica en el río: El precio del perdón), una película sobre los asesinatos por honor en su país que fue nominada este año al premio Oscar en la categoría de mejor corto documental.