Todo comienzo suele ser difícil y a veces los obstáculos parecen insalvables, aunque luego logren sortearse. Así lo prueba la historia de la Finca Marta, en Cuba, que debió comenzar con la excavación de un pozo en búsqueda de agua y el duro desbroce de un terreno árido, pedregoso y cubierto de maleza.
El sol apenas ha salido cuando Phlida Kharshala sacude a su nieto de 8 años para que se levante. Luego, se coloca una cesta cónica de bambú en su espalda, fija la cinta tejida que la sostiene sobre su frente y sale con el niño agarrado de la mano.
En esta remota comunidad, entre las montañas de un valle interandino de Bolivia, un grupo de mujeres aprendió a combatir las intensas heladas y la escasez de agua con cultivos en las llamadas carpas solares, y a preparar con ellos para sus familias nutritivos alimentos que hasta hace nada desconocían.
Al técnico en electrónica Eugenio Pérez lo conocen en este pueblo del este cubano por ser el mejor productor de posturas de frutales, idear un sistema automático de riego para sus plántulas y dirigir, además, un local privado especializado en jugos naturales.
El mexicano David Jiménez cultiva dos variedades de lechuga y otras plantas en su chinampa de menos de una hectárea en el pueblo de San Gregorio Atlapulco, en el sur de Ciudad de México.
La productora lechera Maryam Yusuf, de 50 años, se lava las manos en el grifo común fuera de su casa en Saida Kadal, una localidad de clase media de Srinagar, la capital de verano del estado de Jammu y Cachemira, en el norte de India.
Los cambios en las últimas décadas en el gusto popular en el condado de Busia, en el oeste de Kenia, relegaron el cultivo de las hortalizas autóctonas a un segundo plano, y la mayoría de los agricultores se dedicó a plantar variedades exóticas.
Las manos de mujeres migrantes de zonas rurales cultivan verduras ecológicas en huertos instalados en los patios de sus humildes viviendas, en los alrededores de Sucre, la capital oficial de Bolivia, en una actividad que mejora la alimentación y los ingresos de sus familias.
En Argentina, donde pese a su vasta tierra fértil millones de familias no satisfacen sus necesidades alimentarias, el programa Huerta Niño promueve cultivos orgánicos en escuelas primarias rurales, para enseñar que una semilla puede ser el germen para combatir el hambre.
“La minería es inviable en El Salvador”, sentencian Salvador Sánchez Cerén, quien asumirá el 1 de junio la Presidencia de este país, y su equipo ambiental. Detrás de esta posición del nuevo gobierno hay muchas luchas de las comunidades rurales afectadas.
Haití lleva medio siglo recibiendo ayuda alimentaria, y solo de Estados Unidos han llegado más de 1,5 millones de toneladas de alimentos en las últimas dos décadas.
Las críticas y gritos de alarma por el desperdicio de comida en Europa, lanzados por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y numerosas entidades no gubernamentales, parecen generar sus primeros efectos, sobre todo en iniciativas privadas.