La búsqueda desesperada por las vacunas anticovid atropelló los dogmas internacionales del gobierno de Brasil y castiga las opciones que adoptó el país en relación a la industria farmacéutica en las últimas décadas.
La guerra civil, la pobreza estructural, las plagas, los ciclos de sequías e inundaciones, la insuficiente ayuda humanitaria y la pandemia covid-19 golpean a la mayoría de la población de Yemen, pero doblemente a la minoría marginada con raíces africanas en este país de la península arábiga.
Brasil, un país con un exceso de farmacias visible en sus calles, enfrenta la pandemia de covid-19 con algunos factores culturales negativos, además de un gobierno negacionista.
Manaus, la capital de la Amazonia brasileña, vive una tragedia de muertes evitables, en parte porque el Ministerio de Salud, en lugar de enviarles el oxígeno que falta a sus hospitales, les aporta como tratamiento ante la covid-19 medicinas para dolencias intestinales y otras enfermedades tradicionales.
IUna guerra de las vacunas merma las esperanzas de pronta superación de la pandemia en Brasil, cuando una segunda ola de la covid-19 vuelve a aumentar las muertes en el país y Reino Unido empieza a vacunar a su población.
Ni siquiera el arribo inminente de las vacunas contra la covid-19 apacigua la histórica disputa entre países ricos y pobres por el libre acceso a los fármacos y tratamientos, aunque ahora resulten vitales para enfrentar la actual pandemia y otras enfermedades.
En América Latina el comercio de medicamentos falsificados, no registrados y de
calidad subestándar —es decir que no cumplen con las normas de calidad o sus especificaciones—, sigue siendo una amenaza para la salud pública, advierte una investigación.
Duramente castigada por la covid-19, América Latina busca participar en la carrera hacia una vacuna contra el coronavirus ya sea asociándose a proyectos avanzados de países de mayor desarrollo o con iniciativas propias, como es el caso de Cuba.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) respondió al anuncio de que Rusia encontró una vacuna contra el coronavirus que causa la covid-19, con la advertencia de que la aceleración de ese objetivo no debe sacrificar la seguridad.
Cinco expertos en derechos humanos de las Naciones Unidas pidieron este viernes 7 que se levanten o al menos se suavicen las sanciones impuestas a países del Sur, entre ellos Cuba y Venezuela, para que puedan proveerse mejor de recursos con los cuales combatir la pandemia covid-19.
Cuando Cuba diagnosticó el 11 de marzo sus tres primeros casos de contagio con el SARS-CoV-2, ya tenía en tensión su sistema sanitario y disponía de una industria biofarmacéutica que se ha fortalecido durante el enfrentamiento de la epidemia.
En Rusia, uno de los países con mayor epidemia de VIH/sida del mundo, su frágil sistema de salud se está quebrando bajo la presión de tener que lidiar con el combate a la covid-19 y ya ha relegado a un peligroso segundo plano la atención a las personas con inmunodeficiencia adquirida.
Los expertos de África alertan que a medida que los hospitales y otros centros de salud se vuelcan en luchar contra la covid-19, cae la atención a la prevención y el tratamiento de otras enfermedades mortales y transmisibles como el VIH/sida, la tuberculosis y la malaria, que afectan a muchos millones de personas.
Relatores especiales sobre derechos humanos de las Naciones Unidas demandaron al gobierno de Venezuela “planes para hacer frente a los devastadores efectos de la crisis económica” en el país suramericano, en un comunicado divulgado este miércoles 6.
La malaria puede matar hasta 769 000 personas en África subsahariana este año, el doble de las muertes registradas en 2018, si persisten perturbaciones graves para distribuir en la región instrumentos de prevención y tratamiento, advirtió este jueves 23 la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Es verdad que la historia registra antes el paso devastador de grandes pandemias, pero ninguna irrumpió en un mundo tan poblado (más de 7700 millones de personas) ni tan interconectado y con un planeta ambientalmente enfermo. Es la mayor crisis humana y de salud que hemos encarado.
La malaria es una de las enfermedades más antiguas de la humanidad: afecta a cerca de 40 % de la población en países en vías de desarrollo y mata cada año a cerca de medio millón de personas, la mayoría niños.