El periodismo feminista viene abriéndose paso en América Latina. Suma espacios, irrumpe, cuestiona, y se hace escuchar. De manera sostenida y sin pedir permiso.
La oficina de la alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh) y oenegés humanitarias expresaron su preocupación por recientes ataques y medidas coercitivas contra organizaciones de la sociedad civil, defensores de derechos humanos y periodistas en Venezuela.
A lo largo de los últimos cuatro años, el presidente saliente de Estados Unidos, Donald Trump, ha tenido en Twitter su herramienta principal de comunicación política. A través de esta plataforma tecnológica, difundió mensajes que no eran del todo ciertos, insultó y descalificó a personas, despidió a sus colaboradores o se burló de ellos. Twitter fue un escenario para su suerte de reality show presidencial.
El caos en el Capitolio de Estados Unidos el miércoles 6 de enero no fue típico. Tampoco su cobertura.
Las imágenes transmitidas en vivo por los canales de noticias y las compartidas en redes sociales fueron impactantes. Una fotografía mostraba a un hombre con los pies sobre el escritorio de la oficina de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi. Un video mostraba a una multitud persiguiendo a un oficial de policía mientras este corría escaleras arriba.
En la década que acaba de concluir fueron asesinados en el mundo 888 periodistas y otros profesionales de la comunicación, en promedio uno cada cuatro días, lamentó en un informe al cierre de 2020 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Un número alarmantemente alto de mujeres periodistas son ahora blanco de ataques en línea asociados con campañas de desinformación digital orquestadas. El impacto de estos ataques incluye la autocensura, la elección de alejarse de la visibilidad, un mayor riesgo de lesiones físicas y un costo grave para la salud mental. ¿Los principales perpetradores? Troles anónimos y actores políticos.
Las autoridades cubanas desplegaron una inusual visibilidad en medios de comunicación y hasta en las redes sociales sobre su respuesta a la violencia machista, durante los 16 días de activismo mundial contra este problema agravado en 2020, como consecuencia de la covid.
En Colombia, un país con una geografía fragmentada y cinco regiones naturales distintas, la radio fue la primera tecnología en superar los obstáculos geográficos y conectar a sus ciudadanos. Radio Andaquí, en el municipio de Belén de Los Andaquíes en el departamento de Caquetá, fue establecida en 1993, trayendo mucho más que noticias y entretenimiento.
El trumpismo, a través del populismo autoritario, ha sido el mejor paradigma de lo que hoy se ha denominado la era de la posverdad: el predominio político de la verdad subjetiva. La hegemonía del subjetivismo cultural ha sido la base de la nueva autocracia digital que desde la autoridad emocional desprecia el conocimiento científico e intelectual.
La Unesco y la Asociación Mundial de Editores de Noticias (WAN-IFRA en inglés) decidieron unir esfuerzos ante la emergencia a la que se enfrentan el periodismo independiente y los medios que lo producen, según una breve declaración divulgada este viernes 27.
Tradicionalmente, se ha dicho que las campañas electorales sirven para persuadir a votantes dudosos o posibles simpatizantes. Pero la aparición en escena de Cambridge Analytica, ha demostrado que las campañas pueden ser muy eficaces para disuadir a posibles votantes e indecisos de ir a votar. Sobre todo, en escenarios en el que un porcentaje de indecisos tan elevado decide su voto en la última semana.
Donald Trump, el presidente número 45 de los Estados Unidos, es un fenómeno en sí mismo. No cabe duda de que su legado intelectual será enorme, ya que sus decisiones y comportamientos han afectado a las bases del sistema político y el modo mismo de interpretar las elecciones. Otros líderes políticos siguen su estela e imitan su estilo que persigue el referendo completo de su actividad en una lógica binaria: conmigo o enemigo de la patria. Menudo peligro.
La pandemia de covid-19 ha afectado a periodistas y redacciones de una forma u otra. Ya sea por el agotamiento de trabajar horas extra, por despidos o difusión de desinformación en redes y grupos de WhatsApp, la crisis sanitaria ha ejercido una presión adicional sobre una industria que ya enfrentaba un futuro incierto.
La voz de un médico alerta del colapso de su hospital, del uso de un medicamento estrella para atajar el virus y de los intentos del Gobierno por ocultar las cifras de fallecidos. El audio, de origen desconocido, circula por los servicios de mensajería instantánea, da el salto a las redes sociales y acaba permeando en algunos medios de comunicación convencionales en apenas unas horas. Aquellas personas que pudieron dudar de su fiabilidad se quedarán al margen del ciclo, pero las barreras para detener su circulación se pulverizan.
Las plataformas de redes sociales están eliminando contenido en línea que consideran terrorista, extremista violento o cargado de odio, de un modo que impide su potencial uso para investigar delitos graves, entre ellos los crímenes de guerra, alertó Human Rights Watch (HRW) en un informe publicado este jueves 10.
En Brasil, además de su debilitamiento económico, parte de la crisis mundial, el periodismo enfrenta actualmente una oleada de ataques fomentados por un gobierno hostil, que llegaron incluso a la justicia.