Primero las violaciones sexuales frecuentes que pueden prolongarse por años, bajo amenazas de muerte. Luego el embarazo como una enfermedad desconocida y la maternidad aún en la niñez, en convivencia forzada con el verdugo.
La historia se repite: en 2009, el virus de la influenza H1N1 fue la segunda causa de muerte materna en México. Este 2020, con 83 decesos en lo que va del año, el coronavirus SARSCoV2 ya es el mayor peligro para las mujeres embarazadas.
Fue solo cuando Eva Muigai, de 17 años, estaba en el último trimestre que su familia descubrió que estaba embarazada. Muigai, una estudiante que vive con su familia en Gachie, en el centro de Kenia, había logrado disimular su gestación vistiendo ropa amplia.
La prohibición establecida por el presidente Donald Trump de que la asistencia internacional de Estados Unidos beneficie a organizaciones que brinden servicios o asesoría vinculados con el aborto, está perjudicando gravemente a la población de Malawi, según un reporte que seleccionó para medir la medida.
Los más de 6 000 delegados, congregados en la capital de Kenia en la 25 Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo (CIPD25), tienen ante sí alcanzar compromisos que renueven y redoblen las promesas hechas a las niñas y mujeres hace 25 años en El Cairo.
Llevar a cero las muertes maternas prevenibles, eliminar la violencia de género y satisfacer las necesidades de planificación familiar, los tres grandes compromisos de la 25 Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo (CIPS25), requieren, además de voluntad política, de dinero, mucho dinero.
La tasa de mortalidad materna en Estados Unidos es la más alta de todos los países industrializados, y está aumentando. Estados Unidos es actualmente el lugar más peligroso para dar a luz en el llamado mundo desarrollado.
Cuando parecía un asunto zanjado en la sociedad cubana, activistas feministas y especialistas miran con preocupación rebrotes públicos del discurso contrario al aborto, que condena esta práctica en un país donde es seguro y gratis desde hace más de medio siglo.
En un lenguaje directo, un video argentino explica a los adolescentes como vivir el sexo con placer y al mismo tiempo con cuidado. Una campaña sin tabúes, muy necesaria en los países de América Latina donde una de cada cinco mujeres son madres antes de los 19 años.
Este año, los países ricos donarán 140 millones de dólares menos al Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, en inglés), una organización clave para la salud materna y la promoción de los derechos reproductivos de millones de mujeres en todo el mundo.
Malawi se considera “una nación temerosa de Dios”, tanto que cualquier acto fuera de lo común puede verse como un pecado. No sorprende, por lo tanto, que la mayor parte del público condene los recientes esfuerzos para liberalizar el aborto en este país de África sudoriental.
El 6 de noviembre de 2015 conocimos a la primera dama de Kenia, Margaret Kenyatta, una incansable defensora de las mujeres, las niñas y los niños, durante el lanzamiento de una campaña del UNFPA en el condado de Mandera, en el noreste de este país africano.
Las mujeres son casi la mitad de los 1.250 millones de habitantes de India pero la igualdad de género - en la política, la economía, la educación o la salud – sigue siendo un sueño lejano para la mayoría, como confirma el PNUD en su Informe sobre Desarrollo Humano (IDH) 2015.
Cuando gobernantes de todo el mundo adoptaron los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) en septiembre de 2000, uno de los más mentados fue el compromiso de reducir la pobreza extrema y el hambre para fines de 2015.
Aunque la supervivencia materna e infantil mejoró mucho durante los 15 años de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), sus correspondientes metas siguen en mayor medida incumplidas, según un nuevo estudio.
“Estamos inmensamente contentos por la iniciativa del gobierno de entregar dinero en efectivo a las mujeres embarazadas y ofrecerles asistencia adecuada”, explicó Sharif Ahmed en una unidad de salud básica, cerca de esta capital de la provincia de Jiber Pajtunjwa, en Pakistán.
“Los Estados latinoamericanos no han asumido los acuerdos internacionales ni les han dado acceso a los pueblos indígenas. Tampoco han sido socializados sus contenidos”, para ayudar a reclamar su cumplimiento, se lamentó la guatemalteca Ángela Suc.