Los delegados que asistieron a una reunión internacional el mes pasado no lograron ponerse de acuerdo sobre el establecimiento de nuevas áreas marinas protegidas (AMP) en el océano Austral. A pesar del sentido de urgencia destacado por los conservacionistas debido al cambio climático y al crecimiento de la pesca en la Antártida, las discusiones se aplazarán hasta el próximo año.
América Latina ya ha perdido más de 40 por ciento de servicios naturales o ecosistémicos proporcionados por los mamíferos, y el proceso se está acelerando con graves consecuencias para los bosques y las personas que los habitan, halló un nuevo estudio.
Unos 850 000 virus distintos, que viven en aves y mamíferos, tendrían capacidad de infectar a los humanos, sobre todo si crecen la degradación ambiental y el cambio climático, advirtió en esta ciudad alemana la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios a Ecosistemas (IPBES, en inglés).
Líderes de gobiernos y organizaciones internacionales, se comprometieron a buscar el año próximo un nuevo pacto sobre biodiversidad que detenga “la guerra contra la naturaleza”, al realizar una cumbre virtual sobre la materia este miércoles 30, en el marco de la Asamblea General de la ONU.
Las poblaciones de animales vertebrados en el mundo se han reducido 68 por ciento en 50 años. La situación es grave en América Latina y el Caribe, donde queda seis por ciento de lo que existía hace medio siglo. La pérdida se debe, principalmente, a la sustitución de bosques, selvas y otros ecosistemas por sembradíos, minas o terrenos urbanizables. La segunda causa es su caza, extracción, o muerte accidental.
Un pronunciado declive muestran las poblaciones silvestres de mamíferos, aves, peces, reptiles y anfibios en el planeta, de 68 por ciento como promedio mundial y de 94 por ciento en América Latina, alertó un informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) divulgado este jueves 10.
La lucha contra el cambio climático, el derecho y la soberanía se están viendo afectados por cambios conceptuales de calado. Las razones son diversas y guardan relación con los cambios en nuestras sociedades y en sus ordenamientos jurídicos, cada vez más globalizados.
Una inversión anual de alrededor de 30 000 millones compensaría los costos de prevenir otra pandemia mundial como la del coronavirus, que se estima que podrá causar al mundo una pérdida de cinco billones (millones de millones) de dólares en 2020.
La campaña "Race to Zero", o carrera a cero emisiones de carbono en el planeta para el año 2050, fue lanzada este viernes 5 en Colombia al unirse empresas, ciudades, regiones, universidades e inversores a los gobiernos que respaldan la iniciativa.
Las catástrofes y amenazas ambientales causadas o agravadas por la humanidad crecen en frecuencia e intensidad. Estamos muy preocupados por las pandemias y por el cambio climático, pero no hace tanto que las toneladas de plástico que vertemos al mar o los miles de seísmos que generamos anualmente ocupaban las portadas de los periódicos.
La pandemia provocada por el SARS-CoV2 ha pillado al “sistema inmune social” en una situación de enorme debilidad. A ese sistema han contribuido importantes procesos de transformación hacia la “sociedad del bienestar” tras las catástrofes de las dos guerras mundiales.
La naturaleza nos está enviando un mensaje con la pandemia de coronavirus (que no deberíamos ver sino como uno de los elementos de la crisis ecosocial sistémica en curso), según el responsable de medio ambiente de Naciones Unidas, Inger Andersen.
La agenda socioeconómica de las Naciones Unidas y sus ambiciosos planes mundiales para "las personas, el planeta y la prosperidad", está dominada por "objetivos, metas y plazos", con los que se pretende concretarla y cuantificarla.
A menudo damos por hecho la naturaleza. El aire que respiramos es un producto de los árboles que transforman el carbono en oxígeno a través de la fotosíntesis. Los árboles incluso ayudan a eliminar la contaminación por partículas finas (PM 2,5). Los polinizadores como las abejas, los murciélagos y las mariposas proporcionan los alimentos en nuestra mesa.
Los restaurantes en las ciudades de todo el mundo ofrecen platillos cada vez más variados, pero la ciencia indica que la dieta global, lo que realmente come la gente, se está homogeneizando.
Revertir la tendencia con respecto a la deforestación y el cambio climático es un desafío grande y complejo: las victorias fáciles no se logran fácilmente.