La historia del país como sinónimo de estorbo es una cuota común en los gobiernos populistas, especialmente cuando sus liderazgos no necesitan una preparación o moralidad notorias en entornos políticos naturalmente caóticos como el de El Salvador.
La tentación del populismo económico enfrenta límites en Brasil. El deseo gubernamental de crear un programa de transferencia de renta más amplio que el existente, con fines electorales, violaría reglas fiscales y hundiría el apoyo empresarial.
De la posverdad se habla tanto que, en el año 2016, “posverdad” fue nombrada palabra del año por los
diccionarios Oxford. ¿Pero a qué fenómeno se refiere esa palabra? En un principio, cabría decir que en tiempos de posverdad se ha dejado atrás la verdad, como en la posmodernidad se pretendía superar la modernidad. ¿En qué consiste eso de dejar atrás la verdad?
Estamos viviendo momentos históricos, inmersos en incertidumbres, desconfianzas y miedos, que inciden sobre nuestros comportamientos sociales. Se nos exigen cambios drásticos en nuestras prácticas de vida y restricciones de nuestras libertades fundamentales. Esta situación reclama un diálogo permanente entre ciencia, política y sociedad, en el cual el periodismo desempeña un papel decisivo.
Un vuelco hasta hace poco inimaginable parece estar en gestación en el gobierno de Brasil, con la adhesión a programas sociales antes criticados por el presidente Jair Bolsonaro, ahora proclive al populismo de viejo estilo.
Dentro de seis meses se celebrarán las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Queda un mundo porque, si algo hemos aprendido de la presidencia de Donald J. Trump, es el carrusel político y emocional de sus decisiones y actuaciones. Quienes seguimos la actualidad estadounidense sabemos que no es un personaje fácil de tumbar.
¿Cómo es posible que algunos destacados líderes políticos incluyan el odio en sus discursos y en sus ideas? La respuesta lógica debemos buscarla en dos elementos presentes en la esfera política: la pérdida de influencia de los anclajes políticos y la capacidad de los populismos para configurar identidades y alteridades.
Las Naciones Unidas conmemoraron el domingo 29 su Día Mundial de los Migrantes y Refugiados, envuelto en esta ocasión en una espiral de retórica antiinmigrante y de xenofobia generalizada.
En el último año, los socialdemócratas, que fueron desapareciendo poco a poco desde la crisis de 2008, protagonizan un discreto retorno. Están en el poder en España, Portugal, Suecia, Finlandia y, más recientemente, en Dinamarca.
La expansión del nacionalismo de derecha y la proliferación de gobiernos de corte autoritario han socavado los derechos humanos en varios países de Europa, Asia, África, Medio Oriente y América Latina.
A partir de la derrota de Theresa May en el parlamento británico ha quedado claro que un nuevo fantasma está atormentando Europa. Ya no se trata del fantasma del comunismo que destapó el Manifiesto de Marx en 1848, sino del fantasma del fracaso de la globalización neoliberal, que ha regido sin oposición desde la caída del muro de Berlín hasta la crisis financiera de 2009.