El escenario tan temido por organizaciones ambientalistas y académicos se ha materializado en América Latina y el Caribe, pues los efectos de la pandemia de coronavirus han relegado la lucha climática en la región.
Aunque su comunidad no se ha inundado, el indígena Estanislao Arias teme que las lluvias incrementen el caudal del cercano río Nacajuca y este se desborde en su comunidad del estado de Tabasco, en el sureste de México.
Mientras aún brega para incrementar la generación y consumo de energía renovable, América Latina empieza a avizorar nuevas tecnologías, como la captura y almacenamiento de carbono y la de hidrógeno proveniente de carburantes fósiles o energía eólica y solar.
Aunque no ha sido una prioridad en América Latina y el Caribe, la pandemia de la covid-19 amenaza con relegar la lucha climática en la región por las urgencias sanitarias, económicas y sociales, que también sirven para demorar medidas que requieren cambios en el modelo de desarrollo.
La 26 Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático (COP26), prevista para noviembre de 2020 en la ciudad británica de Glasgow, fue aplazada para una fecha aún sin definir de 2021, debido a la pandemia de la covid-19, confirmaron los organizadores este jueves 2 en la sede de la ONU.
En ciudades como Nogales, en el norte de México, sus habitantes necesitan aire acondicionado o calefacción para sortear las temperaturas muy altas o muy bajas, una situación que se repite en otros países de América Latina.
A comienzos de este año, el gobierno de India anunció que en 2030 el transporte del país se movilizará en 40 por ciento mediante fuentes no fósiles, gracias a la electrificación total del sistema del transporte público y un tercio de los vehículos privados.
El éxito para responder a la crisis climática y su avalancha de desastres naturales, como inundaciones, sequías y aumento del nivel del mar, va a depender en gran medida de que exista financiamiento disponible para dar la batalla, lo que requiere de nuevas e innovadoras respuestas en la materia.
Las discusiones oficiales en la 25 Conferencia de las Partes (COP25) sobre cambio climático se sumergieron en el apremio por llegar a acuerdos y el Grupo Africano de Negociadores (AGN) demanda que en ellos se otorgue al continente la condición de caso especial, en la implementación del Acuerdo de París y su financiamiento.
Más de 300 millones de personas, que viven en partes bajas de las costas en el mundo, se verán directamente afectadas por el aumento del nivel del mar para 2050 y podrían ver desaparecer a sus hábitats. Por ello, necesitan que se adopten acciones sin más dilaciones para evitar que sean víctimas de una catástrofe climática.
Los gobiernos y los parlamentos de África deben emplearse a fondo en elaborar marcos legales destinados a combatir el cambio climático en sus países y atender impactos como catástrofes naturales y emergencias humanitarias, que ya diezman sus presupuestos.
Las poblaciones rurales e indígenas en países como El Salvador, Guatemala y Honduras están cada vez más en movimiento, ya sea desplazándose internamente o migrando hacia otros países.
Las cerca de 7.000 islas y el mar caliente del Caribe guardan miles de especies endémicas, además de ser el tránsito de aves migratorias, toda una fauna cuya conservación exige acciones multilaterales en la era del recalentamiento planetario.
Finalmente comenzó la cumbre climática de París Durante dos semanas, un gigantesco centro de reuniones de la capital francesa acogerá una de las conferencias más importantes de las últimas décadas, con la presión de que al planeta le urgen medidas para frenar su calentamiento.
Comunicadores y periodistas del Caribe comprometidos con el ambiente, avizoran que será un gran desafío transmitir y concienciar sobre los cruciales acuerdos en París de la 21 Conferencia de las Partes (COP21) sobre cambio climático.
Para la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, la cumbre climática de París “no es el término de un proceso, sino el inicio”, de donde saldrá “un acuerdo que, si bien es insuficiente respecto a lo que era la meta original, demuestra que la gente considera que es mejor avanzar que quedar en punto cero”.
Si los países de América Latina pasan a incluir en sus políticas nacionales los riesgos que implican el cambio climático, la región tiene el potencial para liderar el camino hacia una economía baja en carbono en el mundo, según expertos consultados por IPS.