La policía de Perú hizo un uso innecesario y excesivo de la fuerza ante las protestas masivas ocurridas entre el 9 y el 15 de noviembre de 2020, asentó un informe de la oficina de la alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh) difundido este martes 12.
Expertos en derechos humanos de las Naciones Unidas instaron este viernes 18 a Venezuela a poner fin a la represión contra las organizaciones de la sociedad civil, varias de cuyas sedes han sido allanadas y sus responsables detenidos durante las últimas semanas.
En una manifestación mayoritariamente pacífica, el edificio del Congreso de Guatemala ardió el sábado 21, como reflejo del descontento por un presupuesto para 2021 que la Alianza gubernamental aprobó de noche y sin debate. Es el símbolo de un país en el que cada esquina es inflamable y los grupos de poder parecen no dejar de jugar con chispas.
Durante la pandemia de covid-19, las fuerzas armadas en América Latina han desempeñado y continúan desempeñando funciones esenciales: fabricando equipos de protección, entregando víveres y atendiendo a civiles en sus hospitales. En al menos una decena de países, los soldados han sido también desplegados para hacer respetar, a menudo con brutalidad, medidas de confinamiento a una población mayoritariamente pobre de trabajadores informales.
Después de décadas de una atroz violencia de pandillas, las tasas de homicidios se han desplomado en El Salvador bajo la administración de presidente Nayib Bukele. Ante el crecimiento de las pandillas MS-13 y Barrio 18, los gobiernos anteriores recurrieron a políticas de “mano dura” para someterlas, solo para encontrar que incrementaban la violencia.
El racismo en Brasil es más mortal que en Estados Unidos, si se toma en cuenta la violencia policial contra los negros, pero tiene matices que hacen más compleja la lucha por su erradicación.
Fuerzas policiales de Venezuela abatieron a 1324 personas en operaciones de seguridad durante los primeros cinco meses de 2020, indicó en un informe este jueves 2 Michelle Bachelet, alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
El 26 de mayo miles de personas tomaron las calles de Minneapolis para protestar contra el asesinato de George Floyd a manos de un policía. Esa protesta incendió en otras en 750 ciudades de Estados Unidos y desde el gobierno se respondió con toques de queda y llamando a la Guardia Nacional para proteger recintos comerciales.
Estados Unidos vive días de sueños y cristales rotos desde el 25 de mayo, cuando el afroamericano George Floyd murió víctima de la brutalidad policial.
El presidente Jair Bolsonaro afirma que tiene al pueblo, Dios y las Fuerzas Armadas a su lado, pero quiere armar la población para “impedir dictaduras” en Brasil.
En las últimas semanas, una impresionante oleada de protestas multitudinarias se ha propagado por todo el mundo. Si bien sus causas y contextos específicos varían, muchas de ellas pueden verse como parte de una rebelión mundial contra la desigualdad extrema y los injustos sistemas económicos y políticos que la impulsan.
Cinco semanas de protesta con más de cuatro millones de indignados en las calles han desnudado las carencias del modelo neoliberal de Chile tras una explosión social con más de 23 muertos, 220 tuertos por balines policiales, miles de heridos, detenidos, procesados y millones de dólares en daños.
A estas alturas es evidente que Jair Bolsonaro mantiene, como presidente, las convicciones antidemocráticas y retrógradas de las que hizo gala durante sus 30 años de vida parlamentaria y que ahora ponen a prueba el ciclo de redemocratización de Brasil.
Brasil se mantiene como campeón mundial de homicidios, pero celebra una fuerte reducción de la criminalidad desde 2018, pese a las elevadas tasas de desempleo, producto de la recesión económica de 2015-2016 aún sin una recuperación plena.
Los civiles de Sudán siguen arriesgando sus vidas cada día para manifestarse a favor de que la democracia llegue a su país, pero se enfrentan a variados obstáculos para mantener activas sus movilizaciones, incluidos el cierre de calles y la falta de acceso a Internet.
Este 18 de abril, Nicaragua cumple un año sumida en una violenta crisis sociopolítica que ha dejado cientos de muertos y profundas heridas económicas, sin que se vislumbre aún una salida para el conflicto pese a la instauración de una precaria mesa de diálogo.
El espacio de acción para la ciudanía organizada en varios países africanos, entre ellos Burundi, Eritrea, Mozambique, Somalia, Sudán, Tanzania y Zambia, se está reduciendo gradualmente, por la preponderancia de líderes autoritarios y regímenes represivos.