Pues ya está. La jura del cargo de presidente y vicepresidenta, la revisión de las tropas, la solemne visita al Cementerio Nacional de Arlington y la llegada a la Casa Blanca para firmar las primeras órdenes ejecutivas abren la presidencia Joe Biden & Kamala Harris para 2020-2024. Esto, y la conversión de la cuenta de Twitter @POTUS en la propia de Biden, sin rastro ya de su antecesor. El acto político también es un show, propio de la superbowl de la comunicación política.
Lo que para Donald Trump era un insulto, para Joe Biden es un reconomiento: el nuevo presidente de Estados Unidos es el estáblismenten estado puro. No se recuerda otro caso similar de haber llegado a la presidencia con mejor preparación. Se ha pasado casi medio siglo “dentro del beltway”. Se trata del sector ocupado por el Distrito de Columbia, que reclama ser reconocido como estado, rodeado por una enorme autopista. Biden sería perfectamente aceptado como guardia de tráfico, sin pasar por el examen.
A lo largo de los últimos cuatro años, el presidente saliente de Estados Unidos, Donald Trump, ha tenido en Twitter su herramienta principal de comunicación política. A través de esta plataforma tecnológica, difundió mensajes que no eran del todo ciertos, insultó y descalificó a personas, despidió a sus colaboradores o se burló de ellos. Twitter fue un escenario para su suerte de reality show presidencial.
El caos en el Capitolio de Estados Unidos el miércoles 6 de enero no fue típico. Tampoco su cobertura.
Las imágenes transmitidas en vivo por los canales de noticias y las compartidas en redes sociales fueron impactantes. Una fotografía mostraba a un hombre con los pies sobre el escritorio de la oficina de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi. Un video mostraba a una multitud persiguiendo a un oficial de policía mientras este corría escaleras arriba.
El asalto al Capitolio de Washington por una turba rebelde recordó a muchos una insurrección en una “república bananera '', como la descrita de manera hilarante en la comedia de Woody Allen de 1971, Bananas, que simula una revuelta en un país latinoamericano ficticio.
Seguidores de Donald Trump, azuzados por el propio presidente, asaltaron este 6 de enero el edificio del Capitolio e interrumpieron el trámite legislativo de certificación de la victoria electoral de Joe Biden. Miles de personas que enarbolaban pancartas pro Trump se abrieron paso a través de las barricadas y rompieron ventanas para entrar en el edificio donde se reunían los congresistas. Cuatro personas han muerto, y varios policías han tenido que ser hospitalizados. La sesión del Congreso se reanudó y cumplió con su misión, pero a puerta cerrada.
En el período previo a las elecciones presidenciales estadounidenses, el riesgo de violencia postelectoral era alto. Las predicciones se hicieron realidad este miércoles cuando miles de manifestantes pro Donald Trump irrumpieron en el Capitolio de Estados Unidos, en un acto sin precedentes, cuando el Congreso estaba a punto de ratificar la victoria del presidente electo Joe Biden.
La crisis climática y la democracia, además de las disputas con China, son los ejes de la política del presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, que por sus efectos en América Latina podrán reordenar el sistema hemisférico.
Donald Trump, el presidente número 45 de los Estados Unidos, es un fenómeno en sí mismo. No cabe duda de que su legado intelectual será enorme, ya que sus decisiones y comportamientos han afectado a las bases del sistema político y el modo mismo de interpretar las elecciones. Otros líderes políticos siguen su estela e imitan su estilo que persigue el referendo completo de su actividad en una lógica binaria: conmigo o enemigo de la patria. Menudo peligro.
La directora dominiquesa Clarissa Etienne, expresó durante la última reunión del Comité Ejecutivo de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el 23 de junio, su preocupación por la crisis financiera sin precedentes que atraviesa la institución intergubernamental que dirige.
Hace tiempo que especulamos sobre cuál sería el momento del traspaso del liderazgo global de Estados Unidos a China, de Washington a Beijing (por el poder político), de Nueva York a Shanghái (por el poder económico); pues bien parece que este momento ya ha llegado.
Jim Mattis, exsecretario de Defensa de Estados Unidos en la administración de Donald Trump, cita una sentencia del Cuerpo de Marines en un libro que acaba de publicarse bajo el título "Call Sign Chaos: Learning to Lead (Indicativo de llamada caos: aprender a liderar)".
Mientras funcionarios de Washington llegaban a Ciudad de Guatemala a terminar de amarrar el acuerdo con el gobierno local para intentar frenar la migración irregular hacia Estados Unidos, los salvadoreños Carlos y Manuel L. estaban a punto de alcanzar suelo estadounidense como indocumentados.
La crisis venezolana es el tema que mejor desnuda la enfrentada política externa del nuevo gobierno de Brasil, en que por lo menos cuatro autoridades intentan dictar los rumbos, marginando la diplomacia tradicional.
La compleja situación económica y financiera por la que atraviesa Cuba se agravará aún más con las nuevas medidas de Estados Unidos, que recrudecerán su embargo contra el país, limitarán los viajes de sus ciudadanos a la isla y restringirán las remesas.
La bruma se precipita veloz, como un torbellino procedente del Pacífico. Los jornaleros caminan entre los surcos con decenas de flores entre los brazos. Sus siluetas se pierden entre la blancuzca neblina que los va envolviendo hasta desaparecerlos en los campos agrícolas al norte de Seattle, en Estados Unidos; después, cae una llovizna tenue que congela más el lugar.
Cuando Estados Unidos recorta la asistencia militar a uno de sus aliados por motivos políticos u otros, ya se sabe cuál será la reacción de este: se volverá hacia países como China, Rusia y otros de Europa para asegurarse el flujo de armas.